Trump, en el corazón del Oriente Medio

Trump, en el corazón del Oriente Medio

Hoy finaliza la gira de Donald Trump en su visita de Estado por las tres naciones árabes más ricas del mundo.

Enlace generado

Resumen Automático

16/05/2025 00:03
Fuente: Prensa Libre 

Donald Trump ha vuelto al escenario internacional, como solo él sabe hacerlo. Su gira por Oriente Medio ha provocado un remezón diplomático, que aún resuena en las principales capitales del mundo. En su primera parada en Arabia Saudita, fue recibido con una ostentosa demostración de poder y hospitalidad. En una deferencia poco habitual que rompió el protocolo, el príncipe heredero, Mohammed bin Salman, lo recibió personalmente en la pista, acompañado por una imponente guardia ceremonial.

Más que una visita de Estado, Trump fue coronado simbólicamente como el emperador del nuevo orden mundial.

En el aeropuerto, se instaló un McDonald’s móvil, en alusión a la comida favorita de Trump. La caravana presidencial fue escoltada por jinetes montando majestuosos caballos árabes, entre banderas y espadas curvas, mientras la Guardia Real armada rendía honores. En el palacio, adornado con tapices púrpura y molduras doradas, funcionarios y empresarios de ambos países participaron en los saludos oficiales, donde participó también Elon Musk. El punto culminante fue la firma de un acuerdo bilateral por US$600 mil millones en inversiones, incluyendo ventas de armamento, desarrollo aeroespacial e inteligencia artificial.

Bin Salman, considerado un aliado estratégico de Trump desde su primer mandato, ha colaborado estrechamente con Washington en esfuerzos para detener la guerra entre Rusia y Ucrania. La alianza se afianzó aún más durante la cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo, celebrada en Riad, donde Trump sostuvo un encuentro histórico con el presidente interino de Siria, Ahmed al Sharaa. Fue la primera reunión entre líderes de ambos países en 25 años, y marcó un giro radical en la política estadounidense hacia Siria.

Durante la reunión, Trump anunció el levantamiento total de las sanciones económicas impuestas a Siria, para facilitar su reconstrucción tras más de una década de guerra civil. A cambio, instó a Al Sharaa a restablecer relaciones diplomáticas con Israel, adherirse a los Acuerdos de Abraham, expulsar a combatientes extranjeros y colaborar activamente contra el Estado Islámico. Esta jugada, mediada también por Bin Salman, forma parte de la estrategia de Trump de redefinir el orden en Oriente Medio, a través de acuerdos pragmáticos y diplomacia directa.

La segunda parada de la gira fue Doha, donde Trump estrechó vínculos con el emir Tamim bin Hamad al Thani. Se firmaron acuerdos por más de US$200 mil millones, destacando la compra de 160 aviones Boeing —para Qatar Airways—, la mayor orden en la historia de la compañía estadounidense. Sin embargo, la visita no estuvo exenta de polémica. Catar obsequió un lujoso avión, valorado en US$400 millones para sustituir el Air Force One, lo que ha desatado críticas por un posible conflicto de interés.

Su último destino, Abu Dabi, para afianzar alianzas tecnológicas con énfasis en inteligencia artificial. Su visita marca el cierre de una gira histórica que redefine la influencia estadounidense en el golfo Pérsico.

Trump busca con esta gira reforzar alianzas clave, asegurar inversiones billonarias y consolidar acuerdos estratégicos en defensa y comercio. Su agenda también abarcó la situación en Gaza, la presión sobre Irán y, sobre todo, la ampliación de los Acuerdos de Abraham. Aspira a integrar a Siria en un nuevo marco de cooperación con Israel, lo que supondría un cambio geopolítico de gran magnitud en la región.

No cabe duda de que, a su regreso por el Oriente Medio, Trump no fue recibido solo como un presidente, sino como un emperador global, que dicta las nuevas reglas del poder. En su honor, se extendieron alfombras púrpuras —color reservado para la realeza—, como si cada nación quisiera rendir tributo no solo al líder de Estados Unidos, sino al arquitecto de una nueva era geopolítica.