No hay libertad auténtica sin Dios Padre

No hay libertad auténtica sin Dios Padre

Felices y prometedoras celebraciones para nuestros connacionales, en especial para la juventud chapina.

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13/09/2025 00:04
Fuente: Prensa Libre 

La víspera del 204 aniversario de la Independencia nacional invita este domingo, a través de la Buena Noticia, a contemplar la dura experiencia de una “libertad perdida porque es vivida como alejamiento de Dios Padre”. En el conocido drama del “hijo que quiere independizarse”, su ilusión reside en creer que la independencia total de su padre, buscando la satisfacción personal y el placer en un lugar lejano, le traería la felicidad. Sin embargo, esta libertad era superficial y llevó a la humillación, la miseria y la desesperación al perder su herencia y caer en la indigencia, demostrando que la verdadera libertad se encuentra en la obediencia y la comunión con Dios, y no en el alejamiento de Él.

“La libertad se alcanza cuando la capacidad de elegir se orienta hacia el bien supremo, que es Dios, convirtiéndose en una voluntad libre de no poder hacer el mal y plenamente inclinada al bien”


Según San Juan Pablo II la libertad es el derecho a hacer lo que debemos, no lo que nos gusta, y se realiza en la búsqueda y el cumplimiento de la verdad. Esta libertad, ligada a la responsabilidad, se conquista constantemente y se opone a la esclavitud del pecado, encontrando su máxima expresión en la apertura a Dios y en la obediencia a su voluntad, guiados por el Espíritu Santo. El mismo Señor Jesús dijo en el Huerto: “Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Mateo 26, 39). Así: 1) El error del hijo joven de una “autonomía sin Dios” es el mismo que ofrecieron y siguen ofreciendo la Ilustración, el Racionalismo y todo tipo de “ateísmo libertario”: la negación a la fidelidad a lo que se es —seres trascendentes, hijos de Dios, y no accidentes evolutivos—; 2) ese joven “tomó una decisión libre”, pero fatal: perdió su condición de hijo amado y se hizo esclavo, primero de sus pasiones, y luego del oficio de cuidador de los cerdos, cuya comida no le era concedida: en la mentalidad judía era el último grado de abajamiento por la semejanza con una especie animal considerada impura; 3) una sola capacidad le quedaba, sin embargo, más allá de la libertad externa: le quedaba la conciencia, que le hizo reaccionar y decir las famosas palabras: “Me levantaré, iré y le diré” en cuanto decidió bien en volver y recuperar la condición de hijo, aunque esperaba ser tratado como esclavo. Para San Juan Pablo II de nuevo, la conciencia es el “núcleo más secreto y el sagrario del hombre” donde se encuentra a solas con Dios, un lugar donde se discierne la ley moral universal emanada de Él”. Pero hoy cabe preguntarse si aún se forma la conciencia o se siguen —invitados por el marxismo trasnochado y su feroz aplicación en el wokismo— los caminos de “libertad solo aparente”, yendo incluso conta la naturaleza, la familia y el bien de los demás; 5) en conclusión: la educación de la conciencia —y no su falso uso como libertinaje justificado— es la tarea de toda familia, pero también de toda sociedad nacional. El pretexto mal usado de la “libertad religiosa” se traduce en cultos a la santa muerte, al fundamentalismo bíblico que apoya la corrupción legislativa, etc. Que estas fiestas patrias no celebren la libertad como hecho pasado, sino lancen la tarea de seguir construyéndola de la mano de ese Dios que no es opresor religioso, sino un “padre de hijos libres” en el seguimiento de sus caminos de verdad.


Concluyo también con una certeza de San Agustín de Hipona: “La libertad se alcanza cuando la capacidad de elegir se orienta hacia el bien supremo, que es Dios, convirtiéndose en una voluntad libre de no poder hacer el mal y plenamente inclinada al bien” (Ciudad de Dios, XII, 1). Felices y prometedoras celebraciones para nuestros connacionales, en especial para la juventud chapina, iluminada por los santos jóvenes C. Acutis y P. Frassati, de educar su conciencia en el buen uso de la libertad auténtica, con la certeza, en el Jubileo de la Esperanza, de que siempre en el volver a la casa del Dios Padre les espera el abrazo del perdón y la reconquista de la libertad que malas decisiones nos hacen perder.