TGW
Guatevision
DCA
Prensa Libre
Canal Antigua
La Hora
Sonora
Al Día
Emisoras Unidas
AGN
El valor insustituible del encuentro presencial en tiempos de virtualidad
Educación superior en la era digital.
Enlace generado
Resumen Automático
En los últimos años, Guatemala ha dado un salto enorme en educación virtual. Ingenierías, maestrías y doctorados en línea se han consolidado como una alternativa real y una oportunidad para miles de profesionales que equilibran trabajo, lejanía, estudio y familia. La virtualidad abrió posibilidades que antes parecían exclusivas de quienes podían estar físicamente en un campus. El caos vehicular restringe la movilización hacia los centros de estudio. La distancia ha desaparecido. Sin embargo, junto a sus ventajas, también nos plantea una pregunta crucial: ¿qué perdemos cuando reducimos la experiencia educativa únicamente a pantallas, contactos y conexiones remotas? Por eso es tan relevante propiciar encuentros presenciales entre estudiantes de programas virtuales y remotos. No se trata solo de un evento académico: es un espacio para fortalecer una comunidad que, aunque existe digitalmente, necesita respirar, mirarse y escucharse en la vida real.
La tecnología nos acerca, pero el contacto humano sigue siendo el corazón de la formación universitaria.
La universidad contemporánea debe reconocer que la formación no ocurre únicamente en los contenidos, sino también en los vínculos, los valores y la identidad. Nada sustituye la conversación espontánea en un pasillo, la duda que se aclara entre colegas después de una conferencia o el consejo que un profesor puede ofrecer al ver las expresiones y expectativas de sus estudiantes. Es allí donde la educación adquiere textura humana. La Facultad de Ciencia, Tecnología e Industria (Facti) de la Universidad Galileo, que suma cuatro mil estudiantes entre sus programas, con 25 años de experiencia educativa, realizó en el 2024 un encuentro presencial, el primero en su género que reunió en el campus central a más de mil 300 estudiantes. Vinieron estudiantes de todo el país y del exterior; se combinaron conferencias académicas de alto impacto con espacios de convivencia presencial que permitió construir redes; demostró que esa cercanía del ser humano que se mantiene latente en los programas virtuales y remotos solo necesita una pequeña chispa para encenderse con fuerza. El contacto directo con los docentes permitió reconocer además de la calidad humana (a la que Facti pone especial interés), la expresión humana en su más alta dimensión, la experiencia académica, en donde abundaron saludos, abrazos y charlas interesantes, demostrando que se ha logrado el cometido de hacer una comunidad identificada, unida en la distancia. La identidad con su alma mater es esencial.
Un profesor guía con conocimiento, sí, pero también con cercanía. Las conversaciones que nacen en estos encuentros suelen despertar nuevas líneas de investigación, motivar a quienes flaquean y consolidar la confianza en el propio camino académico. Para las universidades, estos espacios también son una oportunidad de escuchar. Un programa virtual exitoso se construye con retroalimentación constante: qué funciona, qué debe mejorar, qué necesita el estudiante adulto que trabaja, emprende o investiga. El encuentro presencial permite comprender mejor esas realidades y ajustar la oferta educativa con pertinencia y calidad. La tecnología seguirá avanzando, y debemos aprovecharla. Las conferencias virtuales, los laboratorios remotos, las simulaciones y los recursos digitales son herramientas poderosas que democratizan el conocimiento. Pero si queremos formar profesionales que lideren, transformen y propongan, debemos combinar esa innovación con humanidad. Una pantalla conecta, pero un encuentro presencial inspira. En un país que necesita abrir oportunidades en todo su territorio, que necesita ingenieros creativos, maestros que investiguen, y doctores capaces de generar nuevo conocimiento, fortalecer la comunidad académica es una tarea estratégica. Y esa comunidad se vuelve más fuerte cuando tiene un rostro, una voz y una historia compartida, cuando estrecha con fuerza las manos de alumnos y educadores. Este año, el 3 de diciembre se realizará el segundo encuentro, el que no será un simple acto protocolario: es una inversión en el futuro de nuestros estudiantes y en el desarrollo del país. Porque la educación cambia vidas, pero solo cuando quienes aprenden logran encontrarse, reconocerse y avanzar juntos.