Calidad proteica en edad escolar y adolescentes

Calidad proteica en edad escolar y adolescentes

La calidad de la dieta es importante para una ingesta adecuada de nutrientes y para el riesgo de incidencia, severidad y complicaciones de enfermedades infecciosas y crónicas incluso la salud mental relacionadas con la nutrición. Una dieta deficiente se relaciona con un aumento de la morbilidad y la mortalidad por enfermedades. En niños en edad […]

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Resumen Automático

07/07/2025 10:06
Fuente: La Hora 

La calidad de la dieta es importante para una ingesta adecuada de nutrientes y para el riesgo de incidencia, severidad y complicaciones de enfermedades infecciosas y crónicas incluso la salud mental relacionadas con la nutrición. Una dieta deficiente se relaciona con un aumento de la morbilidad y la mortalidad por enfermedades. En niños en edad escolar y adolescentes, una nutrición óptima y una dieta saludable son fundamentales para el crecimiento y el desarrollo, incluyendo el desarrollo cerebral y cognitivo, así como el crecimiento y la mineralización ósea lineal y también para el desarrollo futuro de sus patrones de salud y enfermedad.

Qué debemos saber

Deficiencias de micronutrientes durante este período no solo tienen un impacto en la edad en que se vive, sino que pueden tener efectos duraderos en la edad adulta, en el desarrollo cognitivo y la capacidad laboral posterior y en el aparecimiento y evolución de enfermedades crónicas.

En general la mala ingesta de un nutriente se llame carbohidrato, grasa o proteína altera la salud. En el caso de la edad que hablamos, afecta un hoy y un mañana del niño y el adolescente y a pesar de ello, para los niños entre los 4 a 18 años de edad, contamos con escasos datos que evalúan los efectos de una ingesta alta o baja de proteínas, en etapas posteriores de la vida.

¿Falta conocimiento sobre ingesta proteica en escolares y adolescentes?

Sí falta. No obstante que el rango óptimo de consumo de proteínas a estas edades aún no se ha establecido con certeza, la evidencia disponible sugiere una relación entre un nivel de ingesta y salud, con diversas características. Por ejemplo, se ha encontrado que una ingesta alta de proteínas, propicia un aumento del índice de masa corporal (IMC), que podría deberse a un aumento del índice de masa libre de grasa (MLG), en comparación con el índice de masa grasa (IMG). También se ha encontrado que la ingesta alta de proteínas en la infancia, se relaciona con una mayor adipogénesis y un mayor riesgo de obesidad a lo largo de la vida.

El escolar suele ser una persona muy activa, por lo general debe consumir y llenar los requerimientos adecuados de proteínas al día, pues son necesarias para el buen funcionamiento de varias funciones: favorecer la adaptación metabólica, la reparación, la remodelación y el recambio proteico.

Se sabe, por ejemplo, que las tendencias de ingesta de proteínas en niños y adolescentes en Europa Occidental y Estados Unidos suelen ser dos o tres veces más altas que las recomendaciones dietéticas. Esto plantea la pregunta de si las recomendaciones actuales de proteínas son precisas o subestiman las necesidades reales de los niños y adolescentes. También se necesita más investigación para identificar posibles ventanas de tiempo críticas para la salud el crecimiento y el desarrollo en estas edades; para determinar rangos óptimos de ingesta de proteínas e investigar si las recomendaciones actuales deben reevaluarse a la luz de la salud.

Ante el dilema de lo que se sabe actualmente ¿qué es lo mejor?

Lo mejor es consultar con el médico que debe darle un adecuado seguimiento a la salud del escolar y el adolescente y a su dieta. Vale la pena recordar que más allá de las recomendaciones dietéticas para prevenir deficiencias de carbohidratos, grasas y proteínas, no existen pautas para una ingesta proteica “óptima” para promover un crecimiento y desarrollo saludables.

¿Cómo está la dieta de nuestro escolar y adolescente?

En nuestro medio, la ingesta de proteínas y su origen animal o vegetal, puede variar significativamente, dependiendo de factores como el acceso y consumo de alimentos que se tiene (patrón de consumo), el nivel socioeconómico y la región del país. En áreas rurales y comunidades indígenas, por ejemplo, la dieta se basa principalmente en maíz y frijoles, que son fuentes de proteínas vegetales, pero no siempre suficientes para cubrir las necesidades nutricionales. Las Encuestas Nacionales de Salud Materno Infantil (ESMI) nos han revelado que muchos escolares y adolescentes en Guatemala, en realidad, cerca de la mitad de estos, consumen una dieta monótona y baja en proteínas, especialmente en áreas rurales y urbanas marginales. No se debe olvidar que la falta de diversidad en la alimentación contribuye a deficiencias nutricionales. También nos han mostrado esas encuestas, que los escolares y adolescentes de esos territorios, consumen menos proteínas de origen animal de las recomendadas, lo que puede afectar su crecimiento y desarrollo físico y cognitivo.

Por otro lado, los programas de alimentación escolar en Guatemala han sido de ayuda para mejorar la ingesta calórica, pero se ha observado que la calidad nutricional de estos, especialmente en proteínas, no siempre es suficiente para cubrir las necesidades de los escolares. Hay que recordar que muchas familias de escolares, viven en condiciones de pobreza, lo que limita su acceso a alimentos ricos en proteínas, como carne, huevos y lácteos.

En conclusión, podemos decir que en nuestro país se consume con mucha desigualdad tanto cantidad como calidad proteica. La deficiencia de consumo de proteína durante este período de la vida, no solo tiene un impacto en su crecimiento y desarrollo, también tendrá efectos duraderos en la salud de su edad adulta, en el desarrollo cognitivo y la capacidad laboral posterior.

Hablemos de efectos a largo plazo de la ingesta de proteínas en niños y adolescentes sanos

La infancia tardía y la adolescencia temprana son etapas cruciales para el desarrollo físico y cognitivo, y existe evidencia de que la dieta se mantiene desde la adolescencia hasta la edad adulta. Por ejemplo, se ha encontrado que una ingesta alta de proteínas en niñas durante la vida escolar y previa a esta, puede reducir significativamente la ganancia de grasa corporal y aumentar la ganancia de masa libre de grasa a los 14-16 años. Por tanto, se ha sugerido que la regulación del crecimiento escolar y adolescente a través de la producción de un juego de hormonas fundamentales, podría ser modulado por aminoácidos específicos y estos están relacionados con la ingesta de proteínas. Por lo tanto, la influencia de la ingesta de proteínas en la composición corporal, podría deberse no solo a la cantidad total o la fuente de proteína, sino también a la combinación de aminoácidos específicos.

Los resultados de los estudios, también sugieren que pueden existir diferencias de género en términos del impacto de la ingesta de proteínas y resultados posteriores de composición corporal. Assmann et al. Por ejemplo1, encontraron que una mayor ingesta de proteína animal durante la pubertad, se asocia con un índice de masa grasa (IMG) más bajo solo en hombres. Por el contrario, una mayor ingesta de proteína animal se asoció con un mayor IMG, principalmente entre mujeres. Además encontraron una asociación ligeramente positiva entre una mayor ingesta de proteína animal y el IMG en hombres adultos jóvenes.

Los efectos de la ingesta de macronutrientes dietéticos y la grasa corporal en sujetos, desde los 13 años en adelante, también han sido estudiados. Por ejemplo, Koppes et al.2 durante un período de 23 años estudiaron en los mismos sujetos el papel de la proteína. Ellos encontraron que las mujeres con alta grasa corporal a la edad de 36 años tuvieron una ingesta relativa de proteína significativamente mayor a las edades de 13, 32 y 36 años. Por el contrario, entre los hombres con alta grasa corporal, no hubo ingestas relativas de proteína más altas durante la pubertad en comparación con los hombres sin alta grasa corporal.

Considerando esos y otros resultados en conjunto, existe una aparente tendencia positiva a ver en una mayor ingesta de proteínas, un aumento del índice de masa libre de grasa (IMLG) pero no del IMG. La consistencia de estas observaciones parece aumentar cuando el consumo de proteínas se produce durante los períodos prepuberal y puberal, y cuando el impacto se evalúa a partir de la adolescencia. Esta evidencia también respalda que una alta ingesta de proteínas, puede tener un impacto diferencial beneficioso en la composición corporal según la edad. Sin embargo, se necesita más investigación para identificar las diferencias subyacentes de género y edad en relación con las asociaciones entre la ingesta de proteínas y la composición corporal.

Efectos de diversa ingesta de proteínas sobre salud del escolar y adolescente

Al igual que en la niñez, en el escolar y la adolescencia resulta determinante la ingesta de proteína: su cantidad y calidad.

El Déficit de ingesta de proteínas en la dieta y su impacto en los sistemas orgánicos está bien documentado: pobre rendimientos físicos y escolares, diferente maduración y funcionamiento inmunológico, hormonal y metabólico. También se ha relacionado ese déficit, con problemas futuros tales como sensibilidad a la insulina obesidad y enfermedades metabólicas como diabetes tipo 2.

Hay un elemento que no debe perderse de vista en cuanto a la ingesta de proteínas a estas edades y es que los estudios parecen mostrar que la relevancia del impacto de las proteínas, depende de una acción conjunta entre ingesta, fuente alimentaria de proteínas, absorción y utilización biológica. Por lo tanto, parece que las ingestas de proteínas y su calidad, tienen en dosis recomendadas e incluso en consumos un poco mayores, efectos beneficiosos a largo plazo en la composición corporal y funcionamiento orgánico, distinta en hombres y en mujeres.

¿Existe relación entre un patrón quisquilloso para comer y las proteínas?

El comportamiento selectivo al comer, también llamado «quisquilloso», es un comportamiento complejo, caracterizado por el consumo de una variedad o cantidad inadecuada de alimentos, mediante el rechazo de una cantidad sustancial de alimentos, tanto familiares como desconocidos. Varios estudios han abordado el tema en los últimos años.

En general, a pesar de que los niños con este problema tienen ingestas de proteínas aparentemente adecuadas, una ingesta menor de frutas y verduras y una ingesta mayor de azúcar libre, son marcadores de una dieta deficiente. Hay escasos estudios longitudinales centrados en las características antropométricas y la composición corporal en niños que son comedores selectivos, lo que dificulta extraer inferencias causales. Por ejemplo, algunos estudios han mostrado que, en esos quisquillosos, el proveerles suplementos al lado de educarlos, aumenta el apetito, cambia su composición corporal y en esos niños así tratados, puede verse una disminución de incidencia de infecciones del tracto respiratorio superior, cuando estaban bajo control. En consecuencia, en los niños con hábitos alimentarios selectivos, una mayor ingesta de nutrientes, incluidas las proteínas, se asocia con cambios positivos en los parámetros de peso y altura.

Resumen

Un enfoque competente y el suministro adecuado con los micronutrientes y macronutrientes necesarios al organismo del niño en edad escolar y adolescente, ayudan a desarrollar la programación necesaria metabólica en esta edad. Es decir, conseguir que durante el proceso de crecimiento, el organismo utilice sus propios recursos y cuando lo necesite proveerlos de ello. Los mecanismos más adecuados para una función metabólica adecuada, son producto no solo de una buena ingesta de momento, sino de formación de habilidades (muchos de ellos programados durante la niñez previa) que suaviza o incluso supere los datos iniciales «nocivos».

La deficiencia nutricional (alimentaria) de proteínas se produce por la escasez de proteínas y aminoácidos esenciales en la dieta tanto en absorción y utilización. Sin embargo, pueden existir otras razones como ciertas enfermedades, estatus social y económico que pueden imitar la disponibilidad y cambiar los requerimientos o demandas.

Las proteínas de origen animal se absorben mejor, por lo que su presencia en la dieta es importante. La proteína vegetal se absorbe peor y en mucha menor medida.

El retraso del crecimiento infantil es común en países de bajos ingresos, posiblemente debido a una ingesta insuficiente de proteínas. La mayoría de los estudios han concluido que la ingesta recomendada de proteínas de los niños es adecuada en relación con las necesidades fisiológicas estimadas, pero estos estudios no consideraron los problemas de digestibilidad proteica ni los efectos de las infecciones, ni costumbres y tradiciones, en la utilización de proteínas de la dieta.

Es importante identificar dentro de esta etapa del ciclo vital, las necesidades nutricionales para intervenir y prevenir los trastornos cardiometabólicos y crónicos futuros.

Bibliografía
  1. Assmann, K.E.; Joslowski, G.; Buyken, A.E.; Cheng, G.; Remer, T.; Kroke, A.; Günther, A.L.B. Prospective association of protein intake during puberty with body composition in young adulthood. Obesity 2013, 21, E782–E789.
  2. Koppes, L.L.J.; Boon, N.; Nooyens, A.C.J.; van Mechelen, W.; Saris,W.H.M. Macronutrient distribution over a period of 23 years in relation to energy intake and body fatness. Br. J. Nutr. 2008, 101, 108–115