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Por qué los sobrevivientes del tiroteo en Minneapolis enfrentan una larga recuperación
Los niños que sobreviven a los tiroteos escolares enfrentan sentimientos complejos, que van desde la ansiedad y el dolor hasta la culpa y la vergüenza.
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En cierto modo, fueron los más afortunados. Los niños que fueron trasladados al hospital, ensangrentados y asustados. Los que abrazaron a sus padres en emotivos reencuentros que circularon por las noticias.
Eran los últimos sobrevivientes del más reciente tiroteo escolar, en el que murieron dos niños de 8 y 10 años el miércoles en Minneapolis.
Ahora los estudiantes de la Escuela Católica de la Anunciación se unen a un grupo de casi 400 mil integrantes: los menores estadounidenses que han estado expuestos a la violencia armada en la escuela.
Como dijo Natalie Barden, la hermana de Daniel Barden, de 7 años, que murió en la escuela primaria Sandy Hook de Newtown, Connecticut, en 2012, en una carta dirigida a los futuros sobrevivientes de tiroteos en escuelas: “Ahora formas parte de este triste y pequeño club que, en realidad, ya no es tan pequeño”.
Más de 397 mil niños han sufrido violencia con armas de fuego en la escuela desde el tiroteo de la Secundaria Columbine de Littleton, Colorado, en 1999, según datos recogidos por The Washington Post. Esa cifra incluye ahora a los alumnos que se escondieron bajo las bancas el miércoles, cuando una persona disparó a través de las ventanas de la iglesia católica de la Anunciación durante una misa escolar. Además de los dos niños que murieron, 17 personas resultaron heridas, 14 de ellas niños.
Los expertos afirman que los niños que sobreviven a los tiroteos escolares se enfrentan a una serie de sentimientos complejos, que van desde la ansiedad y el dolor hasta la culpa y la vergüenza.
Una pregunta que suelen plantearse es “¿Por qué ellos y no yo? ¿Por qué yo y no ellos?”, dijo Robin Gurwitch, psicóloga clínica especializada en el impacto del trauma y la violencia en los niños.
La violencia que ocurre en un lugar que se supone seguro, como una escuela o una iglesia, es especialmente difícil de procesar. “Básicamente, viola el contrato social que tenía con el mundo: esperaba poder ir a la escuela y volver a casa”, dijo Gurwitch. Cuando eso no ocurre, agregó, la “visión del mundo” de un niño puede verse alterada.
La escuela Anunciación tiene unos 390 alumnos desde preescolar hasta octavo grado, según datos públicos. Muchos de ellos habrían asistido a la misa de comienzo de curso, habitual en las escuelas católicas, lo que hace que haya muchos sobrevivientes y testigos. La senadora Amy Klobuchar, de Minnesota, al citar el relato de la hija de un exintegrante de su equipo, dijo que una niña había “visto cómo disparaban a un niño en el estómago y a otro en el cuello”.
Norris Roberts, dijo que su nietastro, Endre Gunter, resultó herido en el tiroteo. Fue operado y ya no se encuentra en estado crítico, pero Roberts está preocupado por el futuro del chico.
Endre fue testigo de la muerte de otro niño, dijo Roberts. “Va a ser duro para él”, dijo, y se preguntó en voz alta si Endre tendría dificultades el resto de su vida.
“No puedo entender que eso pase y uno siga estable”, dijo, y añadió: “No es normal”.
Los sobrevivientes de otros tiroteos escolares han descrito cómo el trauma los ha perseguido durante años: ataques de pánico, migrañas, un plan mental sobre cómo escapar de cualquier espacio público.
Investigaciones de la Universidad de Stanford y de otras instituciones han encontrado efectos similares duraderos, como un aumento de las ausencias escolares, un menor rendimiento de los alumnos e incluso menores ingresos en la edad adulta.
Los estudiantes de los barrios donde se producen tiroteos escolares muestran un mayor consumo de antidepresivos durante “dos o tres, incluso hasta cinco años después”, dijo Maya Rossin-Slater, profesora asociada de política de salud en Stanford, quien ha estudiado los efectos de los tiroteos escolares.
Aun así, dijeron los expertos, los niños pueden superar experiencias traumáticas con el apoyo adecuado.
Es de esperar que surjan dificultades al principio. Si un niño sigue experimentando ansiedad, problemas de concentración, irritabilidad y otros problemas un mes después de un acontecimiento traumático, pueden ser señales de que necesita más apoyo, dijo Gurwitch.
Dijo que todos los padres —no solo los que viven en la zona de Minneapolis— deberían hablar con sus hijos sobre los tiroteos en las escuelas, sobre todo después de que un suceso aparezca en las noticias.
Incluso los niños de preescolar y guardería son más conscientes de lo que muchos padres creen. “Suponer que los niños no lo sabrán es una esperanza y una plegaria que no es realista”, dijo Gurwitch.
Dijo que los padres podrían empezar por preguntar qué es lo que ya saben los niños, validar el sentir de sus hijos y concentrarse en qué medidas se están tomando para mantenerlos a salvo.
“Nunca podemos decir: ‘Te prometo que no va a ocurrir en tu escuela’”, dijo. “Podemos decir: ‘Hacemos todo lo posible para mantenerte a salvo’”.