Más allá de la Tierra: los grandes pasos de la humanidad en la conquista del Espacio

Más allá de la Tierra: los grandes pasos de la humanidad en la conquista del Espacio

La Luna, Marte, Júpiter, nuevas galaxias, cohetes reutilizables y misiones analógicas son el común denominador del interés de científicos, empresas y agencias estatales dedicadas al espacio ultraterrestre.

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29/06/2025 15:00
Fuente: Prensa Libre 

MD114. MADRID, 28/06/2011.- Fotografía de archivo facilitada por la NASA el 25 de noviembre de 2009 que muestra la Estación Espacial Internacional (EEI). La peligrosa cercanía de basura espacial, que finalmente pasó a apenas 250 metros de la Estación Espacial Internacional (EEI), obligó hoy a sus seis tripulantes a evacuar la plataforma y buscar refugio en las naves Soyuz acopladas a ella. La emergencia se declaró sobre las 16.00 hora de Moscú (12.00 GMT), cuando los radares detectaron basura espacial de origen desconocido que se acercaba a la plataforma orbital, dijo una fuente del sector aeroespacial ruso citada por la agencia Interfax. A los tripulantes de la EEI, que integran la vigésimo octava misión permanente, se les ordenó refugiarse en las dos naves Soyuz que se encuentran amarradas a la plataforma orbital y que son utilizadas por los cosmonautas para regresar a la Tierra. EFE-ARCHIVO/NASA/HO SÓLO USO EDITORIAL. NO VENTAS [EDITORIAL USE ONLY/NO SALES]

Más allá de la Tierra: los grandes pasos de la humanidad en la conquista del Espacio

29 de junio de 2025

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La Luna, Marte, Júpiter, nuevas galaxias, cohetes reutilizables y misiones analógicas son el común denominador del interés de científicos, empresas y agencias estatales dedicadas al espacio ultraterrestre.

Aunque, por ahora, no todos podamos desembolsar varios miles de dólares para dedicarnos al turismo en el espacio, sí podemos alcanzar los beneficios de las inversiones que efectúan empresas privadas y el sector público para el desarrollo e investigación en tecnología espacial. En el presente siglo, la nueva era espacial resurge de la mano de empresas privadas que apuestan a la conquista de otros planetas para negocios futuristas, como el turismo espacial o la exploración para obtener algunas materias primas que sean de utilidad en la Tierra. Pero el asombro, la curiosidad y la observación de la galaxia siempre han acompañado a la humanidad.

Prueba de ello son los antiguos calendarios y observatorios descubiertos en civilizaciones como la babilonia, egipcia, china y maya. Pueden también mencionarse los primeros telescopios creados en el siglo XVII, o el pánico que logró en 1938 la adaptación que llevó al cine Orson Welles de la novela La guerra de los mundos, hasta llegar al primer satélite artificial que logró orbitar la Tierra en octubre de 1957. El lanzamiento del Sputnik-1, el satélite desarrollado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), es uno de los grandes hitos de la carrera espacial que protagonizaron los soviéticos y Estados Unidos, en una competición de las dos superpotencias durante el apogeo de la Guerra Fría.

Este duelo dejó en la historia hechos como el viaje de Laika, una perrita que fue el primer ser vivo enviado al espacio en una misión soviética a finales de 1957. En respuesta, EE. UU. envió al chimpancé Ham en una misión para orbitar la Tierra en 1961, tan solo tres años después de la decisión gubernamental de crear la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (Nasa). Luego, los soviéticos anunciaron el logro de Yuri Gagarin, el primer humano en orbitar nuestro planeta, y casi un año después los estadounidenses le siguen los pasos con el astronauta John Glenn.

Así sucesivamente, la URSS y EE. UU. mantenían al mundo expectante por los progresos en la conquista del espacio, como la primera caminata espacial realizada por Alekséi Leónov, en 1964. A pesar de la avanzada tecnología y los recursos invertidos, en 1967 ambas potencias detuvieron los vuelos espaciales, tras la tragedia del Apolo 1 y un fatal accidente del Soyuz 1, que costaron la vida de los tripulantes.

Más allá de la Luna

La bandera estadounidense fue la primera que de manera simbólica ondeó en la Luna. La misión del Apolo 11 alcanzó su objetivo de alunizar, con el módulo Eagle, el 20 de julio de 1969. El mundo atestiguó los primeros pasos de Neil Armstrong en la superficie lunar, junto a Edwin (Buzz) Aldrin. Luego de esta hazaña, se iniciaron las misiones de construcción de estaciones espaciales, las primeras de las cuales fueron Salyut 1 —de la URSS— y el desarrollo de transbordadores por parte de la Nasa.

Eleonora Poitevin, presidenta de la Asociación Guatemalteca de Astronomía (AGA), comenta que esta primera carrera espacial se basó en quién llegaba primero a la Luna; después de eso, empezó una era de colaboración conjunta entre las agencias espaciales de EE. UU., la Agencia Espacial Europea (creada en 1975) y la de la URSS, más adelante, Rusia. Así es como en 1975 se concretó la misión de acoplamiento Apolo-Soyuz, hecho que pone fin a una vertiginosa carrera espacial, que además sumó el esfuerzo de otras naciones como Japón, India, Francia, Israel, China y Gran Bretaña, las cuales llevaron a cabo exitosos programas espaciales.

En los 80, acontecimientos como el primer vuelo del transbordador espacial Columbia, la primera caminata espacial sin atadura al transbordador, el lanzamiento de la estación espacial MIR, y la explosión del Challenger a pocos segundos de su despegue en Cabo Cañaveral (Florida, EE. UU.) llenaron las noticias de la época. Durante el siglo XX, también se despertó el interés por explorar Marte y Urano. La Nasa envió el Hubble, el primer telescopio —observatorio— espacial. Empresas como PanAmSat, Iridium, Globalstar y DirecTV enviaron satélites para el desarrollo del servicio de telecomunicaciones, y se lanzó la Estación Espacial Internacional (EEI).

Para la humanidad, el desarrollo tecnológico espacial se ha traducido en aplicaciones cotidianas como el uso de paneles solares, dispositivos inalámbricos y la microelectrónica, con los microprocesadores de uso personal. Hay muchos ejemplos, dice José Rodrigo Sacahuí —doctor en Astrofísica, docente universitario y miembro de la Unión Astronómica Internacional—, y menciona algunos tratamientos médicos, la robótica, el desarrollo de las telecomunicaciones y aportes a las ciencias con la información de las sondas espaciales.

Una nueva visión

Para Mario Gálvez, presidente de la Asociación Guatemalteca de Ingeniería y Ciencias Espaciales (Agice), la incursión de la empresa SpaceX, propiedad de Elon Musk, con la oferta de vuelos espaciales de bajo costo y la posibilidad de reutilizar el lanzador, son aspectos que marcan los primeros 25 años del siglo XXI. Space Exploration Technologies Corporation (SpaceX) surgió en 2002, y con su cohete Falcon ha transportado astronautas y carga a la EEI, además de ser la primera compañía en emplear cohetes reutilizables, lo cual ha contribuido a reducir considerablemente el costo del transporte espacial.

La red o constelación Starlink, otro de los negocios de SpaceX, desde 2019 tiene satélites que llevan internet a zonas remotas. Musk no está solo en esta carrera. En 2004, el millonario británico Richard Branson fundó Virgin Galactic, como parte de su grupo empresarial, que ofrece telefonía celular, hoteles y una aerolínea. La compañía anunció vuelos al espacio, y en 2021 llevó a cinco tripulantes, incluido el propietario, en un vuelo suborbital de prueba a bordo del SpaceShip.

Otro fuerte competidor en este campo es Jeff Bezos, dueño de Amazon, que con su empresa Blue Origin, fundada en 2000, lanzó 20 años después el cohete New Shepard en un vuelo comercial suborbital, que transportó a Bezos y a tres pasajeros más que traspasaron la frontera del espacio (línea de Karman). En abril recién pasado, seis mujeres completaron un viaje turístico y mediático a bordo del New Shepard. Sacahuí indica que la era moderna de la carrera espacial surge con más empresas privadas y agencias estatales fuertes —ya no solamente la URSS y EE. UU.—, entre ellas, India, China y Japón, además de hacerlo los cambios en las misiones y la exploración tanto humana como robótica.

Ahora, los civiles tienen oportunidades que eran exclusivas a los astronautas militares, quienes recibían fuertes preparaciones físicas y costosas, dice Sacahuí, al advertir que con las corporaciones privadas se han creado nuevas tecnologías que mejoran el costo-beneficio de las inversiones en infraestructura y personal. De conformidad con un comunicado de 2016 de la Agencia Espacial Europea (ESA, en inglés), la era Espacio 1.0 se considera al inicio de la astronomía; la siguiente, Espacio 2.0, se refiere a la carrera espacial de las naciones con capacidades que las llevaron a los alunizajes.

No soñábamos con tener satélites, y apareció el proyecto Quetzal-1
Eleonora Poitevin, presidenta de la Asociación Guatemalteca de Astronomía

“La tercera era, Espacio 3.0, con la concepción de la EEI, demostró que entendíamos y valorábamos el espacio como la próxima frontera para la cooperación y la explotación. Y agrega que la era del Espacio 4.0 es un momento en que el espacio pasó de ser el dominio exclusivo de unas pocas naciones a una situación en la que hay un número cada vez mayor de actores espaciales diversos en todo el mundo, según el comunicado. En opinión de la ESA, esto incluye el surgimiento de empresas privadas, la participación del mundo académico, la industria y los ciudadanos, la digitalización y la integración globales . “Una nueva era, caracterizada por un marco de competencia”, afirma.

Uno de los objetivos de La agenda Espacio 2030: el espacio como motor del desarrollo sostenible es aumentar el acceso al cosmos para todos y garantizar que los países se beneficien socioeconómicamente de las aplicaciones de la ciencia y la tecnología espaciales, de los datos, la información y los productos basados en el espacio. La agenda fue publicada, el año recién pasado, por la Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre de las Naciones Unidas (Unoosa, en inglés), y destaca el aporte del sector al alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El lugar de Guatemala

Con la nueva era espacial surge la necesidad de implementar tecnologías no solo para cohetes, sino para los trajes, los domos o hábitats, y Guatemala ha logrado entrar con los nanosatélites CubeSat y los astronautas analógicos, los cuales eran temas que no existían, indica Poitevin. “No soñábamos con tener satélites, y apareció el proyecto Quetzal-1, para obtener datos de los recursos naturales y mapear el lago de Atitlán”, dice la presidenta de la AGA, al mencionar la investigación del CubeSat guatemalteco. Según la Nasa, las misiones analógicas se diseñan para probarse en un entorno controlado en la Tierra y ver cómo las tripulaciones pueden superar los peligros del espacio.

Estas investigaciones contribuyen a las futuras exploraciones espaciales y sirven de entrenamiento en aspectos como el aislamiento, radiación espacial y campos gravitatorios. Sacahuí reconoce el cambio en los últimos 20 años. “Hay más interés de las personas en la ingeniería espacial”, admite, aunque Guatemala sigue estando en el grupo de los países que menos inversión efectúan en ciencia. Los programas de las universidades han crecido. Desde las carreras de licenciatura en Física hasta otros enfoques, como la Ingeniería Espacial o Microbiología, hay personas que abren el camino para que bastantes carreras científicas puedan incursionar en ese campo, señala Gálvez.

En una breve lista de científicos y jóvenes talentos guatemaltecos que destacan en la actualidad en el campo espacial resaltan nombres como Luis Zea, Julio Gallegos, Edward Hirst, Pamela Flores, Geraldinn Cortés, Valeria Sierra, Federico Tzunux, David López Aragón, Shandy Asturias y Víctor Ayerdi. Sus conocimientos los han llevado a participar en la ESA y la Nasa, en los programas Juno, DSRG (radiación en el espacio profundo), Space Camp, además del proyecto Quetzal-1, simulación de microgravedad, vuelos parabólicos (fuerza G) y el proyecto Morazán, que se ha desarrollado con las universidades de Honduras y Costa Rica, entre otros.

Poitevin recuerda que, en 24 años de creación de la AGA, han participado varios astrónomos profesionales que ahora destacan en Guatemala y en el plano internacional. Asimismo, Centroamérica, en 2023, fue huésped del primer congreso regional en temas espaciales. El 2024, el segundo congreso tuvo lugar en Guatemala y, en octubre de este año, Panamá será la sede de la tercera edición de este encuentro. La Agice apoya el trabajo para lograr la aprobación de una agencia de asuntos espaciales que, de acuerdo con Gálvez, debe ser “una prioridad para que el Gobierno y el sector privado se unan en apoyo a la comunidad científica”.

“Estamos en un momento oportuno de impulsar una agencia o entidad específica en vista del auge que tienen los asuntos del espacio, y no podemos quedarnos atrás”, razona. La propuesta no compite con la Comisión de Ciencias de la Tierra, el Océano y el Espacio (Cocitoe) de la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología (Senacyt), pero busca darles más impulso a los proyectos que existen, y el país podría participar en la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio (Alce), ratificada por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

En mayo de 2021, más de 30 diputados presentaron la iniciativa 5910, Ley de la Secretaría de Asuntos Espaciales (Seae), que —en febrero de 2024— llegó al segundo debate en el pleno del Legislativo. En la propuesta se asignan Q15 millones de presupuesto a la nueva dependencia, a cargo de la política y estrategias para la exploración del espacio ultraterrestre. A escala regional, el Parlamento Centroamericano (Parlacén), en 2020, propuso crear una agencia para asuntos espaciales, y ha tenido acercamientos con la Agencia Espacial Federal de Rusia (Roscosmos), país aceptado como observador permanente de esa instancia parlamentaria.

Posibles misiones a Marte

El interés de llevar a humanos fuera de la Tierra siempre se ha mantenido constante. La Luna, por estar cercana a nosotros, está entre las principales opciones. Marte se vislumbra como el siguiente, pero está más lejos, comentó el astrofísico Sacahuí, quien no descarta las misiones con humanos a Marte en los próximos años. Otras novedades que se prevén son los descubrimientos de nuevas galaxias con el telescopio James Webb, tal cual se dio a conocer recientemente con Jades-GS-z14-0, ya que con estos mecanismos se podrán descubrir nubes y señales de vida en estrellas cercanas.

Mientras, Gálvez apuesta a que este siglo esté marcado por una carrera hacia lograr mejores cohetes, y Latinoamérica —de la mano de Argentina— estaría entrando en la competencia, junto son SpaceX, Blue Origin, Virgin Galactic, Francia, Rusia y la ESA. Aventura 1 es el cohete construido con tecnología argentina por la startup Tlon Space, que podría ser lanzado este año desde el Puerto Espacial Malacara, en Buenos Aires. En este siglo, no serán unos pasos en la Luna, sino que se pretende construir un laboratorio de observación para 2030. Ya está en construcción el primer módulo de la estación espacial Gateway, en la órbita lunar, y será de apoyo para el proyecto Atemis, dice Gálvez.

Añade que la siguiente década, además de las instalaciones y experimentos en la Luna, se tienen proyectados más satélites y se pretende lanzar misiones para Marte y el espacio profundo. Con estos avances, Poitevin explica que, en cuanto a derecho espacial, existen tratados internacionales del espacio ultraterrestre, que norman aspectos como la contaminación y la propiedad —en caso de llegar a habitar otros planetas—, pues “no somos dueños ni siquiera de la Tierra”. Pero falta discutir los problemas astrobiológicos que podrían suceder en caso de habitar en otros mundos por los cambios en el ADN y cómo se adaptaría el ser humano a las condiciones de gravedad, comenta la presidenta de la AGA.

Las desavenencias entre el presidente Donald Trump y el ultramillonario Elon Musk, más allá de la política, plantea incertidumbres, debido a la relación comercial de la Nasa con SpaceX. Para Poitevin, “esto puede ser un retroceso en los programas espaciales o la oportunidad para que surjan pioneros con más tecnologías y cohetes”. Hace unas semanas, se informó de la propuesta de recortar el presupuesto de 2026 para la Nasa y la decisión de retirar el nombramiento del empresario y amigo de Musk Jared Isaacman para dirigir la agencia espacial.

Las novedades del espacio llegan cada semana, y para la consultora McKinsey no solo son los megacohetes y vuelos espaciales los que despiertan interés, sino la cantidad de beneficios que para la vida diaria traen. La conectividad satelital, los servicios de GPS, internet en los celulares y la inteligencia artificial son algunas aplicaciones que las empresas de todos los sectores y las personas utilizan a diario, según el reporte de McKinsey, que incluye el aporte para resolver problemas globales como el cambio climático.

Hecho en Guatemala

El nanosatélite Quetzal-1 fue diseñado y construido por equipos de estudiantes de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG), dirigidos por Víctor Ayerdi y Luis Zea. Fue lanzado a la Estación Espacial Internacional en abril de 2020, a bordo de la nave Dragon, de SpaceX. El primer artefacto guatemalteco de este tipo fue el proyecto ganador del programa KiboCube, apoyado por la Unoosa y la Agencia Espacial Japonesa (Jaxa, en inglés).

Quetzal-1 estuvo en operación 211 días, durante los que hizo capturas de imágenes e información, las primeras obtenidas con un satélite centroamericano y que se registran en más de 84 mil paquetes de información. La UVG liberó el software y los diseños del nanosatélite, para que puedan ser utilizados por la sociedad. En 2024 empezó la primera fase de la creación del Quetzal-2, con un equipo multidisciplinario de estudiantes.


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