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El liderazgo que Guatemala necesita empieza contigo
Debemos ejercerlo nosotros, en nuestros hogares, escuelas y colegios, empresas y comunidades.
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A finales del año pasado, se anunció un ambicioso proyecto de inteligencia artificial impulsado por Arabia Saudita. Con gran expectativa, la corona saudí presentó el proyecto Transcendence, una iniciativa que comenzará con una inversión de US$100 mil millones destinados a la innovación, inversión en infraestructura digital y desarrollo del talento humano en los campos de la tecnología. Este proyecto forma parte del plan Visión 2030 y tiene como objetivo impulsar en el país una diversificación económica más allá del petróleo y convertirse en un líder global en tecnología en la próxima década. Esta noticia se suma a esfuerzos similares en países como Dinamarca, Japón, Indonesia e India, naciones que comparten una característica fundamental: un liderazgo con visión de futuro.
Debemos ejercerlo nosotros, en nuestros hogares, escuelas y colegios, empresas y comunidades.
Mientras estos países apuestan decididamente por el conocimiento, la tecnología, la atracción y el desarrollo del talento, nosotros en Guatemala seguimos atrapados en un presente estático, gobernado por una clase política sin visión, aferrada a la comodidad y el statu quo. Nuestros líderes no están construyendo el futuro, sino administrando la decadencia. En los diferentes ámbitos, vemos cómo prefieren regular antes que liberar, controlar antes que incentivar la innovación y adoctrinar antes que educar a los niños y jóvenes en habilidades que lleven al país a un nuevo nivel.
En lugar de generar un verdadero plan de país orientado a la innovación y al desarrollo, se priorizan agendas ideológicas, beneficios individuales, reformas que desincentivan la inversión, y se mantiene un sistema educativo que se enfoca en repetir fórmulas obsoletas. Nuestra infraestructura se deteriora, la inversión extranjera se aleja, y los empresarios nacionales —con toda razón— voltean a ver a las economías que sí están preparando el terreno para el futuro.
No pretendo desalentarlos, pero sí hacerlos reflexionar. Esta situación puede y debe cambiar. La transformación de Guatemala empieza por la educación, pero no cualquier educación; necesitamos una que forme ciudadanos capaces de pensar, de crear, de competir globalmente. Es urgente tener un modelo de educación que inspire, que fomente la curiosidad y la innovación, que conecte con las ciencias y la tecnología, que promueva el espíritu emprendedor y, también, que fomente la ética en todos los aspectos de la vida. No podemos aspirar al desarrollo si seguimos formando a nuestros niños y jóvenes para un mundo que ya no existe.
Guatemala ha carecido históricamente de un liderazgo político con visión. Para nuestros supuestos “líderes”, vale más asegurar sus intereses de corto plazo que procurar el desarrollo de largo plazo de Guatemala. Por ese motivo, estoy convencido de que el cambio no vendrá desde el poder, porque quienes lo ostentan no están dispuestos a incomodarse ni a desafiar el orden que los beneficia. El liderazgo que tanto nos ha hecho falta debemos ejercerlo nosotros mismos desde abajo, en nuestros hogares, escuelas y colegios, empresas y comunidades. Es hora de asumir la responsabilidad como ciudadanos para exigir y fomentar la innovación y el cambio. Debemos hacerlo con valentía, determinación y compromiso. Si queremos que Guatemala tenga un lugar digno en el mundo del mañana, debemos empezar a construirlo hoy. Nadie más lo hará por nosotros.