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Nuevas historias escritas
No se está enseñando solo a escribir en un cuaderno o pantalla, sino sobre todo a escribir una nueva historia personal.
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Existe una inefable grandeza en la decisión y perseverancia de quien supera el cansancio y, después de una jornada de trabajo, se sienta en un aula, para aprender a leer y escribir, para completar la primaria o secundaria que no tuvo la oportunidad de cursar durante la niñez y juventud, o para ir en busca de un diversificado que abrirá nuevas oportunidades de crecimiento laboral, personal y familiar. Emprender la ruta de la alfabetización y la formación escolar es construir una puerta en donde antes había un muro; es abrir un camino en donde antes no había más a dónde ir.
Ese poder de la voluntad, esa capacidad de esperanza y la confianza en el potencial de cada persona son los elementos que hicieron germinar, hace 30 años, la semilla de la Escuela de Voceadores de Prensa Libre, fundada en febrero de 1995, y que en esta primera semana de noviembre tuvo su acto de graduación del 2025, con egresados de primaria, básicos y bachillerato por madurez. Alegría, abrazos de seres queridos y objetivos renovados son los mayores diplomas.
En tres décadas van más de 300 guatemaltecos egresados de “La Escuelita”, como la llamamos con cariño en Prensa Libre. Es el fruto esta iniciativa creada por María Mercedes Girón de Blank, presidenta de nuestro Consejo de Administración, la cual refrenda todo el ideario de servicio de esta casa editorial. Al inicio atendía a voceadores, un eslabón clave del medio impreso, pero hoy acuden a clases colaboradores de varias áreas. La única condición es tener el firme deseo de vencer barreras a través del aprendizaje.
Y es justo en ese retorno a las aulas en donde estos ciudadanos guatemaltecos se convierten en verdaderos maestros de constancia, ejemplos de innovación personal, testimonios vivos de que los imposibles no existen. Lo que nació como alfabetización, hoy es un aula donde conviven generaciones y oficios, donde la edad no impone fronteras y la superación se escribe con nombres y apellidos. Todos comparten el mismo impulso: el deseo de conquistar lo que el tiempo o las circunstancias les habían negado. Como Josué Chacaj, egresado, que hoy sueña con ser profesional universitario, para servir a los demás.
Maestros, coordinadores y personal del departamento de talento suman esfuerzos en favor del avance de cada cohorte de alumnos. Es toda una cadena humana de aportes que no siempre se nota, pero que permite ver esas primeras líneas manuscritas que suscitan una alegría de niño en el corazón de quien ha persistido en una meta.
En un país donde todavía hay más de un millón 900 mil adultos que no saben leer ni escribir, la graduación de la Escuela de Voceadores no solo es un recordatorio, sino una respuesta de responsabilidad social y empresarial. También es la evidencia tangible de que la escolaridad creciente tiene un impacto en la expansión del potencial de los guatemaltecos. Elogiamos, a la vez, todos los esfuerzos de múltiples empresas privadas que impulsan la educación de niños y adultos. Es verdaderamente emotivo y satisfactorio escuchar las palabras de los graduados, que ahora tienen un horizonte ampliado de posibilidades de futuro. Al fin y al cabo, no se está enseñando solo a escribir en un cuaderno o pantalla, sino sobre todo a escribir una nueva historia personal.