¿Te asustan las inyecciones? Técnicas efectivas para reducir el dolor y la ansiedad

¿Te asustan las inyecciones? Técnicas efectivas para reducir el dolor y la ansiedad

Si siente temor al momento de recibir un tratamiento con agujas, podría tratarse de una fobia. Especialistas explican cómo enfrentar esta situación.

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03/09/2025 06:00
Fuente: Prensa Libre 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que las inyecciones son uno de los procedimientos sanitarios más comunes. Cada año se administran al menos 16 mil millones de inyecciones en todo el mundo. La gran mayoría (alrededor del 90 %) se administran con fines curativos. Las inyecciones de inmunización representan alrededor del 5 % del total de inyecciones, y el resto cubre otras indicaciones, como la transfusión de sangre y hemoderivados, la administración intravenosa de medicamentos y fluidos, y la administración de anticonceptivos inyectables.

Aunque es un proceso natural causa problemas en algunas personas. La tripanofobia, o fobia a las agujas, preocupa a muchos en relación con vacunas , medicamentos inyectables, extracciones de sangre y donacioness.

La fobia a las agujas, conocida médicamente como tripanofobia, se define como el miedo a las agujas utilizadas en diversos procedimientos médicos. Se relaciona principalmente con el aspecto médico del miedo, a diferencia de la aicmofobia, la belonefobia y la enetofobia, que se relacionan con el miedo a los alfileres, las agujas y los objetos afilados, respectivamente.

Incluso estudianates de medicina tienen este temor. Un estudio de la Academia de Educación Superior Manipal (MAHE), en India utilizó la Escala de ansiedad por fobia a las inyecciones, un cuestionario de 18 puntos, para evaluar el grado de ansiedad que experimentaban los estudiantes de midicina en situaciones estresantes debido a su fobia a las agujas.

Se determinó que de 500 estudiantes, 265 , de ellos 115 mujeres presentaban tripanofobia. La ansiedad fue el síntoma más frecuente, siendo mayor en situaciones relacionadas con el contacto con agujas. La distracción fue el mecanismo de afrontamiento más común.

El estudio destaca que la tripanofobia se reconoció y reportó por primera vez en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV) en 1994.

El problema de la fobia a las agujas

En las personas con tripanofobia, generalmente se observa una tendencia a evitar las agujas, lo cual pone en riesgo sus tratamientos. Se ha reportado que evitan extracciones de sangre, inyecciones de insulina, como ocurre en diabéticos, cancelan citas con el dentista e incluso se abstienen de hacer otros prociedimientos. Experimentan cierto grado de ansiedad, mareos , ataques de pánico, palpitaciones , náuseas y bajada de la presión arterial acompañada incluso de desmayos.

La gravedad de los síntomas y la proporción de tripanofobia varían considerablemente con la edad. Es más frecuente en los adolescentes que en los adultos, explica la MAHE.

También existe evidencia que indica la predisposición familiar a la tripanofobia, donde los descendientes de una persona fóbica son más propensos a desarrollar esta fobia. Lo anterior podría deberse principalmente a factores conductuales y a los gestos de los miembros de la familia hacia los procedimientos médicos y las agujas utilizadas en ellos.

Las experiencias traumáticas de la infancia también se han relacionado con algunas personas con tripanofobia, explica Ricardo Quijada, psicólogo y colaborador en la Cruz Roja de Guatemala. El miedo puede provenir de distintas experiencias, “muchas veces se origina en la infancia: tal vez una mala experiencia con un tratamiento, que el adulto que nos acompañaba nos haya sujetado con fuerza, o simplemente un temor que quedó grabado desde pequeños”, agrega.

Ese miedo puede mantenerse hasta la adultez. En otros casos, no se trata de una experiencia directa con inyecciones, sino con algún objeto cortopunzante que generó un recuerdo desagradable. Todo eso puede producir temor hacia las agujas.

Por eso, si el miedo es muy fuerte, lo ideal es buscar apoyo psicológico especializado, agrega Quijada, sobre todo si hay un trauma de fondo. “Recordemos que las agujas forman parte de tratamientos médicos muy comunes y no podemos evitarlas siempre”, reflexiona.

Una técnica útil es identificar el grado de temor a través de una “escalera del miedo”. Por ejemplo:

  • Primer escalón: me da miedo solo ver la aguja.
  • Segundo: me da miedo verla cuando la introducen en otra persona.
  • Tercero: me da miedo cuando me la aplican directamente.

Con esa escalera se trabaja poco a poco, enfrentando el temor paso a paso, agrega Quijada.

Antes y durante el procedimiento

Sully Marroquín, auxiliar de enfermería del Sanatorio El Manzanillo comparte que es necesario explicarle a la persona cómo se realizará el tratamiento, los pasos a seguir y hacer algunos ejercicios de relajación por medio de respiraciones profundas.

En el último punto, Quijada agrega que se podría manejar el método 4-4-8: inhalar en cuatro tiempos, sostener en cuatro y exhalar en ocho. Otra variante es inhalar en siete y exhalar en ocho. Esto ayuda a mantener la calma antes de recibir la inyección.

Otra sugerencia que comenta Marroqui´n es que le acompañe alguien de confianza. También los expertos coinciden en que es positivo distraer a la persona con una conversación o con un video.

Entre las opciones están distraerse: leer, enfocarse en un punto de la sala, o conversar con un acompañante sobre algún recuerdo agradable. Si estamos solos, y se permite se puede usar el teléfono para ver algo que nos entretenga.

Se sugiere comunicar a la persona que aplicará la inyección que sentimos miedo. Así puede tratarnos con más paciencia y amabilidad.

En el caso de los niños, se pueden usar recursos lúdicos: contarles un cuento, ponerles música, soplar burbujas, distraerlos con juegos. Incluso los profesionales de salud pueden aplicar hielo o crema anestésica en la zona para adormecerla un poco y reducir la sensación de dolor.

No es tan común que alguien se desmaye, pero cuando sucede parte del protocolo es subir los pies y esperar a que reaccione.

Quijada concluye en que es importante entender que se trata de un procedimiento normal. No debemos verlo como algo extraño ni pensar que “solo a mí me pasa”. El miedo es natural y hablarlo ayuda mucho. Entre más lo nombremos, más fácil será enfrentarlo.

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