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¿Qué debe saber de los collares antiladridos?
Ladrar es una conducta natural de los perros, pero hay dueños quienes, cuando esta forma de expresión canina es excesiva, desean restringirla con collares antiladridos, pero ¿qué tan convenientes son estos dispositivos?
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Rosario Barrios, entrenadora de Cool Dog, expone que los perros ladran por diversas razones: cuando su dueño llega de trabajar, por algún objeto que les llama la atención o de alegría, por lo que es un medio para expresar sus emociones. Barrios indica que hay dos tipos de estos aparatos portátiles: uno, lanza agua hacia el animal, y el otro, aplica vibraciones y choques eléctricos, cuando detectan los ladridos.
También está un dispositivo de pared que emite un sonido ultrasónico que incomoda al perro, por lo que deja de ladrar cuando lo escucha. “Ninguno es inofensivo, pues el ladrido es parte de la comunicación del perro y se le castiga por manifestarla porque le molesta a las personas”, señala Barrios.
En Guatemala, refiere Barrios, el artículo 32 de la Ley de Protección y Bienestar Animal establece que todo adiestrador no deberá usar artilugios que generen maltrato animal, es decir, no se pueden usar métodos aversivos durante el entrenamiento de animales, y “el collar antiladridos es un método aversivo”. En Europa, añade, está prohibido el empleo de este.
Consecuencias
Al impedirle ladrar, Barrios explica que el perro puede desarrollar estrés crónico que puede desencadenar diversos padecimientos físicos como problemas digestivos, del sueño o de piel y dolor crónico, y emocionales como miedo, angustia, apatía, rascado excesivo o agresividad.
Vanessa Granados, médica veterinaria con maestría en Ciencia Animal y catedrática de Fisiología Animal y de Bioética de la Universidad del Valle de Guatemala, coincide en que además del estrés y ansiedad, los collares antiladridos pueden causar dolor o molestia, especialmente, si se utilizan con demasiada frecuencia o intensidad.
Además, agrega, no abordan la causa subyacente del ladrido excesivo, que puede ser por ansiedad, aburrimiento o falta de entrenamiento. Así mismo, los canes pueden volverse dependientes del collar y no aprender a controlar sus ladridos sin él. Hay que destacar que hay dueños que no siguen las instrucciones del fabricante y abusan de este dispositivo.
El Grupo de Especialidad en Medicina del Comportamiento y Bienestar Animal, en España, refiere que el bienestar del animal puede verse seriamente comprometido, si se varía la aplicación de la descarga en distintos momentos de la secuencia de conducta a suprimir. Esta situación puede conducir a que cuando el animal no tiene ningún control sobre lo que está sucediendo, pueda generar indefensión aprendida, en la que inhibe todas sus conductas, ante la imposibilidad de escapar de una situación aversiva, se indica.
Así mismo, portar el collar puede ocasionar necrosis por presión en la piel del cuello, pues, para que el dispositivo pueda funcionar, los bornes metálicos deben estar en contacto estrecho con la piel, o puede generar lesiones causadas por la electricidad, cuando está averiado. Además, de no solucionar el problema, puede empeorarlo o enmascararlo. Están contraindicados ante problemas de ansiedad, miedo, frustración o agresividad.
Alternativas
Barrios recomienda colocar cámaras para determinar la causa del ladrido excesivo. Por ejemplo, si el perro está en el jardín y pasan niños a molestarlo, puede ladrar más de la cuenta, por lo que conviene ubicarlo en otro lugar de la casa. “No podemos pedirle al perro que no ladre, porque está en su territorio y su naturaleza es ser guardián”, añade. Otro ejemplo ocurre cuando el dueño se va a trabajar y el can se queda ladrando por estar aburrido y los vecinos se quejan, especialmente, cuando viven en apartamentos. Entonces, expone Barrios, es necesario contrarrestar el aburrimiento con entretenimiento para el perro como juguetes interactivos y, principalmente, dedicarle tiempo y sacarlo a pasear.
Granados destaca la importancia del entrenamiento positivo, que puede ser una forma efectiva de enseñar a los perros a ladrar menos, sin causarles dolor o estrés.
También, recomienda el ejercicio y estimulación mental para reducir los ladridos, así como técnicas de relajación que pueden ayudar a disminuir el estrés y ansiedad que provocan los ladridos excesivos.
“Los collares antiladridos no respetan tres de las cinco libertades del bienestar animal, en la que se basa la referida ley: libertad de los animales de expresar comportamientos naturales; libertad de dolor, malestar e incomodidad, y libertad de estrés y angustia”, señala Granados.
“Es importante considerar las desventajas y utilizarlos de manera responsable y humanitaria, abordar las causas del ladrido excesivo y considerar otras alternativas para ayudar a los perros a comportarse de manera saludable y feliz”, concluye la veterinaria.