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Sonambulismo laboral
Desde hace muchos años me he planteado la pregunta sobre qué bases determinan el pago salarial y la remuneración de una persona. No me cabe duda de que esta es una interrogante que toca un tema de desigualdad económica y social crucial a nivel mundial. Por ejemplo, soy consciente de que la diferencia en la […]
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Desde hace muchos años me he planteado la pregunta sobre qué bases determinan el pago salarial y la remuneración de una persona. No me cabe duda de que esta es una interrogante que toca un tema de desigualdad económica y social crucial a nivel mundial.
Por ejemplo, soy consciente de que la diferencia en la remuneración entre un productor agrícola y un profesional (como un abogado, ingeniero o médico) se basa en una combinación compleja de factores económicos, estructurales y sociales, y no en el valor intrínseco de la contribución a la sociedad. Esto es paradójico, pues la producción de alimentos es fundamental, al igual que el riesgo o el tiempo del esfuerzo humano invertido.
Un economista me señalaba que esa determinación es producto de una planificación económica y me daba como razón principal la forma en que está organizada la cadena de valor global y las dinámicas de mercado.
Me señalaba en primer lugar la Cadena de Valor y el Margen de Beneficio: El productor agrícola es, a menudo, el eslabón que recibe la menor porción del precio final que paga el consumidor (y es quien dedica el 80% del esfuerzo en la producción). La mayor parte del beneficio se lo quedan las empresas de transformación, distribución y las grandes cadenas minoristas.
En segundo lugar, me señalaba que la Oferta y Demanda de Mano de Obra (Factor de Escasez) es central en el establecimiento del salario: En general, hay una mayor oferta de mano de obra disponible para el trabajo agrícola no especializado, en comparación con el número de profesionales altamente cualificados (con títulos universitarios o especializaciones). Por lo tanto, un salario alto se asocia a la escasez de una habilidad. El conocimiento especializado y formal de un profesional (fruto de años de inversión en educación) es un recurso más escaso que la mano de obra agrícola.
Yo le señalaba a este economista que también existe una gran diferencia en Riesgos e Insumos: El sector agrícola es extremadamente vulnerable a riesgos incontrolables como el clima (sequías, inundaciones, plagas) y la volatilidad de los precios del mercado. Además, los costos de insumos (fertilizantes, maquinaria) son altos, lo que reduce drásticamente el margen de ganancia del productor. Por otro lado, la agricultura a menudo se enfrenta a una competencia internacional brutal, lo que presiona a la baja los precios de los productos básicos. En nuestro contexto, los productores locales deben competir con grandes agroindustrias o con países que subsidian fuertemente su agricultura.
Al final todo lo anterior es una muestra de que el valor de una profesión es subjetivo. Desde la perspectiva económica, la importancia no se mide por la necesidad vital del producto, sino por el valor agregado y la escasez de la habilidad en el mercado (o, mejor dicho, de quienes la controlan). Y bajo este esquema, el hombre resulta víctima de su propia insensatez y pobreza de espíritu. Esto lo rige la forma de manejar la economía. La primacía de la perspectiva económica sobre la conducta humana, es señalada equivocadamente cada día como una señal de «evolución positiva» de la humanidad. Pero, al final, la dominación de la perspectiva económica lo que ha mostrado ser es una forma de alienación o reducción de la humanidad, lo que podría considerarse una regresión moral o ética.
En consecuencia: Creo que estamos ante un dilema que no puede ser dejado a la deriva ni desatendido con la mayor urgencia. El reto político y social más importante en estos momentos es dilucidar si la evolución material (creación de riqueza y tecnología, impulsada por la economía) es sinónimo de la evolución humana (moral, ética y social) y corregir la desestabilización que hay en ello.
Este es el núcleo de la grave problemática de inequidad mundial que observamos hoy en día y que cada vez nos acerca a una conflagración de consecuencias insospechadas.