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En Vivo: Santiago Sacatepéquez revive la magia de los barriletes gigantes entre colores y viento
Cuando sopla con fuerza el viento, las tradicionales estructuras, algunas de más de 15 metros de diámetro, comienzan a moverse y el público estalla en aplausos.
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El cielo de Santiago Sacatepéquez volvió a llenarse de color, arte y tradición. Desde las primeras horas de este 1 de noviembre, miles de personas llegaron hasta el Cementerio General para ser parte de una celebración que trasciende generaciones: el vuelo de los barriletes gigantes.
La actividad, que une espiritualidad y creatividad, es una de las expresiones más emblemáticas del Día de Todos los Santos en Guatemala. Este año, los visitantes disfrutaron de una jornada en la que la fe, el arte y la memoria se entrelazaron entre música y gastronomía.
El arte que une a toda una comunidad
En cada barrilete hay más que papel y caña. Detrás de cada uno de ellos, hay meses de trabajo, noches sin dormir y familias enteras colaborando.
Los artesanos comienzan su labor desde mediados de año. En casas, salones comunales y patios improvisados, cortan, pegan y dibujan figuras que simbolizan esperanza, amor y respeto por la vida.
“Para nosotros, elevar un barrilete no es una competencia, es una manera de hablar con quienes ya no están. Es nuestra forma de decirles que los recordamos”, explica Luis Patzán, uno de los jóvenes que participa en la elaboración de su primer diseño.
Los colores y mensajes cambian cada año, pero el espíritu es el mismo: honrar a los difuntos y mantener viva una tradición que ha convertido a Santiago Sacatepéquez, en Sacatepéquez, en un punto de referencia cultural y turístico.
Encuentro entre tradición y devoción
Durante la jornada, los visitantes recorren los pasillos del cementerio entre flores, velas y altares. Las familias aprovechan para compartir alimentos, recordar a sus seres queridos y, al mismo tiempo, admirar los gigantes que se elevan sobre las tumbas.
El viento se convierte en el protagonista. Cuando sopla con fuerza, las estructuras, algunas de más de 15 metros de diámetro, comienzan a moverse y el público estalla en aplausos. El momento del despegue es, para muchos, una experiencia cargada de simbolismo.
“Es un orgullo ver cómo algo hecho con nuestras propias manos se levanta tan alto. Es como si el alma de nuestros seres queridos volara junto al barrilete”, comparte Andre Yucute, un artesano local que elaboró un barrilete de 10 metros.
Además de la exhibición de barriletes, los visitantes disfrutaron de la gastronomía típica. Desde los tradicionales tamales y elotes asados hasta los dulces de frutas, cada rincón de Santiago Sacatepéquez se transforma en una fiesta para los sentidos.
Muchos aprovecharon para fotografiar los diseños más llamativos o recorrer los puestos de venta, donde se ofrecen versiones en miniatura de los barriletes gigantes, hechos también por artesanos locales.
El ambiente festivo se mezcla con la solemnidad del lugar, recordando que la esencia de esta tradición está en la conexión entre la vida y la memoria.
Tradición que sigue volando alto
Con más de un siglo de historia, el vuelo de barriletes gigantes de Santiago Sacatepéquez ha sido reconocido como Patrimonio Cultural Intangible de la Nación, y continúa inspirando a nuevas generaciones a preservar sus raíces.
Cada 1 de noviembre, el viento vuelve a levantar estos gigantes de papel, y con ellos, el mensaje de que la cultura y la espiritualidad pueden volar tan alto como la imaginación de un pueblo que se niega a olvidar a sus seres queridos.