Ayuno y oración

Ayuno y oración

Vinicio Barrientos Carles Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multirrumbos… viajero del espacio interior.   Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar.   Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática. Es bonito hablar de […]
18/03/2023 00:03
Fuente: La Hora 
Vinicio Barrientos Carles

Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multirrumbos… viajero del espacio interior.   Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar.   Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática.

Es bonito hablar de Dios mientras estamos sentados, después de un agradable desayuno, y a la espera de otra comida aún mejor.

Mahatma Gandhi

Para el mundo cristiano, la Cuaresma es el tiempo litúrgico destinado a la preparación espiritual de la fiesta de la Pascua.   Su etimología indica una duración de cuarenta días, aunque el período comprendido varía, respecto al inicio y a su conformación, según se trate de una iglesia o congregación u otra.   La celebran las comunidades católicas, luteranas, coptas, ortodoxas, anglicanas, evangélicas y otras denominaciones, dentro del amplio repertorio de las variedades del cristianismo.   Este período, de varias semanas de duración, se utiliza de forma singular para la  purificación e iluminación interna, en varios sentidos, y su amplia difusión responde a sus raíces originarias, descritas en la narrativa esencial de los evangelios canónicos.

Específicamente, en los tres evangelios sinópticos, se encuentra un relato, en el que Jesús es llevado al desierto y tentado por el maligno, cuando él realiza un ayuno de cuarenta días de duración.   De allí el origen de la tradición cristiana, y del porqué del particular tiempo, dedicado a la abstinencia y la fortificación espiritual.

En los tres evangelios, el pasaje se relata de manera muy similar, enfatizando los cuarenta días en los que Jesús ayunó y meditó.   En el Evangelio de Mateo se lee: «Entonces el Espíritu llevó a Jesús al desierto, para que el diablo lo pusiera a prueba.   Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, entonces, tuvo hambre» (Mt. 4:1-2).

Curiosamente, el mismo pasaje corresponde al capítulo cuarto en el Evangelio de Lucas (Lc 4:1-2).   Por otro lado, el Evangelio de Marcos, el más antiguo de los cuatro, y el más breve también, lo tiene en el primer capítulo, a doce versículos de iniciada la narrativa.   Este evangelio, por muchos considerado la fuente primaria de la vida del histórico Jesús de Nazaret, fue redactado a finales de los años 60 del siglo I d. C.    Dada su brevedad, representa una síntesis de los primeros registros escritos sobre el ministerio, los milagros y el mensaje de Jesús, enfocándose en su servicio, sin establecer una correspondencia con el Mesías esperado por el pueblo judío, como sucede en Mateo o Juan.

En la misma línea, cabe señalar que, de los 678 versículos que contiene el Evangelio de Marcos, únicamente 51 no se incluyen, a veces levemente modificados, en los otros dos evangelios sinópticos (Mateo y Lucas).   Esto significa, entre otras cosas, que fue usado como fuente primaria de información.   Los hechos descritos en este primer capítulo de Marcos, trasladan una secuencia fundamental, a saber: a) se presenta a Juan el Bautista, como la «voz del que clama en el desierto», citando al profeta Isaías; b) se describe el bautizo de Jesús en el río Jordán; c) se dice que Jesús es llevado al desierto:

Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.   Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él.   Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.   Y luego el Espíritu le impulsó al desierto. (Mr. 1: 9-12)

No obstante de esta cita del ayuno de Jesús, es importante mencionar que la Biblia tiene más de una decena de fragmentos en donde se subraya la importancia del ayuno y de la oración para la vida espiritual.   Es una práctica que se pondera tanto en el Antiguo Testamento, como en el Nuevo Testamento, desde la Torá, llamado Pentateuco por el cristianismo, hasta el libro de los Hechos de los Apóstoles.   En este último, se lee: «Así que después de ayunar, orar e imponerles las manos, los despidieron» (Hechos 13:3).

Por otro lado, los cuarenta días no son una escogencia estrictamente del cristianismo, pues en la Torá se menciona, que cuando Moshé, Moisés, escribió los diez mandamientos: «Y Moisés se quedó en el monte, con el Señor, cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber nada. Allí, en las tablas, escribió los términos del pacto, es decir, los diez mandamientos»  (Éxodo 34:28).   Acá conviene recordar que la fiesta de la Pascua que hemos mencionado en el primer párrafo, se refiere a Pascua de Resurrección (Pascua Florida,​ Domingo de Pascua, o Domingo de Resurrección), la fiesta central del cristianismo.

Esto es, la Cuaresma concluye con el Triduo Pascual (proveniente del latín: Triduum Paschale) es el periodo de tiempo en el que la liturgia cristiana conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, al tercer día después de haber sido crucificado.   No obstante, Jesús dispone morir en la semana de la pascua del judaísmo, que se determina mediante el calendario lunar, de manera que se fusionan ambas conmemoraciones.   También cabe apuntar que el prescrito Juan el Bautista es venerado como un importante personaje en el islam, a quien, en el Corán, se le llama Yahya, al igual que en otros credos abrahámicos menores, como el mandeísmo, o los extintos sabeísmo y maniqueísmo, religiones monoteístas, pero unitaristas y fuertemente dualistas.

En lo que sigue haremos unas reflexiones en torno de la práctica y de la creencia, más general, sobre las bondades espirituales del ayuno, puesto que, más allá del cristianismo o el islam, tanto el ayuno como la oración son recomendadas.    A su vez, en el curso de las consideraciones críticas, será conveniente reflexionar sobre cómo se entienden ahora estas prácticas y cómo, muchas veces la recomendación desde una religión institucionalizada puede derivar en la pérdida de su sentido original.

Transitando estos rumbos, ya se ha dicho que la hipocresía impera, y desde los tiempos del surgimiento del cristianismo se insitía mucho en ello.   Recuérdense las palabras de Jesús:

Cuando ayunen, no pongan cara triste como hacen los hipócritas, que demudan sus rostros para mostrar que están ayunando. Les aseguro que estos ya han obtenido toda su recompensa.   Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sea evidente ante los demás que estás ayunando, sino solo ante tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.  (Mt. 6:16-18).

Mohandas Karamchand Gandhi, también conocido como Bāpu y Mahatma, ambos títulos honoríficos, expresó, de distintas formas, lo que en cierta entrevista dijo con estas palabras:

Tengo gran respeto por el cristianismo; a menudo he leído el sermón de la montaña, una y otra vez, y he aprendido mucho de él.   No sé de nadie que haya hecho más por la humanidad que Jesús.   De hecho no hay nada malo en el cristianismo, pero, el problema es con ustedes los cristianos, que no comienzan a vivir con base en lo que ustedes mismos enseñan.

De lo anterior, vemos que la Cuaresma, este período de cuarenta días de duración, implica, para el mundo cristiano, un camino de preparación espiritual personal en vísperas del Triduum Paschale, el Triduo Pascual, que contiene los momentos más significativos del cristianismo, en los que se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.   La palabra triduo procede del latín triduum, de tres, y duum, derivado de dies, día, por lo que literalmente vendría a traducirse como «espacio de tres días», aunque las actividades y momentos litúrgicos abarcan cuatro, pues empiezan desde el atardecer del Jueves Santo, y se extienden hasta el Domingo de Pascua, o Domingo de Resurrección.

No obstante, a pesar de esta introducción, sobre la Cuaresma, en el contexto del cristianismo, es importante insistir en la observación que hemos dibujado entre líneas en lo precedente, en el sentido de que la celebración de la Pascua hebrea, con los días que esta conmemoración suele incluir, precedieron al histórico Jesús de Nazaret, y aún más a la posterior fundación y cimentación de las diferentes vertientes de la religión cristiana, como le concebimos hoy en día.

En complemento, la Pascua judía contiene rituales y celebraciones específicas, tradiciones muchas vigentes desde los lejanos tiempos cuando Jesús nació.   El término antiguo para la Pascua judía es Pésaj, que en hebreo (פסח) significa salto.   Así, pascua denota o se interpreta como «dar el paso», pues originalmente refiere a la salida del pueblo hebreo de su cautiverio en Egipto.   Esta observación que hacemos, distinguiendo la Pascua de Resurrección, cristiana, de la Pascua hebrea, del judaísmo, no excluye su interconexión.   En efecto, pareciera que Jesús realizó ciertos actos vinculando las antiguas tradiciones con su prédica, enseñando una nueva forma de ver las cosas.   El ayuno y la oracíón no fueron excluidas de esta nueva visión.

Por un lado, la explicación de los cuarenta días que Jesús ayunó en el desierto, donde fue tentado por Satanás, puede encontrarse en la primera parte de la Tanaj, la Torá, el Pentateuco del cristianismo.   Específicamente, en el libro del Éxodo, se lee que Moshé ayuna durante cuarenta días y cuarenta noches, previo al momento de la transcripción de la ley fundamental de las religiones abrahámicas, los denominados diez mandamientos.   De esta guisa, el evento que deriva y da origen a la Cuaresma cristiana, como tiempo de prueba y profundización espiritual, tiene sus raíces en una tradición del pueblo judío, la cual Jesús decide practicar antes de dar inicio a su ministerio público.

Por el otro lado, muchos eruditos y especialistas bíblicos concuerdan en que Jesús induce su muerte en la cruz mediante ciertas acciones que emprende en su visita a Jerusalén, en particular, con los sucesos acontecidos con los mercaderes del templo, un símbolo muy importante para el judaísmo, evento denominado por algunos académicos como «la purificación del templo».   Este singular acontecimiento, que muestra a Jesús, enérgico y decidido en la acción, rechazando la inercia de la tradición judía, vigente por siglos, es relatado de distintas maneras en los cuatro evangelios canónicos.   No obstante, cabe señalar que, en el Evangelio de Juan, la ocurrencia de estos hechos se describe al inicio de su ministerio.

Por esta discrepancia cronológica, algunas exégesis han catalogado que estos relatos corresponden a hechos distintos, separados en el tiempo, a pesar de su similitud.   También se ha hipotetizado el creciente antisemitismo del cristianismo primitivo, en los tiempos en que el Evangelio de Juan fue redactado, fenómeno que, por otro lado, posibilitó la separación entre la teología judaica y la naciente del cristianismo del primer siglo de nuestra era.   A su vez, la purificación del templo, cuando Jesús echa con látigo y violencia a los mercaderes, está vinculada con el tema que estamos abordando, pues se manifiesta, taxativamente, en favor de una espiritualidad genuina, que señala, absolutamente ausente, en aquellos que se benefician del comercio y de la religión.

Contra este materialismo religioso, en definitiva vigente al día de hoy, la narrativa en los evangelios nos traslada a las palabras utilizadas por Jesús: «Escrito está —les dijo—: “Mi casa será llamada casa de oración”; pero ustedes la están convirtiendo en “cueva de ladrones”» (Mt. 21:13).   La importancia que la tradición hebrea, en los tiempos de Jesús, concedía al ayuno y a la oración, como elementos fortificantes del espíritu, se ve perfectamente retratada en un pasaje del Evangelio de Marcos, que, como hemos comentado, fue base para los otros dos sinópticos.

Invitamos al lector y lectora que nos sigue, una mesurada lectura del relato completo (véase Mr. 9.14-29), con la salvedad, en calidad de advertencia, que encontrará en el mismo una de las frases más duras que Jesús hiciera a sus discípulos: «¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar?».    En la narrativa, esto se expresa cuando Jesús, acercándose a una multitud que rodeaba a sus discípulos y unos escribas que les disputaban, se enteró de que no habían podido expulsar a un demonio que tenía poseído, como lunático, al hijo de uno de los presentes.

Aquí, queremos enfocarnos en los dos últimos versículos del relato, donde se explica la incapacidad de los discípulos de Jesús para realizar el exorcismo solicitado: «Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?   Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno».   El énfasis en negrita que he colocado, es para caer en la cuenta de lo que, para el cristianismo, y en general, para las religiones abrahámicas, sea el islam u otras de menor tamaño, representan las dos prácticas a las que nos estamos aproximando.

En torno del sentido que tienen el ayuno y la oración, en estas otras religiones o sistemas de creencias, citamos previamente a la figura de Juan el Bautista, a quien Jesús se refirió como «el mayor nacido de mujer».   Juan es reconocido como un profeta especial, tanto en algunas denominaciones cristianas, como en otros credos.   Sirva de ejemplo la iglesia ortodoxa, que honra al Bautista seis veces al año, siendo el 29 de agosto un día de tristeza, cuando se recuerda el martirio del santo, de una manera similar a la conmemoración de la crucifixión de Jesucristo, el Viernes Santo.   Sobre lo que Jesús expresó de Juan, se lee:

De cierto os digo: entre los que nacen de mujer, no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, es mayor que él.   Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. (Mt. 11:11-12)

Esta alusión que Jesús hace de Juan, se suscita después de atender a los discípulos de este último, que han sido enviados para preguntarle a Jesús si él es aquel que había de venir, o si debían seguir esperando.   Juan, encarcelado y previo a su martirio, les ha enviado a preguntar, según cuenta la difundida historia que involucra a Herodes Antipas, tetrarca de Judea, a su esposa, Herodías, y a la hija de esta, Salomé.   La influencia del Bautista en la vida de Jesús es innegable.   De forma exclusiva, el Evangelio de Lucas describe un pasaje conocido como la «visitación», el cual revela que Jesús y Juan se llevaban meses de edad.

De esta guisa que este tema del titular, del ayuno y la oración, vienen a raíz de la Cuaresma, como preparación espiritual, previa a la fiesta de la Pascua de Resurrección.   Sin embargo, aunque estas prácticas se encontraban ya enraizadas en el judaísmo primitivo, anterior a Jesucristo, debe repararse que también se les observa ampliamente en otros credos o religiones, bajo la idea de un encuentro personal con los aspectos más profundos o espirituales en nuestro ser.   En breve, el ayuno es el acto de abstenerse de la comida y la bebida, ​por un periodo determinado.  Aunque se realiza, principalmente, por motivos religiosos, también se acude al mismo como protesta sociopolítica o con fines fisiológicos curativos.

Hasta ahora nos hemos enfocado en el origen cristiano de estas prácticas, pues la tradición les concibe como parte medular de los preparativos cuaresmales, donde el creyente renueva su devoción, arrepintiéndose de sus pecados, mediante la abstinencia de algunos alimentos, intensificando la limosna y perseverando en la oración.   Empero, cabe distinguir entre la abstinencia parcial, que evita la ingesta de ciertos alimentos específicos (como la carne, el pescado, el vino, etcétera), y el ayuno total.   En otros ámbitos culturales, y de foma más amplia, el ayuno refiere también a la supresión de aquellas actividades que, de manera natural o personal, nos causan placer, como el caso de toda forma de actividad sexual.

Así, aunque ahora se habla de grandes beneficios físicos, como la cetosis, la autofagia y la restricción calórica sistémica, y otros beneficios mentales, asociados con la neurología (como prevención del alzheimer y la activación neuronal) y la cerebrovascularidad, la mayoría de personas que lo practica lo hace por motivos de desarrollo espiritual, asociados a una religión o como creencia personal.   Una diversidad de textos sagrados menciona al ayuno como medio de crecimiento espiritual, al igual que la oración.   Entre estos libros sagrados se encuentran, en orden de antigüedad: la Tanaj, el Upanishad, el Mahabhárata, el Nuevo Testamento, el Talmud, y el Corán.

En el mundo occidental, judeocristiano, como asceta, destaca Juan el Bautista.   Eruditos consideran que Jesús y Juan compartieron lugares y momentos de su infancia, en vista que guardaban un cierto parentesco, como se relata en el primer capítulo del Evangelio de Lucas, donde se explica que Isabel, la madre de Juan, es pariente de María, la madre de Jesús (véase Lc. 1:36).    A Isabel se le encuentra en la mayoría de versiones evangélicas como Elisabet (Ἐλισάβετ), el nombre griego para Isabel, en vista de que los evangelios se escribieron inicialmente en ese idioma.   Por otro lado, Elisabet, proviene del semítico, hebreo, Elisheba (אֱלִישָׁבַע: Elishevá).

La figura de Juan es ciertamente muy popular en su época.   Hoy en día, fuera del cristianismo, se le considera un santo de primer orden, descendiente de una familia escogida con una misón especial.   Por ejemplo, el islam considera que su madre, Isabel, es una mujer honorable, y Zacarías, su padre, es citado varias veces en el Corán, en donde también se relata la concepción milagrosa de Yahya, Juan, a quien Alá convertiría en un gran profeta (léase, Corán 19:12).

En una diversidad de escritos apócrifos, textos no aceptados por la ortodoxia cristiana (no canónicos), también se habla de Juan.   Es el caso del Evangelio de Santiago, donde se describe el asesinato de Zacarías, padre de Juan.   Otros, presentan a Jesús como uno de los discípulos de Juan, entendiéndose que se apega a sus enseñanzas ascéticas y de perfeccionamiento, físico y mental.   Cabe indicar que algunos de los textos gnósticos hablan de los viajes de Jesús al Oriente, donde regresa con el dominio completo sobre su cuerpo y sobre los espíritus de la naturaleza.   Ambas versiones presentan a Jesús como un aprendiz excepcional, habiendo superado todos los niveles y procesos de iniciación espiritual.

Lo cierto es que los textos bíblicos describen al Bautista como un asceta formidable, que vivía en el desierto, que vestía pieles de camello y se alimentaba de langostas y miel silvestre, predicando y bautizando en las orillas del río Jordán.   También se presenta una secuencia, en la cual el ascenso de Jesús como predicador conlleva el descenso de Juan, a quien Jesús coloca como el ejemplo de espiritualidad genuina, un profeta sencillo, alejado de los engaños y de la vida de falsedades del mundo, muy cercano a las concepciones que el budismo había empezado a difundir en el lejano oriente.   Léase:

¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas?   He aquí, los que llevan vestiduras delicadas, en las casas de los reyes están.   Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta?   Sí, os digo, y más que profeta.   Porque este es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti.   (Mt. 11:8-10)

El Evangelio de Marcos nos presenta una excelente síntesis de la hermenéutica cristiana del ayuno, mediante el retiro de Jesús al desierto, donde, cito, «era tentado por Satanás, estaba con las fieras y los ángeles le servían».   Esta versión de Medio Oriente, no se distancia mucho de la encontrada más al Este, donde el ayuno es concebido como un profundo encuentro con uno mismo, liberando las ataduras del cuerpo, permitiendo una aproximación a las realidades más hondas del espíritu.   Por ello, las pruebas en el desierto siguen a la purificación del bautismo.   Las victorias que del ayuno proviene perduran después de este.   De aquí el sentido de las palabras de Jesús: «este tipo (de demonio), con nada puede salir, solo con ayuno y oración».

Lo cierto es que, en el marco del pensamiento occidental, Juan es un ejemplo de vida ascética, en la que el ayuno y la oración revisten un modelo a seguir para el desarrollo vital, espiritual.   En complemento, ampliando los horizontes del análisis, vemos que este tipo de creencia es un común denominador con otras religiones, más allá del antiguo pensamiento semítico, judeocristiano.   Ambas prácticas se encuentran ampliamente esparcidas por todo Oriente, donde adquieren singulares tonalidades.   Es el caso del hinduismo, en donde destaca la creencia en los siddhis, o facultades extraordinarias adquiridas mediante la práctica del yoga, pero, en particular, mediante el ayuno  sistemático y la oración, en forma meditativa.

Por otro lado, amerita apuntar que en toda forma ascética de iniciación, subyace una noción dualista del mundo, como se observa en los esenios o en las distintas formas del gnosticismo cristiano primitivo.   Empero, en cierta medida y de distintas formas, el mensaje de Jesús pareciera colocarse por encima de toda norma preexistente a su ministerio, de una manera sorprendentemente original.   En algún momento, a Jesús se le cuestiona sobre el por qué sus discípulos no ayunan:

Entonces ellos le dijeron: «¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben?» Jesús les dijo: «¿Acaso pueden ayunar los invitados a la boda mientras el esposo esté con ellos?   Mas vendrán días cuando el esposo les será arrebatado; entonces, en aquellos días ayunarán»   (Lc 5, 33-35).

Sin embargo, a pesar de la claridad de muchos de los relatos presentes en los evangelios, en la actualidad se observan, con gran frecuencia, mensajes contrarios a los mismos, como en la muy difundida teología de la prosperidad, una vertiente esencialmente materialista, que, a manera de contrato de compra-venta, recuerda a los maestros de la ley de los tiempos de Jesús.  Así, vemos ahora, a los nuevos saduceos, amigos de la riqueza y el poder, controlando las grandes organizaciones (el actual templo de Jerusalén), y a los nuevos fariseos, amigos de la manipulación, controlando las fuerzas mediáticas y la psicopolítica del día a día.   Con ambas fuerzas se enfrentó y se manifestó el histórico Jesús de Nazaret.

El epígrafe de esta extensa publicación, debido al Mahatma Gandhi, describe cómo, desde la mesa de la abundancia, no puede superarse esta completa incomprensión de la dinámica espiritual.   La cita completa del pensador indio, proveniente de una entrevista que le hicieran, dice:

Es bonito hablar de Dios mientras estamos sentados después de un agradable desayuno y a la espera de otra comida aún mejor.   Pero, ¿cómo puedo hablarle de Dios a las muchedumbres que tienen que tirar hacia adelante sin dos comidas al día?   A estos, Dios solo se les puede representar como pan y mantequilla

En otra oportunidad, el abogado, pacifista y político decía: «Para un hombre con el estómago vacío, la comida es Dios.   La única forma aceptable en que Dios puede presentarse a un pueblo hambriento y desocupado, es en el trabajo y la promesa de alimento como salario».   En el artículo «Religión y espiritualidad» hemos querido separar la religiosidad oficial contemporánea de muchas de las enseñanzas medulares de Jesús.   A este respecto, Juan Blanco, en su reciente artículo acá en el Suplemento Cultural LaHora, «Un ayuno ateo y salvífico», expone una deleznable realidad de nuestra sociedad, propia del tercer mundismo, a la que él denomina «un cristianisno de finca».

Este sesgo tendencioso de una religiosidad nominalista, en la línea de un materialismo religioso, basado en una variedad mercantilista de compra-venta, verdadera antinomia de Cristo, es denunciado por Jesús, cuando se expresa, contrario a la tesis teológica de la bendición sionista neopentecostal, con las siguientes palabras:

¿A qué compararé la gente de este tiempo?   Se parece a los niños que se sientan a jugar en las plazas y gritan a sus compañeros: «Tocamos la flauta, pero ustedes no bailaron; cantamos canciones tristes, pero ustedes no lloraron».   Porque vino Juan, que ni come ni bebe, y dicen que tiene un demonio.   Luego ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen que es glotón y bebedor, amigo de gente de mala fama y de los que cobran impuestos para Roma. Pero la sabiduría de Dios se demuestra por sus resultados. (Mateo 11:16-19)

A la larga, a manera de sumario, debemos partir de que emitimos juicio desde nuestras percepciones y nuestras comprensiones del mundo.   Sin embargo, siempre deberíamos dejar la puerta abierta, o al menos alguna ventana, para darnos la oportunidad de ver a través de los ojos de la otredad, de aquellos que viven en ayuno permanente, no voluntario, y que su vida misma es una oración perpetua por una realidad mejor.   Aunque el ayuno es citado en la Biblia en repetidas ocasiones, once específicamente, debemos retornar a una concepción más universal de los mensajes fundamentales de los evangelios.

En la novela Siddhartha, del escritor, poeta, novelista y pintor alemán, nacionalizado suizo, Hermann Karl Hesse, se lee que el protagonista, en su desarrollo preliminar, se expresa, sobre sus cualidades más sublimes: «Sé pensar, sé ayunar, sé esperar».   Sobre la espera y la paciencia deberemos volver.   Cerramos evocando la imagen de Juan el Bautista, denunciando la hipocresía y la falsedad, propias de la riqueza y la comodidad que esta genera, con la que recordamos las palabras de Gandhi, cuando decía: «Podemos engañar a nuestras familias, a nuestra aldea, a nuestra casta, pero nunca podremos engañar a Dios».

Entre estas imágenes del Bautista, Siddhartha y Gandhi, emergen imponentes las palabras de una de las bienaventuranzas, en el nunca agotado Sermón del Monte:

Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.   Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados.   Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis»  (Lc. 6.20-21).

¡Qué estas semanas se transformen en un provechoso tiempo para la búsqueda y la reflexión!

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[ 1 ]   Imagen editada por Vinicio Barrientos Carles   ::   https://www.iurd.com.ve/blog/ayuno-de-jesus-que-es/    +    https://www.freepik.es/vector-premium/fondo-manos-rezando-dibujadas-mano_3526340.htm    +     https://elcristo.org/968/el-ayuno-de-jesushttps://www.facebook.com/esoterismocarmo/photos/qu%C3%A9-son-los-siddhislos-siddhis-son-los-poderes-que-logra-un-yogui-avanzado-en-cu/590053207727724/?locale=es_LA

[ 2 ]   Editada por Vinicio Barrientos Carles   ::   https://www.aciprensa.com/noticias/9-datos-que-no-conocias-sobre-la-vida-de-san-juan-bautista-44531   +    https://cubcorner.org/es/articles/1152015_JohntheBaptist   + https://es.wikipedia.org/wiki/Salom%C3%A9_%28princesa%29    +    https://desafiojoven.com/devocional-juan-el-bautista.html

[ 3 ]   Imagen editada por Vinicio Barrientos Carles   ::   https://www.universal.org.ar/ayuno-de-jesus-por-que-40-dias/   +   https://www.10minconjesus.net/meditacion_escrita/ayuno-casamiento/     +     https://desdelafe.mx/opinion-y-blogs/cultura-biblica/cuales-fueron-las-tentaciones-de-jesus-en-el-desierto/

[ 4 ]   Imagen editada por Vinicio Barrientos Carles   ::    https://lamenteesmaravillosa.com/los-siddhis-o-facultades-extraordinarias-segun-los-orientales/    +   https://www.prensalibre.com/vida/salud-y-familia/como-hacer-ayuno-espiritual/   +   https://es.wikipedia.org/wiki/Cuaresma   +   https://www.traveler.es/articulos/el-banquete-libro-cocinar-para-muchos-navidad   +   https://www.flaticon.es/icono-gratis/manos-orando_85327