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Trump y Gaza
Donald Trump es la garantía de que no se reactive otra guerra en Gaza.
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Más allá de la polémica autopromoción de Donald Trump por recibir el Premio Nobel de la Paz (que fue entregado el pasado viernes 10 de octubre a la política de oposición venezolana María Corina Machado), una cosa se le debe reconocer al presidente de los EE. UU., y es ponerle fin a la cuarta guerra de Israel en Gaza. Lo apoye o lo odie, estimado lector, (porque los términos medios han dejado de ser la norma en la actualidad), pero al César, lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios, y el gobierno de Trump logró ponerle fin a un desgarrador conflicto que inició con la incursión sorpresiva y criminal del grupo terrorista Hamás y varios de sus colaboradores en territorio israelí, el 7 de octubre del 2023, y que generó una respuesta de parte de las Fuerzas Armadas de Israel que llegó a ser desmedida y atentó directamente contra la población civil en la Franja de Gaza.
Con el telón de fondo del conflicto entre Rusia y Ucrania, que sigue siendo el compás de los conflictos internacionales, Israel atacó objetivos en Catar, Irán, Líbano, Siria, Túnez y Yemen. Estos ataques en la región más convulsa del mundo desde hace décadas generaron mucha preocupación en varios países cercanos que, si bien tienen intereses dispares entre sí, cuentan con un aliado político, pero, sobre todo, de negocios:
EE. UU. Entre los tres países que más resaltan en esta situación está Arabia Saudita, que en mayo firmó un multimillonario acuerdo de armas y tecnología militar que busca posicionar al reino árabe como una potencia militar. Luego está Egipto, que es la principal potencia militar en el continente africano, en gran parte por la cooperación con los Estados Unidos, que también son los responsables de haber puesto y de sostener en el poder al actual presidente, el exgeneral Abdelfatah el-Sisi, después de la “primavera árabe” en aquel país, en el 2011. Por último, Turquía, otra potencia militar y miembro de la Otán, que si bien ha mantenido una relación agria con los otros miembros europeos de la organización, ha restablecido una nueva relación con EE. UU., con miras a un acuerdo comercial de un millardo de dólares negociado entre su presidente, Recep Tayyip Erdogan, y Trump, el pasado 25 de septiembre, donde también discutieron un cese al fuego en Gaza.
El gobierno de Trump logró ponerle fin a un desgarrador conflicto.
Alrededor de estos tres actores estratégicos se fue negociando el fin de la guerra en Gaza, que culminó el pasado 9 de octubre, como lo anunciaron las partes al aceptar el plan de EE. UU. Ahora viene lo verdaderamente crucial, que es la implementación de dicho acuerdo y, aún más importante, la garantía de que este se respete, tomando en cuenta la complejidad de los actores y el caso de Hamás, puesto que la organización terrorista es la que ejerce el control político en la Franja de Gaza. La primera fase del mismo ya inició, con el cese al fuego y hostilidades, y ahora proceden temas cruciales como el ingreso de ayuda internacional a la Franja de Gaza y la entrega de los secuestrados israelíes, así como los restos de quienes fueron asesinados durante el secuestro por Hamás. La puesta en libertad de prisioneros palestinos por parte del ejército de Israel se dará paralela a la entrega de secuestrados israelíes. Un equipo de trabajo internacional compuesto por representantes de EE. UU., Egipto y Turquía verá que se cumpla la implementación del acuerdo.
Tomando en cuenta el rechazo de este acuerdo, tanto de organizaciones terroristas como Hamás y la Yihad Islámica Palestina, así como funcionarios del actual gobierno de Israel, como su ministro de Finanzas y algunos opositores políticos, la cruda realidad es que la única garantía de éxito del mismo es la voluntad política de Donald Trump. ¡Feliz domingo!