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El asesinato de Charlie Kirk es usado por la derecha en Perú
La derecha aprovecha el asesinato para posicionarse como una opción, de cara a las próximas elecciones presidenciales.
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Bajaron de los autobuses por decenas. Eran familias de las periferias pobres de Lima, la capital de Perú, que llegaron a la ciudad convocadas por un viaje, un almuerzo y una entrada gratis para un parque acuático. Algunas lucían los atuendos que usaban para ir a la iglesia y llevaban biblias, pues habían oído que habría un evento conmemorativo para un cristiano evangélico como ellos. Les dijeron que había sido asesinado en Estados Unidos por sus creencias, aunque pocas sabían su nombre.
Muchas otras estaban más confundidas. “¿Quién es Charlie Kirk?”, preguntó Milagros García, de 56 años, sentada con un plato de pollo en el evento en honor de Charlie Kirk celebrado en Lima, el sábado último.
“No, no lo he visto”, añadió cuando le mostraron el folleto del acto: una foto de Kirk delante de las banderas peruana y estadounidense. Tres mujeres a su alrededor coincidieron. Igual que García, muchos asistentes dijeron que pensaban que se trataba de un mitin a favor del alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, un político de derecha conocido como Porky, considerado el principal contendiente para ser el próximo presidente del país y de quien se espera que anuncie pronto su candidatura. No estaban del todo equivocados. López Aliaga, de 64 años, intenta posicionarse como uno de los próximos líderes latinoamericanos de la derecha mundial contemporánea, con lo que se une al brasileño Jair Bolsonaro, al argentino Javier Milei y al salvadoreño Nayib Bukele.
El político anunció el evento conmemorativo de Kirk en una conferencia celebrada en Madrid, España, el mes pasado, y lo calificó como el único homenaje a Kirk respaldado por el gobierno en América Latina. El momento también era oportuno. López Aliaga organizó el homenaje al activista alineado con Donald Trump justo cuando buscaba —y recibía— la ayuda del gobierno de EE. UU. en una batalla legal en la que hay mucho en juego y que libra en el país norteamericano. López Aliaga ha estado luchando para que la ciudad se haga cargo de una red de autopistas de peaje de gestión privada y elimine los peajes, una propuesta que les ha gustado a muchos votantes.
Ya ha impedido que la empresa que gestiona las vías cobre muchos peajes, con el argumento de que el contrato es nulo porque nació de un soborno. Esos presuntos sobornos formaban parte de una extensa red multinacional de corrupción que salió a la luz en la investigación de la Operación Lava Jato, de Brasil, hace una década, y que fue perseguida, en parte, por el Departamento de Justicia estadounidense. Brookfield Asset Management, que no estaba implicada en ese esquema de corrupción, compró posteriormente una participación mayoritaria en el contrato de Lima. Desde entonces ha demandado a la ciudad y ha ganado.
Los tribunales de arbitraje han ordenado a Lima que pague a Brookfield US$200 millones. Brookfield también ha demandado a Perú por US$2 mil 700 millones, alegando que las acciones de López Aliaga violaban un acuerdo comercial. Los casos podrían llevar a la bancarrota a la capital peruana y a la carrera política de López Aliaga. Pero el alcalde recibió recientemente un espaldarazo del gobierno de Trump. A partir de una carta enviada en marzo, Edward R. Martin Jr., funcionario del Departamento de Justicia de Estados Unidos nombrado por Trump, señaló que el Gobierno estaba volviendo a examinar las acusaciones de corrupción relacionadas con el contrato de Lima.
Días después de anunciar el acto de Kirk en España, López Aliaga viajó a Washington y, según confirmó su abogado, se reunió con Martin. Posteriormente, este le envió cartas a un exfuncionario del Departamento de Justicia y a su antiguo bufete de abogados, cuestionando por qué no se había nombrado a Lima como víctima en la investigación de Lava Jato, lo que podría permitirle anular el contrato. El viernes, este hecho apareció en la portada de un importante periódico conservador de Perú, con el siguiente titular: “Trump destapa bomba”. López Aliaga lo compartió varias veces en las redes sociales, al tiempo que promocionaba el evento en memoria de Kirk al día siguiente.
El asesinato de Kirk se ha convertido en una poderosa herramienta de la derecha para motivar a sus bases, atacar a la izquierda y promover sus políticas. El gobierno de Trump lo ha citado para reprimir a grupos políticos de izquierda y cancelar los visados de algunos extranjeros. Pero los grupos de derecha en el mundo también han sacado provecho, utilizando la muerte de Kirk como grito de guerra en la mayor reunión de extrema derecha celebrada en el Reino Unido en años, y en la conferencia de Madrid organizada por Vox, el partido de extrema derecha español cada vez más popular.
De la sangre de los mártires salió una revolución, que fue la expansión del cristianismo
La semana pasada, López Aliaga dijo en una entrevista, en la municipalidad de Lima, que nunca había oído hablar de Kirk antes de su muerte. Afirmó que, tras el tiroteo, empezó a ver los videos de Kirk. “Aquí han dicho que era discurso de odio, que eran intolerantes. No he encontrado un solo video donde él haya sido agresivo, intolerante”, dijo. “Más bien, mucha paciencia, para mi gusto, demasiada paciencia”. El alcalde dijo que decidió de manera impulsiva organizar el acto conmemorativo de Kirk durante su estancia en España. Allí anunció que sería una ceremonia “apoteósica” y comparó al activista estadounidense con los mártires de Roma que ayudaron a difundir el cristianismo tras la muerte de Jesús.
“De la sangre de los mártires salió una revolución, que fue la expansión del cristianismo”, sostuvo en la entrevista. “Este Charlie Kirk es un punto de quiebre porque mucho joven ha reaccionado como diciendo: ‘Somos Charlie Kirk, no se ha muerto, se ha multiplicado’”. Sus planes de honrar a Kirk en el Circuito Mágico del Agua de la ciudad, un parque con jardines cuidados y 13 fuentes sincronizadas, no fueron bien recibidos por muchas personas en Lima, una ciudad de 10 millones de habitantes. Comentaristas de todo el espectro político cuestionaron la celebración de ese acto para un extranjero poco conocido, pero no para ningún peruano. López Aliaga siguió adelante de todos modos.
En vísperas del acto, predijo entre 30 mil y 40 mil asistentes. Cuando se le preguntó sobre los rumores de que la ciudad enviaría a gente en autobús, lo negó. “Tiene que ser orgánica”, señaló. A la mañana siguiente, las calles que rodeaban el parque estaban llenas de autobuses que transportaban pasajeros desde lugares ubicados a una distancia de hasta cuatro horas. Tres conductores dijeron que la ciudad les pagaba; otros dos dijeron que les pagaban, pero que no sabían quién. Algunos autobuses distribuyeron almuerzos. Carlos Flores, conductor de mototaxi, dijo que había tomado un autobús para ir al parque con su esposa y sus dos hijos tras oír hablar del evento en un comedor social. “Es un paseo, o sea, es para los niños”, dijo.
Cuando le preguntaron por Kirk, puso cara de perplejidad. “Es que nosotros vivimos lejos y ahí no hay mucha comunicación”, dijo. Mariela Ramos, de 44 años, revendedora por internet, fue en autobús con su hija pequeña porque había oído que López Aliaga iba a exponer sus planes como presidente. “Para mí, como ciudadana peruana, quiero escuchar qué es lo que tiene para nosotros”, dijo. Sin embargo, cuando llegó, se encontró con dos grandes pantallas que emitían fragmentos de discursos de Kirk con subtítulos en español y, a continuación, con una mujer que cantaba canciones cristianas.
Para ese entonces estaba claro que la asistencia era mucho menor de lo que López Aliaga había previsto. Tal vez se habían presentado unos pocos miles de personas, la mayoría en los autobuses. Decenas habían venido claramente a honrar a Kirk. Algunos llevaban camisetas de “Yo soy Charlie Kirk”. Un hombre ondeaba una bandera israelí. Una mujer que sostenía un cartel con la imagen de Kirk lloró al hablar de lo que consideraba una creciente persecución de los cristianos. Stefano Ferrigno, que se considera un podcastero, vestía un uniforme militar negro inspirado en el de un partido fascista peruano de la década de 1930.
“Yo pienso que la única solución para este país es un verdadero nacionalismo, un verdadero caudillo que lidere este Perú con fuerza, con puño de hierro”, dijo Ferrigno, levantando el puño enguantado. López Aliaga “es una muy buena opción”. El alcalde llegó acompañado de una banda de música en vivo y en medio de cánticos de “Porky”. En el escenario, pronunció un discurso sobre cómo la muerte de Kirk demostraba la grave amenaza que la izquierda representaba para la sociedad.
“Esa izquierda no parte del amor, parte del odio, de la lucha de clases, de la envidia, de dividir”, dijo. “Tenemos que darnos cuenta de que estamos bajo ataque, igual que Estados Unidos”. Concluyó entregando un diploma honorífico de la ciudad de Lima al único estadounidense en el escenario: Martin De Luca, un abogado radicado en Miami que representa al alcalde en el caso de las autopistas de peaje. El acto duró 90 minutos. Al anochecer, el parque proyectaba imágenes de Kirk en las fuentes de agua, pero la mayoría de los asistentes ya habían subido a los autobuses para regresar a casa.
Contactado por teléfono al día siguiente, López Aliaga dijo que no tenía ni idea de dónde procedían los autobuses. “Tengo al día muchos, tres o cuatro, eventos por día. Ya entrar al detalle de cómo se organiza la gente, no. No es el rol mío”, dijo. “Imagínate, pregúntale a un alcalde en Nueva York, cómo se movilizó la gente. Más respeto, por favor”, añadió. “Poquito más de respeto”.