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Programa que redujo la desnutrición aguda en Huehuetenango podría replicarse en el país
Expertos afirman que la experiencia en Huehuetenango demuestra que la desnutrición aguda puede eliminarse con atención móvil y comunitaria, y que el modelo se puede extender hacia otras regiones.
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Un programa a cargo de la entidad Guatemaltecos por la Nutrición, que logró reducir la desnutrición en Huehuetenango, podría replicarse en otras regiones, según el director del proyecto y una experta en la materia que evaluó los resultados.
El proyecto del sector privado comenzó en el 2022 y, según sus resultados, permitió que la desnutrición aguda en niños menores de cinco años bajara del 6% a 0.38% en las comunidades más afectadas, mientras que la desnutrición crónica disminuyó hasta 17%.
El director ejecutivo de Guatemaltecos por la Nutrición, Jorge Silva, y la doctora Sophia Aguirre, de la Universidad Católica de América, en Washington, expusieron los avances y retos del programa que se ejecuta en comunidades de Huehuetenango para combatir la desnutrición. Ambos confirmaron que se analiza llevar este modelo a otros departamentos del país donde los índices de desnutrición también son elevados.
“Estamos evaluando municipios de Quiché, Alta Verapaz, San Marcos y otros, pero ya hay experiencias paralelas en áreas de la capital y municipios aledaños, a través de la Fundación Castillo Córdoba”, dijo Silva, al indicar que se elabora un nuevo mapa de priorización junto con expertos en la materia.
Silva recordó que la decisión inicial se tomó con base en evidencia técnica.
“En el 2021, cuando el programa se empieza a conceptualizar, hicimos un análisis de 17 variables para establecer dónde era importante llegar. Con la Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil (2014-2015) detectamos que Totonicapán, Quiché y Huehuetenango eran los más afectados, pero la letalidad en casos de desnutrición aguda en La Democracia, Huehuetenango, nos llevó a empezar ahí”, explicó.
Sobre cómo puede hacerse más efectiva la inversión pública, en comparación con el programa que ellos implementan, Silva opinó que las estrategias estatales —del Pacto Hambre Cero, la Ventana de los Mil Días y Mano a Mano— han sido correctas en su diseño, pero necesitan mayor movilidad.
“Los puestos de salud fijos son necesarios, pero insuficientes. La atención primaria y los servicios de asistencia técnica deben moverse hacia las comunidades. En la medida en que nos acercamos desde el campamento y la clínica móvil, somos más eficientes y efectivos”, afirmó. Respecto de si existe resistencia en las comunidades, el director admitió que al inicio enfrentaron desconfianza.
“Las personas nos preguntaban qué íbamos a regalar, y respondíamos que nada, que veníamos a trabajar con ellos. Hoy, después de dos años, ya no esperan un beneficio inmediato; ahora piden apoyo para producir. Ese cambio de mentalidad solo se logra con permanencia”, resaltó.

Evidencia científica
La doctora Sophia Aguirre, quién evaluó los resultados del programa, fue consultada sobre qué evidencias científicas y cuantitativas confirman que el programa está transformando comunidades. La investigadora respondió que los resultados son contundentes:
“La desnutrición aguda prácticamente ha desaparecido: pasó del 6% al 0.37%. La desnutrición crónica se redujo un 17% en un año, cuando a nivel mundial un 3% ya se considera muy bueno”.
Aguirre añadió que también se observan mejoras en el desarrollo motriz y neurológico de los niños, así como avances en dignidad de vida, responsabilidad social y reducción de violencia en las comunidades.
“Los campamentos y, sobre todo, las clínicas móviles han hecho una gran diferencia”, subrayó.
Al preguntarle si el modelo puede replicarse tal como está o requiere modificaciones, la académica sostuvo que sí es replicable, aunque con adaptaciones locales.
“En cuanto a componentes, es replicable, pero cada comunidad tiene necesidades distintas: una puede requerir flores, otra, gallinas. Lo importante es que los protocolos que muestran evidencia deben seguirse”, explicó.
Finalmente, sobre qué tan efectiva puede ser la inversión pública si adopta modelos como este, Aguirre respondió:
“Lo que puedo decir es que este diseño funciona. Es un modelo que vale la pena considerar por quienes quieran mejorar la nutrición en Guatemala.”
Los indicadores del proyecto muestran una disminución histórica en Huehuetenango, lo que convierte al programa en un referente nacional para su posible escalamiento a otras regiones del país.
Desde el 2022, el programa Guatemaltecos por la Nutrición, impulsado por Castillo Hermanos con una inversión de US$15 millones, aplica un enfoque integral y replicable mediante los llamados campamentos Nutrimóviles, destinados a mujeres embarazadas, en edad fértil y a niños menores de cinco años.
Cada unidad atiende hasta 50 pacientes diarios y, desde el 2023, opera en comunidades como La Libertad, Cuilco, La Democracia, Santa Eulalia y San Pedro Soloma, en Huehuetenango, ofreciendo servicios continuos en zonas de difícil acceso, gracias a que el equipo permanece en el lugar. El modelo integra atención en salud, agua segura, nutrición, emprendimientos agrícolas y desarrollo infantil.