Leyendas cortas de Guatemala: 5 relatos que combinan terror, tradición e historia

Leyendas cortas de Guatemala: 5 relatos que combinan terror, tradición e historia

La tradición oral se enriquece con diversas leyendas cortas de Guatemala, transmitidas de generación en generación.

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17/09/2025 16:26
Fuente: Prensa Libre 

Relatos orales como El Sombrerón, La Llorona, La Tatuana y El Cadejo forman parte de las leyendas cortas de Guatemala. Cada una de ellas cuenta con distintas versiones, pero conservan ciertos elementos que integran las tradiciones del país.

Gracias a la literatura, hemos podido adentrarnos en el mundo de las leyendas mediante textos como Leyendas de Guatemala, de Miguel Ángel Asturias. Además, en el país se organizan actividades para dar a conocer estos relatos tradicionales.

Por otro lado, figuras como Celso Lara y Héctor Gaitán han sido cruciales para difundir estas leyendas, que incluyen personajes capaces de erizar la piel.

A continuación, compartimos cinco leyendas breves de la tradición oral guatemalteca, recopiladas por Gaitán.

Leyendas cortas de Guatemala

1. La Llorona

En el relato de Gaitán, el autor nos transporta a la época en que vivía Paulino, un hombre soltero de 38 años cuya vida transcurría con normalidad, aunque sin una novia a quien enamorar.

Un día cualquiera, escuchó de pronto el aullido de coyotes entre los montes. No aullaban para atacarlo, sino porque estaban asustados. Paulino se subió a un frondoso árbol y permaneció unos minutos allí. Luego bajó poco a poco y, al llegar a una planicie, escuchó los ladridos de los perros. Caminaba de frente cuando se topó con la presencia de una sombra blanca que semejaba una nube.

Al intuir que algo pasaría, se metió en el hueco de un árbol para observar el bulto blanco. De pronto, escuchó un grito desgarrador que decía: “Juan de la Cruz”. Se dio cuenta de que era una mujer y no tuvo el valor de salir, pese a que ella descansaba en el mismo árbol donde él se escondía. Más tarde, la mujer notó su presencia al oír sus llantos y gemidos. Paulino sabía que La Llorona estaba allí. La mujer se alejó, pero él permaneció en el lugar hasta el amanecer.

2. La misteriosa mujer de la Sexta Avenida

Gaitán narra en uno de sus relatos la historia de don Tonito, el encargado de encender las vitrinas de los almacenes del sector. A medianoche emprendía su labor apagando luces y anuncios, y esperaba únicamente a que saliera la gente de los cines. Conocía a todas las personas de los alrededores, entre ellas, Rebeca Perdomo Castro, de origen salvadoreño.

La noche del 15 de abril sería inolvidable. Poco antes de la medianoche, apareció Rebeca, quien le ofreció compartir un café en el puesto de doña Tencha. Luego la acompañó hasta su destino. A la mañana siguiente, don Tonito leyó el matutino del día y se enteró de que la mujer salvadoreña había fallecido la tarde anterior. No quedaba duda: había conversado con una muerta.

3. Los fantasmas de la fuente

En esta narración, Gaitán cuenta la leyenda de las apariciones fantasmales en un antiguo centro recreativo conocido como Parque Navidad, que, según se dice, ya no existe.

Un hombre apostó con un italiano Q50 para que este durmiera en el lugar: “Te doy 50 quetzales y vos te quedás ahí”, le dijo. Pero como el italiano había escuchado gritos, revirtió la apuesta y le ofreció la misma cantidad al otro, lo cual era mucho dinero en aquella época. El hombre aceptó.

Sin embargo, quien durmió en el parque apareció muerto. Aunque la autopsia indicaba un paro cardíaco, el cadáver mostraba una mueca de terror que no tenía explicación médica.

4. El fantasma de la Catedral Metropolitana de Quetzaltenango

Un señor acudía con frecuencia a la Catedral Metropolitana de Quetzaltenango. Su presencia era siempre notada por uno de los empleados del templo. De pronto, el visitante dejó de llegar durante varios días, lo que sorprendió al trabajador.

Como en cualquier otra iglesia, allí se oficiaban misas de difuntos. Un día, el empleado vio la fotografía del fallecido durante uno de estos servicios religiosos: coincidía con la del hombre al que observaba con frecuencia. En un inicio pensó que se trataba de una misa de cuerpo presente, pero se llevó una espeluznante sorpresa al saber que el homenaje se realizaba por sus siete años de fallecido.

5. El ataúd

Don Perucho trabajaba en su taller y conversaba con sus jóvenes ayudantes. Uno de ellos era Tonito, a quien su maestro advirtió que algo podría ocurrir:

“Tonito escuchó perfectamente el mensaje y no chistó palabra. Los días pasaron y, efectivamente, una mañana el maestro Perucho no llegó al taller. Tonito lo había abierto cuando uno de los hijos del carpintero llegó con la noticia de que don Perucho, el carpintero del barrio El Calvario, había muerto de inmediato”, narra Gaitán.

Tonito abrió el cuartón y se topó con un ataúd de buenos acabados. “Aquella obra, que el maestro, quizá presintiendo su muerte, empezó a elaborar y finalizó justamente un día antes de partir al más allá”, concluye el relato.