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Embajador nombrado a dedo
Ya son varios los pasos que ha dado el presidente para congraciarse con la oligarquía.
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Cuando el entonces presidente Jimmy Morales anunció que no renovaría el mandato de la Cicig, el 31 de agosto del 2018, de manera simultánea envió camiones militares con armas de largo alcance para intimidar al personal que se encontraba en la sede de esa misión. Todo el escenario estaba preparado para desmantelar la lucha contra la corrupción.
Arévalo nombró como embajador en España a quien se dedicó a desprestigiar a la Cicig y justificar su expulsión del país.
En el frente internacional se encontraba Jorge Skinner-Klée, embajador del país en las Naciones Unidas, quien no solo justificó la expulsión de la Cicig, sino que acusó al comisionado Iván Velásquez de impulsar el terror judicial e involucrarse en política. En una entrevista con Ricardo del Rincón, de CNN, Skinner-Klée dijo que Velásquez y la Cicig se habían extralimitado en su mandato, habían violado los derechos de los ciudadanos y se habían metido en campos para los cuales no estaban autorizados. Dijo que el expresidente Morales había sido una víctima de Velásquez porque lo perseguía a él, a su hijo y a su hermano, aunque se cuidó de decir las razones de los ilícitos que estos habrían cometido.
Pero Skinner-Klée no solo atacaba verbalmente, también se involucró de lleno en la conspiración anti-Cicig. Con Manuel Espina, exembajador de Guatemala en Washington; Acisclo Valladares Molina, exembajador en el Reino Unido, y Antonio Arenales Forno, exembajador en Uruguay, conformó un grupo de cabildeo internacional para desprestigiar a la Cicig y justificar su expulsión de Guatemala.
Pese a ese expediente, la fortuna siempre ha acompañado a Skinner-Klée. El presidente Bernardo Arévalo, quien llegó al poder como parte de la ola de la lucha contra la corrupción que impulsó Iván Velásquez, ahora nombra a este diplomático como embajador en España. Ante el repudio que despertó la designación del verdugo de la Cicig, el mandatario obvió referirse a ese rechazo y se limitó a decir que se trataba de una rotación regular y continua de los diplomáticos de carrera.
La justificación de Arévalo es falsa, tal como lo afirma Fernando González Davison, exembajador de Guatemala en varios países sudamericanos y Japón. En un artículo que publicó en el sitio Gazeta,gt, este diplomático dice que le asombra que el presidente que prometió luchar contra los oscuros y el pacto de corruptos justifique ese nombramiento como algo normal cuando Guatemala carece de una academia diplomática formal. “Los embajadores son nombrados a dedo por los presidentes”, expresa. Según González Davison, eso de “diplomático de carrera” no existe, es un invento para “colocar a familiares o amigos de antiguos políticos o militares de gobiernos de turno que hacían parte de las estructuras de corrupción”.
Lo que ha hecho Arévalo es mantener incólume la estructura del servicio exterior, sin cambios de magnitud que reflejen lo que se ha dado en llamar “la nueva primavera”. González Davison también se refiere al actual canciller Carlos Ramiro Martínez, de quien dice: “Siempre ha estado al servicio de los presidentes de turno y de los intereses de los poderosos, incluso del cierre de la Cicig”. Asegura que Martínez, como vicecanciller del expresidente Alejandro Giammattei, intentó boicotear la elección presidencial de Arévalo y por eso fue cuestionado en la OEA. Empero, afirma González Davison, “prevaleció en Arévalo la amistad y compadrazgo con Martínez y lo nombró su canciller”.
Ya son varios los pasos que ha dado el presidente para congraciarse con la oligarquía, mientras se despreocupa de lo que ocurre con quienes arriesgaron hasta su vida para que él pudiera asumir la Presidencia. Ese es el caso de los dirigentes indígenas Luis Pacheco, Héctor Chaclán y Esteban Toc Tzay, acusados de terrorismo por su lucha en defensa de la democracia. Así como de quienes han combatido la corrupción, como Jose Rubén Zamora y los fiscales, jueces y periodistas obligados al exilio.