Lo mismo, con más estulticia de ambos partidos de EE. UU.

Lo mismo, con más estulticia de ambos partidos de EE. UU.

Lo expresado el miércoles por Donald Trump no tuvo nada nuevo, salvo el afianzamiento de sus conocidas decisiones y criterios.
07/03/2025 00:05
Fuente: Prensa Libre 

Poco se puede decir de las palabras de Donald Trump en el Congreso. No dijo nada nuevo y se comprende tanto la decisión de mantenerse silenciosos en sus curules para causarle molestia a su ego, como la de los republicanos de interrumpirlo cada cinco minutos y aplaudirlo entre cinco y ocho segundos en más de veinte ocasiones, con disciplinados pero evidentemente planeados aplausos. Pero ambos cometieron errores cuando los republicanos llevaron a un niño con cáncer y varias viudas e hijos de víctimas de crímenes cometidos por delincuentes inmigrantes, pues equivalen a uno de cada cinco cometidos por blancos. El silencio mantenido por los demócratas fue un acto de estulticia, al ser válidamente interpretado como prueba de olvido de valores.

La feria de tonterías incluyó los halagos a Elon Musk, el comandatario no electo, esta vez con traje y corbata, autorizado a sacar por voluntad propia a miles de trabajadores del Estado. No fue un discurso serio, sino de campaña de un aspirante. La docena de menciones a Biden le hicieron mantener en la atención pública a su predecesor. No tuvieron sentido las cifras de cientos de personas de más de cien años de edad cuidadas por Medicare, una de ellas de 150, porque de serlo sería el más viejo de toda la humanidad. Fue de mal gusto y casi una puñalada señalar a su Secretario de Estado, Marco Rubio, como el culpable si las cosas no salen bien en Ucrania, y preocupante no haber habido ninguna mención a sus nuevos amigos Putin, Xi, Kim y otros.

El problema no es la expulsión sino la manera como es realizada ahora y lo ha sido así: durante los gobiernos de los republicanos Bush hijo y Reagan y del demócrata Clinton, el mayor de todos.



Mientras, los primeros ministros tanto de Canadá como de Ontario se dirigieron a los ciudadanos estadounidenses para pedirles excusas por los efectos económicos contra ellos causados por la decisión unilateral de Trump, a quien luego se dirigió llamándolo Donald y luego tonto (dumb) por esta decisión. Algo parecido hizo el de Ontario, Canadá, sin el último calificativo. La presidenta mexicana anunciará su plan de represalias en una reunión el domingo en el Zócalo. En resumen, la guerra económica ya está declarada y solo causará daños, pérdidas de empleos, inflación, etc. El asunto se complica por la referencia de Trump a futuros problemas, y el anunciado aumento de malos tiempos para los agricultores sin duda ya está siendo realidad para muchos.

Es el principio del fin de una era de vecindad tranquila. Se afianza cada día la calidad de una autocracia por Trump, quien volvió a repetir su decisión de apoderarse de Panamá y Groenlandia, en un ambiente diseñado para fomentar el miedo de quienes emigraron y ahora tienen papeles legales. Cuenta con el incondicional apoyo de los republicanos y ha recurrido a 43 órdenes presidenciales para beneficiar a su círculo de amistades multimegamillonarias, al mando en puestos cruciales para el gobierno, todos ellos pertenecientes al grupo wasp, blancos, anglosajones y protestantes. Cuando Hitler se enfrentó simultáneamente a Rusia, África del Norte y el resto de Europa tuvo al principio victorias impresionantes, pero luego su país fue arrasado. Ya lo olvidó o no se enteró.

Creo necesario comentar un detalle: la calificación de “logro histórico” por una sencilla razón: la diferencia de fuerzas entre el ejército más poderoso del mundo y los menesterosos, hombres y mujeres con hijos, aun no convencidos del fin del “sueño americano. Una forma de ayudarlos es darles alimentos y albergue dentro de Guatemala, por elemental solidaridad, pero para ello debe cambiar la manera de pensar de los ciudadanos. El problema no es la expulsión sino la manera como es realizada ahora y lo ha sido así: durante los gobiernos de los republicanos Bush hijo y Reagan y del demócrata Clinton, el mayor de todos. No se puede apoyar, aunque se entiendan los motivos causantes de tanto daño. Es cuestión de mínima solidaridad con nuestros compatriotas.