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San Miguel Petapa: el territorio más pequeño y más saturado
En cuestión de cuatro décadas, San Miguel Petapa pasó de ser un municipio rural a uno eminentemente urbano, con gran crecimiento poblacional y demanda de vivienda, pero con los mismos desafíos que el resto del área metropolitana.
Ubicado al sur, en la cuenca del lago de Amatitlán, el municipio de San Miguel Petapa es el de menor superficie territorial del departamento de Guatemala. Los datos oficiales dan cuenta de un área de 24.64 kilómetros cuadrados; sin embargo, el actual alcalde, Mynor Morales Chávez, aclara que mide 38 km2, gracias a un recurso ganado en la Corte de Constitucionalidad (CC) recientemente.
El análisis del Ceur indica que este es un territorio altamente poblado, pues la construcción de vivienda en los últimos 20 años fue masiva. Sin embargo, continúan los proyectos de desarrollo inmobiliarios y comerciales.
En los últimos cuatro años se han desarrollado ocho proyectos de vivienda vertical: cuatro en el 2021 y cuatro en el 2023. Dentro de la oferta reciente se encuentra un complejo habitacional de 10 edificios en serie, con apartamentos que van desde los 46 a los 61 metros cuadrados.
Un apartamento nuevo de 58 mts2 en San Miguel Petapa, en una torre de apartamentos, tiene un precio que va desde los Q439 mil. Las casas en condominio, un promedio de Q540 mil. Los costos varían y se elevan con las viviendas unifamiliares.
De esa cuenta, parte de los ingresos municipales se han visto reflejados en las licencias de construcción privadas, los cuales se han cuadruplicado. En el 2021 fueron de Q4.6 millones, y en el 2024, de Q20.4 millones.
La recaudación municipal más importante es por el impuesto único sobre inmuebles (IUSI), que pasó de Q46.7 millones en el 2021 a los Q59.9 millones en el 2024.
Gran cambio en 1990
Hasta mediados del siglo XX, San Miguel Petapa, igual que Santa Catarina Pinula y Villa Canales, eran municipios exclusivamente rurales, y su población urbana era prácticamente inexistente.
Su cercanía con la capital, a 20 kilómetros, sumada a sus favorables planicies, lo hicieron apto para este rápido crecimiento. El censo de 1950 registró en San Miguel Petapa 2,146 habitantes rurales y cero población urbana. Sin embargo, en la década de 1990 comenzó a crecer exponencialmente. Así, el Censo de 1994 registró 41,506 habitantes; de los cuales, 12 mil 949 fueron identificados como urbanos, de acuerdo con el libro Subregión Sur del Área Metropolitana de Guatemala, del Centro de Estudios Urbanos y Regionales (Ceur) de la Universidad de San Carlos, de los autores Luis Olayo, Ronald Peláez y Jorge Aragón.
En cuestión de cuatro décadas, San Miguel Petapa pasó de ser un municipio rural a uno eminentemente urbano. Para el 2024, las proyecciones de población del Instituto Nacional de Estadística (INE) son de 154 mil 729 habitantes.
Olayo explica que el crecimiento en los años 1990 se debió a un desplazamiento de población migrante que encontró tierra barata y accesible, lo que aprovecharon desarrolladores inmobiliarios y con ello, en el período de 1995 al 2015, el estudio del Ceur documentó 6,732 licencias de construcción de viviendas en serie, 6,317 para viviendas unifamiliares y solo 136 autorizaciones para vivienda multifamiliar.
Lo anterior confirma que más de los dos tercios del total de la actividad de construcción se destinaron a vivienda urbana. “Hoy, el territorio está saturado. Los terrenos para vivienda son escasos, con los consecuentes problemas de movilidad. Tampoco es un lugar con vocación de vivienda vertical”, asegura Olayo.
Añade que este es un municipio, como otros, cuyo principal problema es el abastecimiento de servicios de agua y tratamiento de aguas residuales, además de carecer de espacios de recreación para los jóvenes.

El gran reto: agua y drenajes
En cuanto a las fuentes de abastecimiento de agua, el estudio del investigador Brayan González, del Ceur, identifica que en este municipio el 7% del agua es superficial y el 92% es de fuentes subterráneas. “El incremento en la explotación de agua subterránea ha sido de un 100% a partir del 2000. Esto porque el 90% de las aguas superficiales presentan problemas de contaminación, por la descarga de aguas residuales”, explica.
Otro estudio del Ceur, firmado por Luis Olayo, aborda la relación directa entre población urbana y aguas residuales. Por ejemplo, en 1994 el volumen anual de aguas residuales domésticas fue de 559 mil 396.8 metros cúbicos. En el 2018 la cantidad registrada fue de cinco millones 578 mil 156.8 metros cúbicos.
El investigador detalla que la creciente urbanización de San Miguel Petapa lo consolida como un ente generador de aguas residuales de todo tipo, entre estas las domésticas, producidas por los habitantes de la vivienda urbana masiva construida en su territorio. Estas aguas residuales, en su mayoría sin tratamiento, son transportadas por los afluentes del río Villalobos hasta desembocar en el lago de Amatitlán (…), a donde recae la contaminación de 13 municipios localizados en esta cuenca.
Medidas conjuntas
El alcalde Mynor Morales Chávez, reelecto por el partido Valor y padre del jefe edil de Villa Nueva, Mynor Morales Zurita, expone que se enfoca en varios frentes de trabajo para resolver la problemática de su municipio, desde la movilidad hasta plantas de tratamiento de aguas residuales, y para los desechos orgánicos se enfoca en programas educativos.
Respecto de la movilidad, indica que recientemente se aprobó el reglamento de impacto vial, que consiste en hacer un cálculo de la cantidad de viajes de los pobladores, para desarrollar planes de mitigación que reduzcan los problemas de viabilidad. Además, parte de las negociaciones con los nuevos desarrolladores consisten en exigir la construcción de pasos a desnivel o corredores viales que mitiguen el paso vial. Uno de sus proyectos es un puente que conecte Villa Hermosa con Álamos. “El tráfico es lo más difícil porque no depende solo de nosotros”, afirma.
En relación con el manejo de aguas residuales, expone que San Miguel Petapa recibe los embates de las aguas de otros municipios, las cuales desembocan en los ríos Pinula y Platanitos, sin medidas de mitigación, lo que causa desbordamientos cada invierno en las colonias aledañas. “Es necesario trabajar en conjunto con los alcaldes para alinear políticas para reducir el impacto de descarga de estas aguas que terminan en la cuenca del lago de Amatitlán”, expresa.