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La tradición de las bandas escolares en Guatemala: un legado que sigue sonando fuerte
Conozca el legado de cuatro bandas escolares en Guatemala con varias décadas de experiencias que forman parte de un legado imborrable en la cultura del país.
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Decenas de bandas escolares recorren Guatemala cada 15 de septiembre. El sonido de cada redoblante, lira e instrumento ejecutado trasciende el ámbito escolar y cívico, ya que abarca también lo histórico y lo cultural.
En los desfiles cívico-escolares más recientes, se calcula que han participado más de cien bandas estudiantiles, según datos hemerográficos. Entre memorias imborrables y una disciplina que perdura en el tiempo, quienes han integrado estas bandas rememoran estos momentos como un antes y un después en sus vidas.
Tanto en la Ciudad de Guatemala como en la provincia, se han fundado distintas bandas de guerra. Sin embargo, en el caso de la provincia, existen cuatro bandas en particular que cuentan con 75 años o más de existencia.
Entre ellas figuran la banda del Liceo Guatemala de Quetzaltenango, la del Colegio Evangélico La Patria de Occidente, la del Instituto Normal para Varones de Occidente (Quetzaltenango) y la del Instituto Normal para Varones de Oriente (Chiquimula).
Banda escolar del Instituto Normal para Varones de Occidente (Invo)
En los 153 años de historia del Instituto Normal para Varones de Occidente (Invo) uno de los hechos más memorables fue el nacimiento de la banda, la cual surgió en 1936, detalla Francisco Tirado, director del centro. También refiere que, durante esa época, el instituto estaba militarizado y que la banda se originó precisamente por la necesidad de interpretar marchas de este corte.
Según el docente, así se mantuvo hasta 1972, año en el que el plantel dejó de estar militarizado. A raíz de ello, se incorporaron nuevas melodías al repertorio, entre las que se encuentran Adiós, muchachas, El jardín de los cerezos, Lamento boliviano y Volveré, entre otras.
Añade que este repertorio ha crecido y que la banda es muy solicitada. A lo largo de su historia, ha viajado a El Salvador, México y otros países donde se aprecia la música que interpreta. Agrega que es una de las bandas más esperadas durante el desfile del 14 y 15 de septiembre en Quetzaltenango.
En la actualidad, la banda está formada por estudiantes del ciclo básico. Se calcula que la componen entre 65 y 70 educandos. Aunque el establecimiento históricamente se caracteriza por ser para varones, este año se registra la presencia de mujeres en la banda; algunas de ellas, batonistas.
El grupo musical desfila con redoblantes, trompetas y bombos, entre otros instrumentos. Hace algunos años se utilizaban liras, pero Tirado comenta que su mantenimiento y la compra de repuestos resultan difíciles por motivos presupuestarios. Sin embargo, la banda ha salido adelante, pese a los distintos retos que ha enfrentado.
“La banda se está preparando. El año pasado no pudimos, pero este año nos estamos preparando (…). Diferentes generaciones quieren escuchar la banda y recordar las vivencias que tienen del establecimiento en la banda”, comenta el profesor.
Como ocurre con otras agrupaciones escolares, un requisito fundamental es contar con buen rendimiento académico y sujetarse a la disciplina del centro educativo. Además, únicamente se permite la participación de alumnos activos del instituto.
“Yo resalto dos aspectos fundamentales. El hecho de rendir como corresponde en su profesión académica y sujetar la disciplina al reglamento que hoy existe para la banda propiamente”, subraya Tirado.

Esto se debe a que el grupo representa al instituto, un establecimiento que se ha convertido en un ícono de la educación asevera Tirado. “Hablar de la banda para nosotros es hacer memoria, es recordar tantas vivencias. Quienes tuvieron el privilegio en tantas generaciones de interpretar algún instrumento en la banda, hoy lo recuerdan con mucho cariño. Entonces, para nosotros la banda significa mucho amor por ella y por la institución”, afirma el docente.
Además, Tirado reflexiona sobre el papel de las bandas en el fomento del patriotismo dentro de la localidad y el país. “Vivamos el verdadero civismo de estos días”, comenta. También destaca la importancia de evitar rivalidades personales entre bandas, pues lo esencial son los valores cívicos que se promueven durante estas fechas en el país:
“Entendamos que lo hacemos por conmemorar las fechas de independencia de nuestro país. Hoy, con tantas situaciones que estamos viviendo, creo que a través de la música podemos reconocer a Guatemala como la nación que realmente es, y ser parte de este civismo. Es decir, (se trata de) que tratemos de hacer las cosas como corresponden: en paz, con amor y cariño”, resalta.
Asimismo, asegura que, a través de la música, es posible rescatar aquellos principios patrios que se han ido perdiendo, así como el civismo que tanto se necesita como país.
Banda escolar del Liceo Guatemala Quetzaltenango
Guillermo Ramírez, miembro de la junta directiva del Liceo Guatemala Quetzaltenango, comenta que el primer bloque de la compañía del establecimiento desfiló por primera vez en 1946, al unirse al desfile tradicional en la época posterior a la Revolución de 1944.
Según la historia oficial del establecimiento, este fue fundado por la congregación salesiana de Don Bosco, el 2 de mayo de 1944. El primer propietario en figurar fue monseñor Jorge García y Caballeros, de origen guatemalteco. “Sin embargo, los fundadores fueron el padre Juan Palamini y el padre José Da Ros, ambos de origen italiano”, se indica.
De conformidad con el relato, a finales del 1949 se adquirieron seis bombines cromados, un bombo policromado y tres cornetas, instrumentos con los que se fundó la banda de guerra del establecimiento en 1950 para acompañar a la banda del Liceo Guatemala que ya desfilaba en años previos.
Palamini adquirió nuevos instrumentos en la capital, y gracias a Da Ros se ejecutaron marchas influenciadas por el Ejército italiano, un estilo que perduró hasta 1958. Según Ramírez, una figura clave en la formación de la banda fue el padre Virgilio Maggioni, quien llegó a Quetzaltenango en 1956 y asumió la dirección del centro educativo un año después.

La primera banda
El sacerdote trajo desde Italia la primera banda de guerra, cuyos instrumentos eran una batuta cromada, liras, trompetas, redoblantes, bombos y platillos. Esta fue estrenada el 15 de septiembre de 1959.
Además, gracias a Maggioni, se efectuaron cambios importantes en la banda, tales como la modificación del uniforme, pues se introdujeron trajes militares inspirados en el de la academia militar estadounidense West Point, indica Ramírez.
Con estas modificaciones, surgió una nueva etapa en la historia de la agrupación, en tanto se comenzaron a interpretar melodías contemporáneas, en especial, bandas sonoras de películas bélicas.
Uno de los desfiles icónicos tuvo lugar el 15 de septiembre de 1963, cuando la banda ingresó en el hipódromo de la cabecera de Quetzaltenango y estrenó la interpretación de El gran escape, melodía que pasó a la historia como el himno de batalla de su alumnado hasta la actualidad.
Ramírez relata que, a finales de la década de 1970, se añadieron algunas melodías tipo balada al repertorio de la banda: “Se introdujeron con un tipo de marcha”, afirma. Con la firma de los acuerdos de paz en 1996, se incorporaron melodías rítmicas. No obstante, a mediados de la siguiente década se retomó la línea marcial, la cual permanece en la actualidad.
Hoy, la banda está integrada por dos bloques: el de la compañía, que incluye la pancarta, el estandarte, a los gastadores, escoltas y banderas, caballería, reinas del establecimiento y banderines.
El otro bloque está formado por el estandarte de la banda de guerra, trompetas, liras, redoblantes y bombos. Según Ramírez, la banda está dirigida por un comandante general y un comandante de cada uno de los bloques. Los estudiantes cursan el quinto grado de bachillerato.
Legado histórico de una banda escolar
Ramírez asegura que pertenecer a la banda representa un privilegio y, para los estudiantes, una meta por cumplir. Además, uno de los requisitos fundamentales es mantener un buen rendimiento académico, ya que la disciplina es uno de los ejes esenciales de cualquier banda.
Además del legado de la agrupación como tal, esta cobra relevancia personal para cada uno de los estudiantes que han formado parte de ella, ya que para muchos se ha convertido en el primer triunfo de su vida. También ha sido una de las formas de fomentar valores tales como disciplina, respeto, meritocracia y una lucha constante por los sueños.
“Inculcarles esos valores es lo más importante que deja la banda”, subraya Ramírez, quien además afirma que otro elemento fundamental del legado es que muchos exalumnos regresan para escuchar a la banda, lo cual refleja las emociones que experimentan quienes han pasado por las aulas a lo largo de los años, y esto remarca que el legado persiste.
Añade que el significado de la banda trasciende al centro educativo, pues ha sido la inspiración de otras que se encuentran tanto en Quetzaltenango como en otros municipios del país, incluida la capital.

Colegio La Patria Quezaltenango
José Benítez, director de la banda de La Patria de Occidente, inicia el relato destacando la riqueza histórica de estos conjuntos en Guatemala. Al igual que la agrupación del Colegio La Patria, el profesor comenta que existen muchas agrupaciones que han perdurado con el paso del tiempo.
Benítez refiere que —según se sabe— la banda comenzó en 1950 por iniciativa de Miguel Ángel Soto, uno de los fundadores del establecimiento. En aquella época, las bandas de guerra empleaban tambores y algunos tipos de cornetas, liras y bombines. “La banda estuvo en este formato durante muchos años, y en Quetzaltenango siguen siendo tradicionales las bandas de guerra”, comenta el docente.
De conformidad con Benítez, el estilo de la agrupación cambió en 1980, cuando se incorporaron trompetas y algunas armonías, un uso que se mantuvo intacto durante algún tiempo: “Fue el auge de las bandas de guerra y una que otra marcial”, comenta. Sin embargo, seguía siendo una banda de guerra.
Según el educador, la agrupación tuvo una evolución significativa, ya que se transformó en una banda latina hacia el 2000. Entonces, comenzó a competir en distintos eventos junto con otras de buen nivel.
En el 2002, la banda experimentó otra transformación, al convertirse en marching band, la primera en dicho formato, según afirma Benítez. Añade que este estilo requiere disciplina, sincronización y elegancia al momento de ejecutar las interpretaciones.
No obstante, la evolución no terminó ahí, ya que entre 2009 y 2010 la banda vio su última transformación: adoptó el formato drum & bugle corps. En este, Benítez explica que las bandas presentan un espectáculo temático para estadio que incluye instrumentos electrónicos, escenografía y otros elementos.

Retos que se enfrentaron a raíz de la pandemia
Al igual que otras bandas en Guatemala, esta agrupación detuvo sus actividades durante la pandemia de covid-19, debido a las restricciones impuestas en el país. A pesar de ello, retomaron sus actividades sin perder la esencia. “Inculcamos valores: respeto, trabajo en equipo, humildad, perseverancia”, comparte Benítez.
El profesor enfatiza que, como comunidad educativa, buscan fomentar virtudes en el alumnado. Además, asegura que la banda desarrolla las inteligencias múltiples y permite la enseñanza cristiana que impulsa ese centro educativo.
En cuanto al aspecto secular, Benítez afirma que la banda ha permitido que la labor del plantel se conozca a escala departamental, y que incluso algunos estudiantes deciden ingresar al colegio gracias a ella.
Esta ha competido tanto en el ámbito nacional como internacional, en países como Costa Rica, México y Estados Unidos.
¿Cuándo inician los preparativos de una banda escolar?
Según Benítez, los preparativos comienzan desde enero y febrero. Ensayan dos veces por semana y los sábados durante todo el día, a fin de no afectar el rendimiento académico ni el promedio de notas. Para que un estudiante se integre, el proceso de formación dura entre seis meses y un año.
Además, el docente menciona que hay preparación durante la temporada navideña, con el objetivo de mantener activos a los estudiantes. Además, destaca que son pioneros en actividades de esa época, pues la banda acompaña uno de los desfiles tradicionales del municipio.
Entre los instrumentos desplegados se encuentran cajas con redoblante, bombos, platillos, marimbas, bombo de concierto, xilófono y batería. También se incluyen instrumentos de viento, como la trompeta, barítono de marcha y tuba de marcha.
Actualmente, el grupo está integrado por 70 miembros: 30 mujeres y 40 varones, con edades entre 14 y 16 años, pertenecientes a los niveles básico y diversificado. La agrupación se divide en cuatro secciones: color guard, brass, percusión y front ensemble. En cada una de ellas participan tanto señoritas como jóvenes, especifica Benítez.
Como cualquier otra banda, esta agrupación escolar ha enfrentado desafíos, incluido el cese de actividades durante la pandemia. Por ello, el educador resalta que el crecimiento ha sido lento, pero constante, gracias a la perseverancia de sus integrantes. En consecuencia, la banda sigue siendo uno de los referentes de la región en su género.
Respecto del legado, Benítez subraya que las bandas representan cultura, por lo cual insta a la unidad al interior de los centros educativos: “Debería haber hermandad dentro de los establecimientos”, comenta.
Banda escolar del Instituto Normal para Varones de Oriente (Invo)
Aunque no se cuenta con la fecha exacta de fundación de la banda, Érick Monroy, profesor del establecimiento, narra detalles memorables sobre su historia a lo largo de las últimas décadas. Rememora que uno de esos instantes fue cuando desapareció temporalmente el formato de banda de guerra, en 1996, debido a la firma de los acuerdos de paz, según señalaron miembros de otros institutos.
El docente señala que, antes de ello, la banda estuvo militarizada durante algún tiempo. Con el paso de los años, las influencias salvadoreñas de ciertos géneros —como la cumbia y otros similares— incidieron en la agrupación, y las bandas de Chiquimula se volvieron bastante rítmicas, debido a la cercanía de ese departamento con el país vecino.
Al igual que ocurrió con otras agrupaciones, la banda del centro educativo desapareció durante la pandemia. “Estamos retomando la banda de guerra escolar”, indica Monroy, y asegura que forma parte de la identidad del establecimiento.
Uno de los retos del instituto está relacionado con la desaparición de la carrera de magisterio, pues —según el educador— eso disminuyó drásticamente la población estudiantil.
En la actualidad, el grupo musical está formado por estudiantes de primero y segundo básicos. En julio último se reanudaron los ensayos, los cuales se llevan a cabo fuera del horario de clases, resalta Monroy.

En cuanto a los instrumentos, disponen de cuatro bombos, tres clarines, un triple, y el resto lo componen redoblantes, instrumentos de viento y liras. Como sucede en otros planteles, los educandos que deseen integrarse deben cumplir con la disciplina y con cierto récord de asistencia, ya que, si dejan de asistir a tres ensayos, pueden quedar fuera de la banda.
Asimismo, solo se admite la participación de estudiantes activos, no de exalumnos. Por otro lado, retomar la banda requiere presupuesto, por lo cual se han concretado colaboraciones para recaudar fondos destinados a la compra de cinchos, baquetas, tornillos para reparar instrumentos y también uniformes, dado que existen limitantes económicas, según Monroy.
Sin embargo, el profesor resalta que muchos docentes, especialmente quienes tienen más de 30 años de servicio, se emocionan ante el regreso de la banda, pues la institución goza de gran prestigio en el municipio. “Para nosotros es un gran prestigio, es una gran admiración”, expresa Monroy.
El profesor añade que los esfuerzos encaminados a la banda representan el amor que se inculca hacia el establecimiento, lo cual se refleja también en generaciones antiguas.

“Las promociones que salieron hace algunos años son las más emocionadas, son los compañeros que sacan lágrimas. Hacemos un desfile y es un desfile grande, de muchas promociones; entonces, les digo a los patojos: ‘Miren a las promociones viejas, cuánta emoción sienten por el instituto, el logotipo, el color del uniforme’, ya que estar en el Invo no es cualquier cosa”, recalca.
Por ello, Monroy subraya que la banda no solo representa música, sino también el fervor que muchos profesan hacia el establecimiento que los vio formarse en lo académico.