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El papel del CEO como principal narrador de historias
Convertirse en el Chief Storyteller no significa sumar una nueva responsabilidad al ya complejo rol del CEO.
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En un entorno empresarial en constante transformación, donde las expectativas de los clientes, colaboradores y comunidades evolucionan más rápido que nunca, los líderes se ven obligados a ir más allá del diseño de estrategias. Hoy, su rol demanda una capacidad distinta, pero igual de fundamental: saber contar una historia.
El verdadero poder de una narrativa organizacional reside en su capacidad de volverse colectiva.
No cualquier historia, sino una narrativa que explique con claridad quiénes somos como organización, qué nos motiva, cuál es la dirección que queremos seguir y por qué este es el momento para actuar. Una historia que conecte no solo con la razón, sino también con la emoción. Que inspire a actuar, incluso frente a la incertidumbre. Que alinee, movilice y dé sentido. En este nuevo paradigma, el CEO debe asumir un papel clave: ser el ChiefStoryteller (principal narrador de historias).
La narrativa no es una técnica de comunicación decorativa ni un ejercicio de branding superficial. Es una herramienta estratégica poderosa que puede transformar la forma en que se vive el cambio organizacional. Una historia bien contada ayuda a cerrar la brecha entre la estrategia y su ejecución. Permite traducir conceptos abstractos en propósitos vivenciales, y hacer que cada persona en la organización entienda cómo su trabajo contribuye a ese futuro común.
Construir esta narrativa exige responder a cuatro preguntas esenciales: ¿quiénes somos?, ¿por qué existimos?, ¿qué buscamos lograr? y ¿por qué ahora? Estas preguntas no solo deben responderse en papel, sino vivirse con autenticidad. La historia debe reflejar la cultura real, no un deseo aspiracional vacío. La falta de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace puede erosionar la confianza en lugar de construirla.
Además, el acto de contar la historia no puede ser esporádico. No basta con mencionarla en un townhall o en una carta anual. Debe repetirse de forma constante, con variaciones adaptadas al lenguaje y las motivaciones de distintos públicos. Es a través de esa reiteración que se internaliza, que se convierte en parte del ADN organizacional.
Varios CEOs han demostrado cómo una narrativa poderosa puede movilizar organizaciones enteras. En Morgan Stanley, por ejemplo, el equipo ejecutivo ha sabido conectar cultura interna y contexto externo a través de una historia que da sentido al cambio y refuerza el compromiso de sus colaboradores.
Steve Jobs, por su parte, hizo de Apple mucho más que una empresa de tecnología: a través de su narrativa obsesionada con la experiencia del usuario, inspiró a millones a “pensar diferente” y a esperar siempre algo nuevo, bello y útil.
Está Satya Nadella, que al asumir la dirección de Microsoft, reformuló la misión de la compañía para enfocarla en empoderar a personas y organizaciones, y esa historia de inclusión, curiosidad y crecimiento colectivo redefinió la cultura de una de las empresas más influyentes del mundo.
Jaime Dimon, CEO de JPMorgan Chase, ha cultivado a lo largo de los años una narrativa centrada en la excelencia operativa y el propósito a largo plazo, usando sus comunicaciones internas y públicas para reforzar una cultura de alto desempeño, anclada en la responsabilidad y la resiliencia.
El verdadero poder de una narrativa organizacional reside en su capacidad de volverse colectiva. Cuando otros líderes, mandos medios e incluso colaboradores se apropian de la historia, comienzan a narrarla con sus propias voces y experiencias. Y eso fortalece la cultura, refuerza la alineación y multiplica el impacto.
En nuestra experiencia en McKinsey, acompañando a empresas en distintos sectores y geografías, hemos visto que las organizaciones que logran articular y sostener una narrativa auténtica tienen mayor capacidad de resiliencia, innovación y crecimiento. No es casualidad: las historias bien contadas crean sentido de pertenencia, y el sentido de pertenencia impulsa el compromiso. En momentos de cambio, ese es un activo invaluable.
En Panamá y América Central, donde muchas compañías están atravesando transformaciones importantes —desde la adopción tecnológica hasta la evolución de modelos de negocio más sostenibles—, el liderazgo narrativo no es una opción marginal: es una ventaja competitiva. Las organizaciones que logren movilizar a sus equipos, clientes y aliados con una visión clara y compartida estarán mejor posicionadas para liderar el futuro.
Convertirse en el Chief Storyteller no significa sumar una nueva responsabilidad al ya complejo rol del CEO. Significa mirar el liderazgo desde una nueva perspectiva: la de conectar estrategia, propósito y cultura a través de una historia que merezca ser contada… y vivida.