OPINIÓN: Transformación digital sin excluir lo hecho a mano

OPINIÓN: Transformación digital sin excluir lo hecho a mano

La nueva era productiva exige colaboración entre inteligencia artificial y talento humano, sin perder el enfoque sostenible y artesanal.

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Resumen Automático

13/11/2025 05:59
Fuente: Prensa Libre 

Hoy comienza a hablarse de la quinta Revolución Industrial, una etapa en la que la tecnología debe colaborar con el talento humano para generar una producción más eficiente, personalizada y sostenible. Este nuevo paradigma representa un cambio significativo respecto de la cuarta Revolución Industrial, centrada en la automatización, la digitalización y el uso intensivo de tecnologías como el Internet de las cosas (IoT), la inteligencia artificial (IA) y la robótica.

Para comprender este avance, es útil recordar el camino recorrido. La tercera Revolución Industrial introdujo la automatización de procesos mediante sistemas electrónicos y controladores lógicos programables, marcando la transición hacia fábricas más inteligentes. La segunda Revolución Industrial consolidó las líneas de producción continua que permitieron aumentar la capacidad manufacturera a gran escala. Finalmente, la primera Revolución Industrial significó la invención de la maquinaria que transformó el trabajo manual en procesos mecanizados.

En cada una de estas etapas, el ser humano ha tenido que adaptarse y desarrollar nuevas competencias, aprovechando la tecnología como una herramienta de progreso. Cada revolución ha planteado dudas y resistencias, pero también ha abierto oportunidades para mejorar la calidad de vida y la productividad.

Hoy, en la quinta Revolución Industrial, el talento humano vuelve a ocupar el centro de la conversación. El principal desafío es actualizarse ante las tecnologías que, a simple vista, podrían parecer sustitutas del trabajo humano, como la automatización avanzada o la inteligencia artificial. Sin embargo, este temor es más infundado que real. Las decisiones sobre automatizar o no un proceso se basan en factores económicos, y en muchos casos, la inversión necesaria no resulta viable para empresas con bajo volumen de producción o con procesos que dependen de la personalización y la calidad artesanal.

La IA no piensa y sigue limitada

Además, la inteligencia artificial, por más sofisticada que parezca, sigue limitada por la información que recibe y por los lineamientos definidos al crear los requerimientos o prompts. La IA no piensa, interpreta ni siente: procesa. Por ello, requiere siempre la supervisión de personas capaces de evaluar sus resultados con criterio y ética profesional.

Esto subraya la necesidad de formar profesionales con pensamiento crítico, dominio técnico y una comprensión profunda de los sistemas productivos. Personas capaces de distinguir cuándo una tecnología agrega valor y cuándo no, y que, además, integren una conciencia sostenible orientada a reducir residuos, optimizar recursos y aprovechar mejor los materiales.

Guatemala, en particular, presenta un ecosistema industrial diverso. Coexisten emprendimientos con productos totalmente artesanales, aún en una etapa temprana de transformación digital, con empresas altamente tecnificadas que operan con estándares internacionales. Todas forman parte del mismo entorno económico y social. Por ello, resulta vital que cada organización entienda su modelo de valor y encuentre en la tecnología una aliada para potenciarlo.

Incluso los negocios con una fuerte base artesanal pueden incrementar su competitividad al incorporar herramientas tecnológicas enfocadas en la comercialización, la gestión de clientes o la visibilidad digital. No se trata de perder la esencia del producto, sino de usar la tecnología para amplificar su alcance, conectar con nuevos mercados y fortalecer el orgullo de lo hecho a mano.

El talento humano debe aprender a utilizar las herramientas tecnológicas para mejorar su eficiencia y desempeño. Esto implica procesos de capacitación técnica continua, enfocados en competencias digitales, analíticas y estratégicas. Se necesitan profesionales formados en el uso correcto y ético de la inteligencia artificial, capaces de interpretar datos, generar análisis más profundos y tomar decisiones en tiempo real mediante tableros inteligentes de control.

Estas transformaciones no representan amenazas, sino oportunidades. Es momento de orientar la formación hacia competencias tecnológicas que fortalezcan a la fuerza laboral, mejoren las prácticas industriales y eleven la productividad nacional.

La tecnología no garantiza el éxito

No obstante, la tecnología por sí sola no garantiza el éxito. Es igual de importante fortalecer las habilidades humanas, hoy llamadas power skills, que incluyen la resiliencia, la adaptabilidad, la comunicación, la colaboración y el liderazgo. Estas competencias permitirán a las personas sobresalir en entornos cambiantes y mantener la motivación ante la incertidumbre.

Para las nuevas generaciones, el reto no está tanto en adaptarse a la tecnología —pues nacieron en medio de ella—, sino en aprender a persistir y desarrollar disciplina. La inmediatez digital puede generar la ilusión de que todo sucede rápido, pero el verdadero crecimiento profesional exige constancia, aprendizaje continuo y capacidad para superar obstáculos.

En el sector manufacturero, los desafíos varían según el nivel del personal. En los puestos gerenciales, la prioridad está en el análisis de datos, la toma de decisiones basada en información y la integración de estrategias de sostenibilidad en los procesos productivos. A nivel técnico o de supervisión, resulta crucial fortalecer habilidades de manufactura esbelta (Lean) y Six Sigma, que fomenten la mejora continua, la reducción de desperdicios y la eficiencia operativa.

En el caso del personal operativo, la formación en mejora de procesos y técnicas de estandarización es fundamental, pues son ellos quienes transforman directamente las materias primas en productos finales. Su conocimiento práctico y compromiso son el corazón de la productividad, y su desarrollo profesional es clave para lograr cambios sostenibles y reales dentro de las plantas.

Por su parte, las empresas deben aprender a identificar al personal con potencial de crecimiento y brindarles oportunidades de desarrollo mediante programas de capacitación, mentoría y actualización técnica. Solo con inversión en su gente podrán alcanzar metas retadoras y mantenerse competitivas a largo plazo.

En el caso de los emprendimientos y pequeñas empresas artesanales, la tecnología ofrece ventajas invaluables: permite abrir canales de venta digitales, conectar con consumidores globales y gestionar operaciones de manera más eficiente. Productos como una bolsa típica o un telar guatemalteco pueden llegar a mercados internacionales sin perder su esencia cultural ni el valor humano que los distingue. La clave está en encontrar el equilibrio entre tradición e innovación.

El futuro del trabajo no será solo digital: será humano y tecnológico a la vez. La quinta Revolución Industrial nos invita a construir una nueva alianza entre personas y máquinas, donde la innovación sirva al bienestar colectivo y la sostenibilidad sea el norte que guíe nuestras decisiones.

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