En la búsqueda del compromiso universitario

En la búsqueda del compromiso universitario

Le educación en nuestro país no es prioridad de Estado, no por gusto ocupamos los peores lugares en los indicadores sociales.
15/02/2023 00:03
Fuente: Prensa Libre 

Hace ya unos buenos años, don Carlos Guzmán Böckler disertaba junto a otros intelectuales, entre quienes estaban Edmundo Vásquez Martínez, José Barnoya García y Roberto Diaz Castillo, sobre el papel de los universitarios durante el Revolución de Octubre del 44, y como que fuera ayer se me viene a la mente la sentencia lapidaria de la plática “a la Universidad de San Carlos durante la dictadura de Estrada Cabrera y Ubico se le quería reducir a una simple incubadora de profesionistas”.

Le educación en nuestro país no es prioridad de Estado, no por gusto ocupamos los peores lugares en los indicadores sociales en América Latina. Durante el enfrenamiento armado, el ejército, que tuvo el control físico de miles de comunidades, vio con recelo los intentos por educar a la población e incluso equiparó bastantes esfuerzos de este tipo como actividades insurgentes. Con respecto a este gobierno, dejamos solo para su consulta la información existente sobre los niveles de matemática básica y comprensión de lectura que poco a poco se hacen públicos y cada quien juzgue.

Educar es formar hombres y mujeres libres. En Guatemala, la implantación de pensamientos únicos, la represión a la expresión del pensamiento ajeno, la estigmatización de quienes procuramos concretar valores democráticos, la mojigatería social, pero, sobre todo, el aplauso hacia prácticas autoritarias de organizaciones ligadas a grupos reaccionarios provoca un desgaste grosero a quienes deciden ejercer la docencia desde instituciones con respeto a la libertad de cátedra.

La Universidad Rafael Landívar editó Textos escogidos de Pedro Arrupe, S.J., quien, como testigo de los cambios del siglo XX, primero como docente y luego como superior general de la Compañía de Jesús, supo dejarnos mensajes para brindar fuertes pilares a los esfuerzos educativos, sobre todo ahora en que las profesiones universitarias se han mercantilizado a niveles absurdos olvidando y obviando su razón de servicio y superación social.

“En vez de concebir la formación como una capacitación para el servicio, se fomenta “una mentalidad que exalta la posesión” y que degrada a la escuela, al colegio y a la universidad a nivel de campo de aprendizaje de técnicas para escalar puestos, ganar dinero y situarse —a veces explotadoramente— sobre los demás. Finalmente —y esto es posiblemente lo más grave— el orden (o el desorden) establecido influye de tal modo sobre instituciones educativas y los medios de comunicación social, que estos, en vez de fomentar un “hombre nuevo”, solo engendran reproducciones de un “hombre instalado”, del hombre que el mismo orden desea, es decir, de un hombre incapaz de ninguna transformación verdaderamente renovadora”, dejó dicho Arrupe entre tantas otras reflexiones.

Si bien Arrupe destinó sus escritos para las instituciones confiadas a la educación jesuita, sus pensamientos pueden ser adoptados para buscar transformaciones en sociedades injustas y desiguales castigadas por la opresión de quienes buscan mantener privilegios y jamás concretar derechos en un grosero ambiente mercantilista.

Las profesiones son para servir y no para servirse, por eso debemos los universitarios hacer una reflexión a lo interno y vernos para poder cambiar y dejar una sociedad mejor.

En este primer cuarto del siglo XXI es claro cómo la mayoría de las universidades se conforman con ser verdaderas “incubadoras de profesionales” relegando su obligación de buscar la transformación de una sociedad injusta por una sociedad libre y equitativa, Estrada Cabrera y Ubico a pesar de sus intentos no lograron lo que ahora vivimos, el movimiento Unionista de 1920 y la Revolución de Octubre de 1944 fueron producto de la búsqueda de valores sociales y democráticos, el reto es retomar el norte de la educación y por eso vale citar de nuevo al Padre Arrupe: “no me resigno a que, cuando yo muera, siga el mundo como si yo no hubiera vivido”.