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Salvar al tiburón martillo es proteger el equilibrio marino
Autor: Gabriela Sosa Díaz X: @gabriiela_sosa Instagram: @gabriiela_sosa Editorial: [email protected] Frente a las costas del Pacífico guatemalteco habita una especie clave para la salud de nuestros océanos, el tiburón martillo común, cuyo nombre científico es Sphyrna lewini. Este depredador tope no solo representa un eslabón esencial en la cadena alimenticia marina, también es un termómetro […]
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Autor: Gabriela Sosa Díaz
X: @gabriiela_sosa
Instagram: @gabriiela_sosa
Editorial: [email protected]
Frente a las costas del Pacífico guatemalteco habita una especie clave para la salud de nuestros océanos, el tiburón martillo común, cuyo nombre científico es Sphyrna lewini. Este depredador tope no solo representa un eslabón esencial en la cadena alimenticia marina, también es un termómetro ecológico que revela el estado de nuestros ecosistemas.
El tiburón martillo común se encuentra en la categoría vulnerable del listado oficial de especies amenazadas del Pacífico, sin embargo continúa siendo la especie más capturada por la pesca artesanal. La Fundación Mundo Azul, organización comprometida con la conservación marina, ha documentado que el 95 % de los ejemplares desembarcados en zonas como Buena Vista, Champerico, y Retalhuleu, son tiburones juveniles que aún no alcanzan su madurez sexual; esto impide la regeneración de la especie y pone en riesgo su permanencia.
Este tiburón puede alcanzar hasta 4.30 metros y pesar 230 kilos, tiene una vida de 20 a 30 años y se reproduce mediante viviparismo placentario, lo que quiere decir que las crías nacen completamente desarrolladas tras un periodo de gestación de hasta 12 meses. Según estudios de la Fundación CRAM, las hembras dan a luz entre 25 y 45 crías por ciclo, pero si los ejemplares juveniles son capturados antes de reproducirse, este ciclo natural se interrumpe.
Guatemala cuenta con un marco legal que regula las condiciones adecuadas de pesca: la Ley General de Pesca y Acuicultura (Decreto 80-2002) y su reglamento (Acuerdo Gubernativo 223-2005); esta normativa establece vedas, tallas mínimas y permisos que buscan garantizar la sostenibilidad de los recursos acuáticos y preservar la biodiversidad; sin embargo, su aplicación es limitada. El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación –MAGA-, a través de su Unidad de Pesca y Acuicultura, solo dispone de dos supervisores para controlar toda la actividad pesquera nacional. Esto convierte la vigilancia en un gran reto.
La Fundación Mundo Azul ha invertido en estudios científicos, programas de educación comunitaria, monitoreos constantes y herramientas tecnológicas para fortalecer la conservación del tiburón martillo común. Su trabajo demuestra que, con voluntad y colaboración, es posible proteger especies clave y al mismo tiempo apoyar el desarrollo sostenible de las comunidades costeras.
El tiburón martillo común cumple un rol fundamental al controlar poblaciones de peces, calamares y crustáceos. Su ausencia alteraría toda la dinámica marina, afectando también a los pescadores artesanales que dependen de un ecosistema sano. Cuidar a esta especie es una forma de garantizar alimento, trabajo y biodiversidad para el país.