Calidad proteica en menor de dos años

Calidad proteica en menor de dos años

  En el artículo anterior mostramos que la calidad de la proteína (digestibilidad y perfil de aminoácidos) influye en el crecimiento fetal y la prevención de bajo peso al nacer y en el desarrollo del sistema nervioso del feto. Hablaremos en el presente de la calidad proteica en la dieta del recién nacido y menor […]

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Resumen Automático

23/06/2025 10:36
Fuente: La Hora 

En el artículo anterior mostramos que la calidad de la proteína (digestibilidad y perfil de aminoácidos) influye en el crecimiento fetal y la prevención de bajo peso al nacer y en el desarrollo del sistema nervioso del feto. Hablaremos en el presente de la calidad proteica en la dieta del recién nacido y menor de dos años.

Digestibilidad en el recién nacido hasta los dos años

Por principio: en el recién nacido muchos de sus órganos digestivos aún están en maduración y etapa de perfeccionar sus funciones. De tal manera que, en el recién nacido, su capacidad práctica de digestibilidad de nutrientes, está determinada por la inmadurez del sistema digestivo y enzimático. En sus primeros meses de vida, podríamos decir que esto está también relacionado con las características de su alimento casi exclusivo: la leche materna o fórmula.

Pero al hablar de maduración digestiva y digestibilidad, debemos tener en cuenta tres condiciones: primero, el recién nacido tiene un volumen gástrico reducido: Al nacer, su estómago tiene una capacidad de 5-10 ml (día 1), que aumenta a 20-30 ml a la semana y al fin del primer mes alcanza 80-150 ml. Se suele decir que el estómago es pequeño elástico y que aprende a distenderse gradualmente, y tanto tamaño como distensión, son fenómenos que no se presentan de igual manera en todos los niños. Entonces: El volumen gástrico aumenta de 10 ml al nacer a más o menos 500 ml a los 2 años, adaptándose a la transición de líquidos a sólidos.

En segundo lugar, una buena digestión de nutrientes se relaciona con otro fenómeno: el vaciamiento gástrico. Acá una observación importante. La leche materna se digiere en 1.5-2 horas, mientras que las fórmulas pueden tardar más. Entonces si la leche materna se digiere más rápido que la fórmula, requiere de tomas más frecuentes. También debe recordarse que los bebés prematuros, tienen inicialmente un volumen gástrico menor y entonces su alimentación debe llenarse y conducirse considerando volumen y frecuencia.

El tercer elemento a considerar en biodigestibilidad es la química del tubo digestivo. Existen unas substancias llamada enzimas. Las enzimas son biomoléculas formadas de proteínas, que desempeñan un papel crucial en la digestión, que no solo aceleran las reacciones químicas, sino que además descomponen los alimentos que consumimos en partes más pequeñas, facilitando su absorción por el cuerpo. En el bebé, las enzimas digestivas están en funcionamiento podríamos llamarle limitado. Así la llamada amilasa pancreática: Casi ausente hasta los 4-6 meses, dificulta la digestión de ciertos carbohidratos. Las Sales biliares son secretadas en menor cantidad, afectando la emulsión de grasas.

En cuanto a la microbiota intestinal debemos considera que el colon del recién nacido, rápidamente es colonizado por bacterias (ej. Bifidobacterium) que ayudan a fermentar componentes no digeridos (ej. oligosacáridos de la leche materna).

Vamos a la práctica: En cuanto a la digestibilidad de los principales nutrientes en los primeros años, ¿Cómo podemos resumirla?

Proteínas: La leche materna contiene proteínas de alta digestibilidad (suero/caseína en proporción 60:40). Las fórmulas con proteínas no adaptadas (ej. caseína predominante) son menos digestibles.

Lípidos: La lipasa pancreática es escasa, pero la lipasa dependiente de sales biliares (presente en leche materna), facilita la digestión de grasas. Los triglicéridos de cadena media (TCM) se absorben mejor que los de cadena larga.

Lactosa: El recién nacido produce suficiente lactasa (enzima que digiere lactosa), excepto en casos de intolerancia congénita enfermedad que es rara.

Hierro y minerales: La absorción de hierro de la leche materna es alta (50%), mientras que en fórmulas es menor (10-20%).

De tal manera que Las características de la composición en nutrientes de la leche materna son fundamentales en la digestibilidad.

Recomendaciones prácticas a las madres
  • Lactancia materna exclusiva: Óptima por su adaptación fisiológica y componentes bioactivos.
  • Fórmulas infantiles: Preferir las con proteínas hidrolizadas o proporción suero/caseína similar a la leche materna.
  • Evitar alimentos sólidos: Hasta los 6 meses (por inmadurez enzimática y riesgo de alergias).
En cuanto a forma de alimentar

Lactante (1-12 meses)

Recién nacido: Alimentación a demanda (8-12 tomas/día).

  • 1-3 meses: 90-120 ml por toma (hasta 150-180 ml en algunos casos).
  • 3-6 meses: 120-180 ml por toma, con un total diario de 700-1,000 ml.
  • 6-12 meses: 180-240 ml por toma, introduciendo alimentos sólidos (papillas) que reducen la dependencia de leche.

Lactantes: Respetar señales de saciedad (ej., girar la cabeza al terminar).

Recuerde que: El vaciamiento gástrico se hace más lento con la introducción de sólidos.

Niño pequeño (1-2 años)

  • 1 año: 250-350 ml por comida (3 comidas principales + 2 refrigerios).
  • 2 años: 300-500 ml por comida, con un volumen gástrico cercano al de un adulto pequeño.

1-2 años: Ofrecer porciones pequeñas pero frecuentes (5-6 veces/día).

Recuerde que: El estómago ya tiene una capacidad proporcional al peso corporal. Mayor tolerancia a alimentos sólidos y texturas variadas.

Factores que influyen en la evolución de la buena alimentación

Fundamentalmente tres:

  • Tipo de alimentación: La leche materna se digiere más rápido que la fórmula, requiriendo tomas más frecuentes.
  • Prematuridad: Los prematuros tienen un volumen gástrico menor inicialmente.
  • Enfermedades: El reflujo gastroesofágico (RGE) o la estenosis pilórica pueden alterar la capacidad funcional.
Lactancia materna vs fórmula

Si bien, a nivel mundial, se recomienda sistemáticamente la lactancia materna, como el alimento preferido para los bebés hasta al menos los 6 meses, muchos reciben fórmula infantil fabricada comercialmente por diversas razones. En nuestro medio cada vez más frecuentemente, muchos bebés reciben fórmula como única fuente de nutrición antes de la introducción de alimentos complementarios. Las regulaciones de varias agencias alrededor del mundo brindan orientación para garantizar la seguridad y la idoneidad de la fórmula infantil y la forma de abordar cada una de ellas se debe consultar con médico pediatra.

En Guatemala existe la Ley de Lactancia Materna (Decreto 16-2020) que fundamentalmente promueve la lactancia materna exclusiva (LME) y regula la publicidad de fórmulas. En uno de sus incisos establece salas de lactancia en lugares de trabajo. El cumplimiento de dicha ley es bastante bajo. En efecto, solo 53% de los bebés guatemaltecos reciben LME hasta los 6 meses (ENSMI 2014-2015). La OMS recomienda 100% de LME en este período. No hay datos oficiales recientes sobre el porcentaje exacto de bebés que reciben fórmula, pero se estima que al menos 30-40% de los lactantes en áreas urbanas la consumen antes de los 6 meses (según estudios locales y reportes de ONGs). En poblaciones rurales e indígenas, la lactancia materna es más prevalente (>60%), pero aún hay introducción temprana de otros líquidos (agua, té, atoles).

Los factores que contribuyen a una deficiente LME en los menores de seis meses es múltiple, pero cabe mencionar entre otros: Publicidad de sucedáneos de leche materna. Incorporación laboral temprana de madre con recién nacidos con dificultad para extraer leche. Falta de educación: Mitos como «la leche materna no llena» o «la fórmula es más moderna» «se arruina los pechos» o «es de estatus dar formula» motivan a las madres a no hacer uso de la lactancia. Otro elemento importante para el abandono de la LME es la falta de orientación por los servicios de salud: algunos hospitales y clínicas, promueven o dan de forma gratuita fórmulas o muestras, violando el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna.

Consecuencias de una falta de LME

Sobre todo, tiene que ver con la salud física y mental del bebé. Entre los daños probables tenemos, especialmente en poblaciones con restricciones socioeconómicas: Mayor riesgo de Diarrea e infecciones (por contaminación del agua o biberones). Desnutrición crónica (Guatemala tiene una de las tasas más altas de América Latina en

Calidad proteica en el menor de dos años: aspectos fundamentales

Empecemos por ver los indicadores que nos pueden mostrar el estado de esto. Ya vimos que solo 53% de los bebés guatemaltecos reciben LME y esto está relacionado con potencial retraso de crecimiento. En efecto según la ENSMI 2014-2015, la desnutrición crónica afecta al 47% de los niños guatemaltecos en esta edad. Por otro lado, se conoce que la alimentación de los niños menores de 2 años, es un factor crítico para su crecimiento, desarrollo cognitivo y prevención de enfermedades próximas (infecciones) y futuras (metabólicas). La encuesta ENSMI ya mencionada, señala que solo el 30% de los niños guatemaltecos entre 6-23 meses consume carne, huevo o pescado como debe ser, alimentos de calidad proteica. En áreas rurales e indígenas, ese consumo se reduce aún más y la dieta depende más de maíz y frijol, con proporciones inadecuadas en estos, que genera deficiencias en aminoácidos esenciales.

Al consumo insuficiente de calidad proteica, se añaden practicas inadecuadas de alimentación complementaria, como lo es la introducción tardía o escasa de proteína animal en la dieta y uso de atoles y cereales diluidos.

La pobreza en todo lo anterior juega un papel dual. Por un lado tenemos familias en pobreza extrema (59% de la población rural) que no pueden comprar carne, huevo como se debiera. Por otro lado, en zonas urbanas, hay mayor acceso, pero también consumo excesivo de embutidos (salchichas, mortadela), que son proteínas de baja calidad.

Interacción proteína e infección

La relación entre proteínas en la dieta y enfermedades infecciosas es bidireccional también. La malnutrición proteica debilita el sistema inmunológico, mientras que las infecciones agudas o crónicas aumentan los requerimientos proteicos y pueden alterar su metabolismo. Esta interacción en ambas vías, es especialmente crítica en niños, ancianos y poblaciones con acceso limitado a alimentos de calidad.

¿Qué se afecta para que lo anterior suceda? mecanismos de protección orgánica sistema inmunitario, sistema inflamatorio. Y eso propicia Mayor susceptibilidad a infecciones gastrointestinales y respiratorias y su mayor gravedad y duración.

Por otro lado, el impacto de las Infecciones en el Metabolismo Proteico, tiene que ver con Respuesta Inflamatoria Aguda («Catabolismo Proteico»), pérdida de masa muscular (caquexia infecciosa), alteraciones en la Absorción y Utilización de Proteínas. Unos ejemplos nos pueden aclarar la situación:

Rotavirus → Daño a vellosidades intestinales → Malabsorción.

Fiebre alta → Aumento del requerimiento energético y proteico.

La interacción entre proteínas e infecciones es un círculo vicioso: la desnutrición proteico-energética aumenta el riesgo de infecciones, y estas a su vez agravan el déficit nutricional. Las estrategias deben incluir acciones en ambos sentidos. La interacción entre pobreza y mala calidad proteica en la dieta, es otro problema de doble vía que debe tratarse simultáneamente con el anterior.