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Cuando se investiga, las opiniones no valen
Se debe aprender a investigar si se espera que nuestras opiniones se valoren.
“Quien no ha investigado no tiene derecho de hablar”. Mao Tse Tung
Probablemente, cuando pensamos en una investigación, lo primero con lo que lo asociamos es con que están buscando al responsable de algún delito cometido. Sin lugar a duda, es lo que más escuchamos, por la realidad en la que estamos viviendo; como siempre estamos o debemos estar informados, también debemos estar seguros de que tenemos la información correcta que nos llevará a tomar el tiempo para investigar con el fin de asegurarnos de que lo que se nos dijo es correcto y está bien documentado.
Se debe aprender a investigar si se espera que nuestras opiniones se valoren.
En el diario vivir se nos informa de muchísimas cosas, y por las experiencias del pasado, seguramente lo primero que hacemos es plantear algunas preguntas para verificar si en alguna manera nos afecta y cuándo y dónde sucedió, y dependiendo de eso, probablemente nuestras reacciones habrán de ser diferentes. Del mismo modo, así como reaccionamos con los sucesos, también con las opiniones que algunos emiten, en las cuales estamos involucrados. Seguramente, cuanto más cercana es la persona, su opinión habrá de ser tomada mucho más seriamente.
Indudablemente hay investigaciones que se prolongan en tiempo, y si hay un interés en lo que se está investigando, poco importa el tiempo que se tarde, porque al poder alcanzar la información que queremos tener, estamos gratificados por el resultado y no nos habremos de concentrar en el tiempo que invertimos. El tiempo llega a ser un factor que se considera cuando no estamos avanzando y no podemos lograr lo que buscamos.
Cuando algunos están muy preocupados en tener la información de inmediato, posiblemente se descuidan de detalles de lo sucedido que después deben regresar para poder completar el cuadro de lo que investigan. Esto es no solo para tener la credibilidad necesaria, sino para poder tener mayor claridad de la información obtenida, sin dejar nada que les obligue a regresar y tener que buscar más información.
La vida nos enseña, y además, cuando recibimos educación, sea esta de manera formal o informal, se nos instruye en los pasos que debe llevar una investigación, lo cual implica no solo documentarse, sino, además, saber cómo usar la documentación que obtuvimos para que lo que se habrá de informar tenga la credibilidad adecuada y, además, que sea útil para lo cual se estuvo haciendo.
Qué afortunados son aquellos que cuando los criaron no solo cuidaron de su alimentación y educación, sino que los acompañaron en el proceso con cuestionamientos a los cuales había que dar respuestas concretas y creíbles porque, de lo contrario, no lo dejaban en paz hasta que uno informara de lo que se estaba pidiendo, con los datos necesarios. En ese entonces, cuando lo vivimos, posiblemente lo sentimos como un fastidio, pero el resultado fue una formación de la cual sacamos provecho a diario.
Considerando que es una responsabilidad individual alcanzar una madurez adecuada para ser funcionales en lo que la vida nos habrá de pedir. Debemos, entonces, desarrollar la práctica de investigación y no ser de aquellos que se dejan llevar por lo primero que oyen o lo que otros les dicen, sino, por el contrario, ser de las personas bien informadas que se han tomado el tiempo de investigar y tener la información correcta en cada detalle de la vida que nos afecta.