Del éxodo climático. ¿Qué pasó con toda aquella gente?

Del éxodo climático. ¿Qué pasó con toda aquella gente?

Tantas preguntas inconclusas que podrían preguntar aquellos periodistas.

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Resumen Automático

29/06/2025 00:02
Fuente: Prensa Libre 

En el período entre 2015 y 2022, una gran cantidad de periodistas internacionales visitaron el país, en un intento por responder porqué tanta población rural de Guatemala, estaba emigrando irregularmente hacia el norte.

Tantas preguntas inconclusas que podrían preguntar aquellos periodistas.

Recurrentemente, encontraron crueles escenas y testimonios que daban cuenta de que sucedía un éxodo, cuyas causas se entrelazaban con una hambruna amenazante.

Sujeto a sujeto, pueblo tras pueblo, por cada departamento, en una franja horizontal, de México a El Salvador y Honduras, lo que decían era lo mismo. No hay qué comer, porque el maíz no se dio. La siembra fracasó entre sequías e inundaciones. El ciclo alterado de las lluvias era un problema que superaba la voluntad humana.

Tuve oportunidad de participar en varias de esas producciones periodísticas y en una gran cantidad de casos, a quienes entrevistamos tenían dos cosas en sus manos. En una, a un infante malnutrido al punto de la crisis, y en la otra, el teléfono celular con el número de un coyote en el directorio. La migración de buena parte del flujo estaba compuesta por gente que, o se iba, o vería a sus hijos morir de hambre. Eran tiempos de Jimmy Morales en la presidencia, y las expectativas políticas de un cambio futuro eran nulas.

Luego vino la pandemia. Y de un día para otro, la gente se quedó en su casa. Tal vez, esperando -en el desconocimiento generalizado que teníamos entonces- que la movilidad se restituyera pronto. Pero una quincena se transformó en meses; y estos en un año de confinamiento con, además, una disuación de viajar a Estados Unidos de donde venían noticias de tantas muertes por contagios de Covid. La gente le tuvo más miedo a las noticias de morgues improvisadas en furgones que venían de Nueva York, que a todas las amenazas que hizo la Casa Blanca.

Cuando por fin surgieron las vacunas y el peligro empezó a disminuir, la presa acumulada desbordó las fronteras. Según datos oficiales de aquella nación, solo en 2021, más de 280 mil guatemaltecos fueron interceptados (aprehendidos en su frontera sur o deportados de regreso). El caos migratorio creó a Biden y los demócratas en general, una marca política negativa, que no se lograron sacudir en las elecciones. Donald Trump lo aprovechó con populismo magistral, torciendo la información a su favor, para prometer —entre otras cosas— sellar la frontera sur. Que —entre otras cosas— nadie más de países como Guatemala quiera ir irregularmente a Estados Unidos.

Contra pronósticos, la revolución MAGA (Make America Great Again) logró ese último cometido. Los encuentros de migrantes irregulares en la frontera se precipitaron, reportando la Patrulla Fronteriza solo 7 mil instancias (de todas las nacionalidades) en el mes de marzo. El ritmo tira que menos de 100 mil serán aprehendidos en todo un año, indicando que el mundo subdesarrollado, que escapa de la corrupción, el conflicto y los desastres naturales, entendió -por lo menos por ahora- el mensaje de que no son bienvenidos.

No puedo evitarme preguntar: ¿Qué pasó con aquellos que visitamos hace unos años, los que necesitaban escapar de la hambruna? ¿Se fueron? O ¿acaso el clima mejoró? Los vimos y fuimos testigos de su pena, que era real. No creo que hayan conseguido trabajo en Guatemala ¿o sí? Tantas preguntas inconclusas que podrían preguntar aquellos periodistas, si regresaran a las montañas de Guatemala. Está claro que Donald Trump espanta a extranjeros, incluso a los portadores de documentación legal. Pero el hambre documentada en los reportajes supera la voluntad humana. Acaso, ¿la gente solo espera que se abra la próxima oportunidad?