De lo exótico a lo cotidiano: los buscadores de plantas poco comunes en Guatemala

De lo exótico a lo cotidiano: los buscadores de plantas poco comunes en Guatemala

Guatemala tiene un clima privilegiado para la naturaleza, en donde coleccionistas se apasionan por lo inusual.

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07/09/2025 15:00
Fuente: Prensa Libre 

De lo exótico a lo cotidiano: los buscadores de plantas poco comunes en Guatemala

7 de septiembre de 2025

Guatemala tiene un clima privilegiado para la naturaleza, en donde coleccionistas se apasionan por lo inusual.

Luis Molina, de 39 años, es periodista de profesión, aunque su vida la ha dedicado más al mundo de las plantas, a través de su proyecto Antigua Exotic Garden.

No solo colecciona plantas exóticas, también las convierte en parte de su vida diaria. Entre cactus, aráceas y carnívoras, su historia muestra cómo un simple regalo —un cactus llamado Gregorio— puede despertar una pasión que sigue floreciendo.

“En Guatemala tenemos un lugar privilegiado para cultivar plantas. Ustedes llaman exóticas a muchas especies, pero en realidad casi toda nuestra flora es exótica a los ojos del mundo. Cuando se habla de ellas, en general se refiere a especies tropicales o poco comunes en viveros: cactus, suculentas y otras”, explica.

Él es un coleccionista de plantas y empezó su colección con un cactus, y ahora la diversidad es considerable: también tiene plantas carnívoras. Su propio jardín se ha convertido en el lugar donde pasa gran parte de su día, al cuidado de aquellas.

Hay un punto importante: Molina asegura que en Guatemala es barato cultivarlas porque no se necesita tanta tecnología como en Europa o Norteamérica, donde se crean o simulan espacios con clima templado a través de sistemas artificiales.* “Tenemos clima variable y agua la mayor parte del año. Eso nos hace un país muy adecuado para las plantas exóticas”, dice.


Gregorio, el primero

¿Cómo se enamoró Molina de la naturaleza? “Fue gracias a un pequeño cactus que me regalaron, al que llamé Gregorio”, recuerda. Mucha gente asume que quienes cultivamos plantas crecimos en un ambiente natural o con familias que tenían viveros. En mi caso no fue así: hasta los 20 años no tenía experiencia alguna.

En ese entonces estaba leyendo La metamorfosis de Kafka, cuyo protagonista es Gregorio Samsa. Además, siempre me pareció un nombre de señor (con mucho respeto para los Gregorios). Ese cactus transmitía una energía fuerte, como de “señorón”.

Lamentablemente ya no lo tengo, pero en su honor llamé Gregorio al cactus más grande de mi colección actual, de unos 40 centímetros de diámetro, que es bastante grande para la especie.

“Me gusta pensar que todos los seres humanos llevamos dentro la capacidad de cultivar; solo hace falta tiempo y atención. En mi caso empecé relativamente tarde, a los 21 o 22 años, justamente con los cactus. Uno de ellos se cayó de la maceta y eso me llevó a investigar cómo arreglarlo. Así descubrí el mundo de las plantas exóticas”, dice.

Una de sus aficiones es visitar viveros. En aquel tiempo comenzó con las suculentas y cactus, que estaban de moda. Luego vino un auge mayor durante la pandemia: al estar encerrados en casa, mucha gente redescubrió lo importante que es convivir con la naturaleza. Hoy su colección llega a más de un centenar de especies.

Con el tiempo, además de coleccionar, empezó a experimentar con híbridos. Eso es muy especial, porque a veces ha obtenido plantas que no existían antes.

Al inicio fue autodidacta, con ayuda de internet. Luego participó en eventos como la exposición de orquídeas de la Asociación Guatemalteca de Orquideología y la de cactus y suculentas en el zoológico La Aurora. Ahí se imparten charlas y talleres cada año.

Muchos decían que era imposible tener carnívoras en Guatemala, pero la experiencia ha demostrado lo contrario. Incluso ha logrado híbridos únicos, aunque requieren paciencia: estas plantas tardan entre seis y siete años en madurar.

Las Nepenthes comen moscas, hormigas o mosquitos, que son atraídos por su néctar.

(Foto Prensa Libre: Antigua Exotic Garden)

Las pingüÍculas
utilizan hojas pegajosas y glandulares para atraer, atrapar y digerir insectos.

(Foto Prensa Libre: Antigua Exotic Garden)

Amor por la naturaleza

Silvia de Palmieri, originaria de Argentina y casada con el guatemalteco Mario Palmieri, es también un referente en el tema de plantas poco comunes.

En 1981, su entonces novio y ahora esposo le regalaba orquídeas que compraba en la calle. Se vendían en muchas esquinas, aunque ahora ya no es costumbre.

“Me encantaban, aunque no sabía qué eran. Las sembraba directamente en la tierra de un pequeño jardincito que teníamos. Un día fuimos a una exposición de orquídeas para preguntar cómo cuidarlas. Lo primero que nos dijeron fue que eran plantas epífitas, que crecían en los árboles, no en la tierra. Hasta hoy la gente suele pensar que todas las plantas van en tierra, pero entre el 80 y 90% de las orquídeas viven sobre árboles, y solo alrededor de un 20% lo hace en el suelo”, explica Palmieri, quien actualmente tiene un vivero o santuario dedicado a las orquídeas.

Su trabajo y el de su esposo se centró en reproducir orquídeas guatemaltecas. Empezaron a polinizar y a producir semillas. En 2008, su esposo y su hija fundaron un laboratorio de reproducción in vitro. Se poliniza la orquídea, la semilla germina en frascos con medio estéril y, tras un proceso de ocho a 10 años, se obtiene una planta adulta en flor.
Al inicio fue un entretenimiento, recuerda. “Íbamos a invernaderos, leíamos libros —porque no existía internet— y preguntábamos. Nos consideramos autodidactas, aunque también viajamos a Hawái y a Europa para aprender técnicas de cultivo que luego adaptamos a Guatemala”, afirma De Palmieri quien ahora dirige un proyecto llamado Orquídeas S y M.

Hace 30 años fundaron la empresa familiar en la que hoy trabajan tres de sus hijos. “Para nosotros es una gran alegría, porque garantiza la continuidad de este proyecto”, asegura.

“Queremos dar el mensaje de que las plantas pueden cohabitar armónicamente, igual que los seres humanos podríamos hacerlo”, agrega la floricultora. Imparten talleres para enseñar a la gente a cuidar sus plantas.

Silvia de Palmieri se inspiró en las orquídeas y, junto a su familia, promueve el cuidado de la naturaleza. (Foto Prensa Libre: Orquídeas S y M)

Inversión inicial

Para alguien que quiere comenzar en este mundo, Molina recomienda que lo primero es no empezar con lo más caro ni con especies difíciles. Lo más importante es aprender, educarse sobre las plantas y entender que no son objetos de prueba y error, sino seres vivos.

En cuanto a dinero, depende. Hay quienes invierten de Q3 mil a Q4 mil desde el inicio; sin embargo, piensa que con unos Q1 mil se puede armar una pequeña colección de especies raras, pero manejables.

De Palmieri agrega que, al principio, todos cometemos errores: “A mí también se me murieron plantas, y es normal. Pero es parte del aprendizaje. Lo esencial es observar, preguntar y seguir intentando”, comenta. Incluso señala que, con dos plantas de Q100 cada una, es posible empezar en este mundo de la naturaleza.

Asimismo, aconseja que se adquieran en viveros confiables, no en ventas callejeras de plantas extraídas de la naturaleza, como ocurre con muchas orquídeas.

Tiempo y constancia

El comunicador y coleccionista Luis Molina pasa gran parte de su tiempo con las plantas.

Cuidarlas requiere constancia. Hay especies que solo necesitan riego ocasional, como los cactos, pero otras demandan atención diaria. También está creciendo la tendencia de plantas de interior —anturios, filodendros, monsteras—, porque se adaptan a viviendas con poca luz solar directa.

En promedio, para mantener una colección mediana se necesitan unas horas diarias. Para una colección pequeña, basta media hora.

Existen unas 25 mil especies de orquídeas. En el país se calculan alrededor de mil. La Trichopilia x ramonensis figura en imagen.

(Foto Prensa Libre: Orquídeas S y M)

La orquídea Sobralia rosea tiene floración varias veces al año y se aprecia entre los conocedores.

(Foto Prensa Libre: Orquídeas S y M)

Biodiversidad


Ana Barrios, bióloga egresada de la Universidad del Valle y asistente de investigación en el Herbario Uval, una unidad del Centro de Estudios Ambientales y Biodiversidad de la misma casa de estudios, comenta que, en nuestro clima, muchas especies florecen naturalmente, a diferencia de otros países que dependen de climas artificiales. Mucha gente piensa que exótico significa raro o peculiar, pero en ecología una planta exótica es aquella que está fuera de su distribución natural; por ejemplo, una especie africana cultivada en un ecosistema guatemalteco.

En el lenguaje coloquial usamos “exóticas” para referirnos a plantas poco comunes en los jardines, como las carnívoras. En ese caso, el término más preciso sería plantas poco comunes. Puede ser una afición muy gratificante, pero sí se necesita información básica sobre los requerimientos de cada especie. Por ejemplo, los cactus, adaptados a ambientes áridos, requieren mucha luz y poca agua. En cambio, las orquídeas o bromelias están adaptadas a ambientes más húmedos y con menos luz. En la actualidad hay información confiable en la web, sobre todo, de especies cultivables.

Cuando se compra una planta, muchas veces ya viene con instrucciones. Lo importante es investigar su hábitat natural: conocer su rango de distribución permite reproducir condiciones similares en casa.