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Lecciones de un antiguo juego de tablero
Luce que la presión y presencia está diseñada para una acción de acompañamiento y protección a algo que debe suceder en el plano local.
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En los años setenta se puso de moda un juego de tablero que podía adquirirse en La Juguetería. Se trataba de “Almirantes”, un juego a dos personas que buscaba reproducir las condiciones de un enfrentamiento en alta mar entre dos flotas y cuyo objetivo era el control y dominio de los mares. A pesar de ser una versión muy primitiva de otro juego hermano —el Risk—, éste también presentaba sus propios retos y particularidades. Cada jugador debía posicionar en el tablero, sin conocimiento del adversario, las distintas embarcaciones que poseía y que se caracterizaban por tener, cada una, distinto poder de fuego. El objetivo era desplazar una fuerza con mayor capacidad que la de rival, para vencerla en combate abierto. Todo ello hasta que el enemigo tuviera que capitular a su almirante. Como se suele decir, la vida también imita al juego, así que algo podemos aprender de este entretenimiento para jóvenes, visto lo que sucede en el mar caribe en estos días.
Como en el juego mismo, la mejor estrategia de uno de los contendientes es confundir.
Estados Unidos ha desplazado la flota de mayor poderío que se haya visto en esta zona desde la crisis de los misiles en Cuba. Con Puerto Rico como centro de operaciones, los americanos han acumulado un poder militar tal, que, hasta el portaaviones más insigne de su flota, el USS Gerald Ford, navega a pocas millas náuticas de las costas de Venezuela. Tal capacidad de fuego ha desatado las especulaciones más diversas por parte de analistas políticos y militares. Es importante desmenuzar los elementos que constituyen este escenario, y aplicando las viejas reglas del juego de tablero, extraer algunas conclusiones.
Primeramente, está claro que la movilización de las fuerzas navales americanas, altísima en costos económicos y políticos, no será en vano. Es decir, no se trata de una simple acumulación de fuerzas a manera de un mero ejercicio. No imagino a un gobierno americano dando una orden de contramarcha luego de tener un intercambio verbal con el poder en Venezuela, a quien ha fijado como su objetivo por las claras vinculaciones con el narcotráfico. Dicho esto, ¿entonces qué es esperable que suceda? Una flota así, como las del juego tampoco, no se moviliza únicamente para lanzar algunos cohetes a una docena de tiburoneras en aguas internacionales. Esto ya está sucediendo, pero no será seguramente la única instrucción de esta fuerza de tarea.
Como en el juego mismo, la mejor estrategia del jugador es confundir. Con una fuerza tan anunciada, no es esperable que tengamos una intervención como lo que ocurrió en Grenada o Panamá, aunque los ejercicios militares que los medios reportan eso dejan entrever. Más bien, mientras el adversario se prepara para una acción así, es posible que el objetivo sea otro. Aunque la capacidad de intervenir a distancia destruyendo instalaciones de comunicación, logística y dirección en tierra continental es posible, mas pareciera que la presión y presencia está diseñada para una acción de acompañamiento y protección a algo que debe suceder más localmente. Esto garantizaría una mayor economía de fuerzas y un mejor control de daños.
En todo juego, el control del centro de tablero es clave. La presencia de la flota americana en un área que se le ha comenzado a disputar es muy importante. Nadie más puede movilizar de forma segura una fuerza de tarea así en esta zona, así que también allí hay un mensaje más que explícito. Mientras tanto el adversario ofrece un espectáculo vergonzoso, presentándose como el bobo a quien nadie debería pegarle. Veremos si al final, en este juego, termina capitulando el almirante.