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No hay mal que por bien no venga
Frente al tiburón, resulta mejor ser rémora que sardina.
Ante situaciones adversas, había un antiguo dicho que usaban las abuelas tratando de encontrar el lado positivo, afirmando que no había mal que no trajera algo bueno. La decisión del gobierno de los Estados Unidos de América (EUA) de devolver a nuestros connacionales, migrantes ilegales e incriminados por cualquier clase de delitos, que contabilizan 250 mil de los tres millones de migrantes chapines viviendo en el país del norte, así como a los miles que llegaron recientemente a su territorio, podría obligar a que la dirigencia nacional en nuestro país (política, económica y social) despierte del letargo en que vive y salga de la anomia en que los tiene sumida una economía moderadamente creciente, incapaz de generar suficientes empleos, pero que hasta ahora ha logrado mantener una conveniente estabilidad macroeconómica, en medio de las trifulcas político-judiciales de una extendida disputa por el poder público.
Si no fuese por la amenaza, ahora concretándose por parte del gobierno del presidente Trump, los migrantes chapines no estarían apresurándose a enviar los fondos ahorrados allá (como empezamos a ver en enero pasado), previniendo un retorno intempestivo y forzado, como lo anticipé el 20 de noviembre pasado en el espacio de esta columna: “La marea que viene del norte”.
La reciente visita del secretario de Estado de los EUA, en un ambiente diplomáticamente relajado y amistoso al gobierno del presidente Arévalo, favorece a este último, dándole un respiro en su pugna político-judicial en que se ha visto enfrascado desde antes de tomar posesión del cargo.
Pero abre otras posibilidades que, siendo ventajas comparativas que tiene nuestro país por su posición geográfica privilegiada, podríamos convertirlas en ventajas competitivas dentro del contexto de la confrontación por la hegemonía mundial entre EUA y China. Tradicionalmente, de hecho y por circunstancias históricas, Guatemala ha sido socio, amigo y aliado de los EUA.
Guatemala es, hoy por hoy, el socio más confiable en la región, dado que ni México ni el resto de Centroamérica, incluyendo Panamá, se han mantenido leales a los EUA en su disputa global con China.
Sabiendo que después del canal de Panamá, las otras dos mejores ubicaciones para construir un “canal seco” interoceánico ferroviario y carretero están en México, en el istmo de Tehuantepec, y en Guatemala, entre los puertos Quetzal y Santo Tomás de Castilla, es momento de aprovechar las circunstancias geopolíticas. Las conversaciones iniciadas entre autoridades guatemaltecas y norteamericanas desde antes de la toma de posesión del presidente Trump, abonan a que el país tenga una extraordinaria oportunidad de mejorar su infraestructura portuaria e interoceánica.
Guatemala es, hoy por hoy, el socio más confiable en la región, dado que ni México ni el resto de Centroamérica, incluyendo Panamá, se han mantenido leales a los EUA en su disputa global con China. A pesar de presiones ideológicas, políticas o comerciales internas y externas, Guatemala ha mantenido una inquebrantable amistad con Taiwán e Israel, sólidos amigos y aliados comunes con los EUA.
No hay tiempo que perder. El gobierno del presidente Arévalo debe actuar rápidamente y concretar esto a la brevedad, para que los resultados de este esfuerzo binacional se vean prontamente, en beneficio de ambos países. Frente al tiburón, resulta mejor ser rémora que sardina. A veces hay que ser pragmáticos, consolidando el ser aliados, amigos y socios.
Y esto, antes de que se diluyan las palabras del secretario Marco Rubio: “Las empresas no van a venir a invertir a un país en donde va a haber un golpe de Estado y una nueva autoridad va a tomar el control y básicamente les va a decir que esta fábrica ya no les pertenece. Las empresas no van a invertir en un país donde tienen que sobornar a los funcionarios electos para conseguir un contrato”.