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Del legado de María Chinchilla al STEG: ¿Sindicato o instrumento de poder?
Lourdes Reyes Instagram: Lourdes_.11 [email protected] El Día del Maestro celebrado recientemente en Guatemala en memoria de la maestra María Chinchilla, no solamente es un recordatorio de una lucha audaz, en uno de los momentos más sombríos de la historia de Guatemala bajo el régimen autoritario de Jorge Ubico; además representa la demanda de los derechos […]
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Lourdes Reyes
Instagram: Lourdes_.11
[email protected]
El Día del Maestro celebrado recientemente en Guatemala en memoria de la maestra María Chinchilla, no solamente es un recordatorio de una lucha audaz, en uno de los momentos más sombríos de la historia de Guatemala bajo el régimen autoritario de Jorge Ubico; además representa la demanda de los derechos educativos y la importancia de exhortar la participación política en la juventud.
María Chinchilla nacida en 1909 en el departamento de Jutiapa, obtuvo el título de Maestra de Educación Primaria en el departamento de Jalapa y eventualmente se mudó a la Ciudad de Guatemala para continuar ejerciendo su profesión; consolidó su trascendental activismo al unirse a Maestras Católicas, asociación que apoyaba las mejoras laborales para los profesores en un contexto social donde el gremio de maestros empezaba a organizarse.
La antesala de una protesta histórica
El jueves 7 de junio de 1944, estudiantes de la Universidad de San Carlos de Guatemala impulsaron nuevamente la Asociación de Estudiantes celebrando una primera sesión, luego de haber sido reprimidos años atrás por Jorge Ubico, manifestándose en contra del aumento salarial del 15% que había sido otorgado a empleados públicos, dejando fuera de este aumento a los maestros.
Inconformes con estas disposiciones y en un aire de descontento general, representantes de algunas facultades de la Universidad de San Carlos de Guatemala junto con el Magisterio, empezaron a organizarse para dar a conocer a través de un Memorial sus peticiones con un tiempo máximo de respuesta de 24 horas, de lo contrario se convocaría a Huelga por parte de estudiantes y maestros. Ubico no accedió y como respuesta a través de un Decreto aprobado el 23 de junio, restringió de manera arbitraria y por tiempo indefinido garantías constitucionales, al considerar que las peticiones de los estudiantes eran sinónimo de alteración al orden nacional. Contrario a lo esperado esto únicamente provocó que los movimientos estudiantiles y de maestros tomaran más fuerza y unión.
Tras varios intentos de dialogar de manera pacífica y dar a conocer nuevamente sus solicitudes, la poca capacidad de comunicación del Gobierno seguía siendo evidente; la mañana del 25 de junio caballería montada y guardias armados tomaron las calles de la Ciudad de Guatemala intimidando e hiriendo a algunos manifestantes pero no lograron vencer su espíritu. A pesar de su fallido intento de atenuar los movimientos de las masas, la represión continuó; a las 3 de la tarde un movimiento de mujeres vestidas de luto en señal de rechazo a la respuesta violenta del Estado, fueron atacadas por un escuadrón de la caballería con ametralladoras, terminando con la vida de María Chinchilla, cuyo ataque no pudo haber sido al azar, convirtiéndose así en un símbolo de lucha, resistencia y compromiso con los intereses del pueblo.
De María Chinchilla al sindicalismo moderno: La lucha continúa
El Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala surgió el 18 de enero de 1945, sin embargo, como consecuencia del derrocamiento del presidente Jacobo Árbenz, se dispersó en el año 1954. El actual STEG inició en el año 1988, convirtiéndose en el Sindicato más grande de Guatemala.
A pesar de que el movimiento sindical empezó con el objetivo de proteger los derechos laborales del magisterio, demandar salarios dignos y justos, mejoras en las condiciones de trabajo y una educación de calidad para todos, ha perdido visiblemente estos principios, ya que se ha visto perjudicado por quien ahora es considerado el más grande sindicalista en Guatemala “Joviel Acevedo”, quien fue maestro por más de 15 años en el municipio de El Estor, Izabal, para luego en el año 2000 convertirse en Secretario General del Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala y empezar allí una carrera, que hasta el momento, solo ha beneficiado sus propios intereses llevándolo a destinar la educación como medio de negociación con los últimos 7 Jefes de Gobierno, logrando beneficios para el Sindicato que se han mantenido bajo confidencialidad por petición del mismo.
El pasado 19 de mayo, por llamado de Acevedo, los sindicalistas entraron en asamblea Nacional Permanente para exigir heredar varios artículos del Pacto Colectivo firmado durante el Gobierno de Alejandro Giammattei; una vez más el STEG demostró que su prioridad no es la educación ni el bienestar de los niños, sino el chantaje político y que los beneficios que obtuvieron en gobiernos pasados se sigan perpetuando a costa de los estudiantes, dejando a más de 300 mil estudiantes del sector público sin clases desde hace más de un mes.
En un país donde apenas el 23% de la población logra llegar al ciclo diversificado, y los índices de deserción escolar y repitencia van en aumento, la poca atención, la inexistencia de un Sindicato comprometido a las mejoras educativas y la falta de un liderazgo transparente y justo, únicamente vulneran el derecho a la educación y traicionan el legado de Chinchilla.
El verdadero homenaje a la resistencia magisterial sería un Sindicato de Trabajadores de la Educación que combata la corrupción interna como primer paso y que ponga a disposición de todos, las aulas con el único propósito de enseñar. El verdadero poder sindical no se debería medir por los días que puede durar un aula sin clases sino por la capacidad para exigir mejoras en el sistema educativo sin dañar a los más vulnerables.
María Chinchilla no murió para que su legado se convirtiera en justificación para usar la educación como medio para conseguir privilegios para unos pocos, murió para que ningún maestro tuviera que protestar a costa de sus alumnos. La educación guatemalteca demanda un sindicalismo que respete los intereses de todos, que sea transparente en acciones y empiece a usar para el bien común el arma más poderosa de todas: la educación.