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El papa Francisco merece un tranquilo fin de su vida
El papel del catolicismo universal es rogar por un fin en paz de la vida del papa Francisco.* Al alcalde antigüeño: diga sí o no.
Ya es de conocimiento mundial la cercanía de la partida definitiva del papa Francisco, Mario Bergoglio, y por ello el principal papel de los católicos de todo el planeta es elevar oraciones porque sea tranquila y sus ojos se cierren para siempre en forma suave y sin dolores.
En su mensaje de ayer demostró confianza como mensaje de esperanza, pero de seguro es nada más una prueba de amor, como también en el anterior, fuerte y decidido, pidió misericordia para inmigrantes latinoamericanos amenazados de deportaciones masivas, y su fuerza moral provocó la inmediata respuesta del cabecilla del odio contra los emigrantes. Como vicario de Cristo y sucesor de muchos anteriores, ha traspasado lo religioso para ocupar un lugar histórico destacado.
El papel del catolicismo universal es rogar por un fin en paz de la vida del papa Francisco.* Al alcalde antigüeño: diga sí o no.
Hombre de su tiempo, como Benedicto XVI, Juan Pablo I y Juan XXIII, por razones distintas. Castigó con dureza a curas, obispos y cardenales merecedores de ello y puso orden a organizaciones religiosas valiosas pero muy independientes. Por primera y sin duda única vez, la Iglesia católica (es decir universal) desde la perspectiva de Latinoamérica, y de su país le llegó el peor insulto recibido de un político: declararlo a gritos “el representante del maligno en la Tierra”, un absurdo perdonado durante una visita a Roma del malcriado insultante. Por supuesto, en el breve espacio de este artículo sólo se pueden mencionar anécdotas, de importancia porque reflejan hechos mínimos.
Su vida demuestra la preparación académica, humanística y religiosa sobre todo a causa de su ordenación como sacerdote de la Compañía de Jesús: químico, filósofo, teólogo, canciller de una universidad católica, presidente de la conferencia episcopal de su país, cardenal desde el 2001 y papa desde el 13 de marzo del 2013. Para la vida laica del catolicismo, tomó decisiones no siempre aceptadas por el ala conservadora, pero sí para quienes lo practican de una manera más de acuerdo con los tiempos actuales. No rechazó nunca las posiciones conservadoramente novedosas, pero estos son temas de los conocedores religiosos y profundos, no de la grey. Y por eso están fuera de los criterios de este artículo.
Hombre decidido, con reacciones inesperadas. Lo recordaré por una de ellas, muy personal: con María Eugenia estábamos en el Vaticano invitados a una reunión con presencia reducida. Fui informado de poder pasar a saludarlo, pero cuando ella iba a hacerlo, un funcionario le impidió el paso. Él se levantó de su trono y dijo, viéndolo con una sonrisa: “Si la señora no puede pasar, el Papa puede pasar a saludarla”. Pudimos conversar con él un par de minutos, tomados de sus manos. Jamás lo olvidaré. Por eso al saber de su enfermedad ya final a causa de las complicaciones, sólo le pido al Señor y al hermano San Pedro de Betancourt, premiarlo con un ascenso a las alturas cuando sea el momento.
Oportunidad de sí o no
Recibí el viernes un video anónimo respecto a la construcción Cascaltú. Según este, el proyecto de construcciones llamado Cascaltú fue autorizado en tiempo récord por la alcaldía antigüeña, desvía mal las aguas pluviales, ha talado bosques, no llena las características de las construcciones, todo porque no hay reglamento territorial y tiene planificado un helipuerto. No lo puedo creer, pero sí lo veo como una excelente oportunidad de decir una de dos frases: es cierto o no es cierto, y por supuesto dar las explicaciones necesarias. La decisión de quedarse callado es equivocada porque ya se sabe y hay temor de la pérdida de la calidad de patrimonio mundial cultural (Unesco). Quien calla, otorga.