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Educación, rehén del chantaje: un mes sin clases
¿A qué maestro le conviene que su vocación sea instrumentalizada? ¿Qué padre, madre o abuelo desea ver a sus hijos atrapados en el conflicto político de unos pocos?
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Guatemala ya suma 39 días sin clases en miles de escuelas públicas debido al paro convocado por el Sindicato de Trabajadores de la Educación (STEG), dirigido por Joviel Acevedo. Más de un mes en el que niñas y niños han sido privados de su derecho a aprender, padres de familia han debido reorganizar sus vidas, y miles de maestros comprometidos han sido ignorados o manipulados por un liderazgo sindical que actúa por intereses propios.
¿A qué maestro le conviene que su vocación sea instrumentalizada? ¿Qué padre, madre o abuelo desea ver a sus hijos atrapados en el conflicto político de unos pocos?
¿A quién sirve este paro? ¿A qué maestro le conviene que su vocación sea instrumentalizada? ¿Qué padre, madre o abuelo desea ver a sus hijos atrapados en el conflicto político de unos pocos?
Un verdadero líder sindical defiende a sus trabajadores con dignidad y responsabilidad. Negocia, propone, busca el bien común. Pero lo que ha hecho Joviel Acevedo es exactamente lo contrario: tomar como rehenes a los alumnos y usar a los maestros como piezas de presión para su agenda política.
Este no es un movimiento por la educación. Es un movimiento por el poder.
A pesar de los múltiples llamados del Ministerio de Educación, de tres resoluciones judiciales que ordenan reanudar clases, y de las sanciones impuestas (descuentos salariales, actas disciplinarias y procesos de destitución a más de 6,000 maestros), Acevedo continúa en rebeldía. Su discurso ya no representa a los docentes: solo entre un 10 y 12 % del magisterio lo respalda activamente, una cifra que confirma su aislamiento.
Para variar, el Ministerio Público no ayuda en nada. En lugar de investigar el incumplimiento de resoluciones judiciales, parece proteger a Joviel y su grupo, reforzando la impunidad de un liderazgo sindical que ha perdido legitimidad.
Incluso los propios maestros —la inmensa mayoría, honestos y vocacionales— han continuado dando clases, organizando actividades escolares y pidiendo volver a las aulas. Son ellos quienes realmente sostienen el sistema educativo. Son ellos los que merecen respeto, condiciones dignas y oportunidades de crecimiento profesional.
Mientras tanto, miles de niñas y niños siguen en casa. Algunos ya presentan rezagos en lectura, otros en matemáticas. Muchos han perdido el ritmo del ciclo escolar. Y los padres, agotados, claman por una solución.
Diversos estudios muestran que cada día sin clases en primaria equivale a retrocesos concretos en comprensión lectora y habilidades matemáticas. Esto no es solo un retraso momentáneo: es un golpe a largo plazo al desarrollo humano, que perpetúa el ciclo de pobreza en muchas comunidades.
Además, el pacto colectivo que exige el sindicato ha sido señalado como financieramente insostenible y desproporcionado en sus beneficios. No busca una mejora real para todos los maestros, sino privilegios para una minoría con fines políticos.
La Corte de Constitucionalidad también debe ponerse del lado de la niñez. Una inconstitucionalidad presentada por la PGN fue retirada de agenda sin explicación. Es momento de que los más altos tribunales asuman su responsabilidad y prioricen los derechos de quienes más lo necesitan: los estudiantes.
El mensaje es claro: no se puede construir una mejor educación desde el chantaje ni el abuso de poder. La educación debe ser el terreno de los acuerdos, no del conflicto.
Joviel Acevedo se queda cada vez más solo. Aislado por la justicia, debilitado ante la opinión pública, y sin el respaldo masivo que antes decía tener. Su figura ya no inspira liderazgo, sino rechazo. Porque en esta lucha no ha buscado mejorar la educación, sino sostener su poder a cualquier costo.
Hoy más que nunca debemos alzar la voz a favor de los verdaderos maestros, los que madrugan, preparan clases, y luchan contra la adversidad. A favor de los estudiantes, que merecen un sistema que les dé alas, no cadenas. Y a favor de los padres, que con esfuerzo sostienen la esperanza de un futuro mejor.
Guatemala necesita líderes que construyan, no que paralicen. Necesita acuerdos por la educación, no más excusas. El tiempo perdido no se recupera. Las oportunidades que negamos a esta generación, nos costarán caro como país.
Ya basta de chantajes.
Es momento de volver a clases.
Es momento de avanzar.