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Leyendas de Semana Santa: Las lágrimas de Jesús de la Merced
Entre los ecos del Centro Histórico resuena la leyenda de Jesús Nazareno de La Merced, el Cristo que no solo recorre las calles cada Martes Santo, sino que, se manifiesta ante las almas puras. Un relato bordado con fe y misterio a lo largo de generaciones.
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Entre mitos y leyendas, se cuenta que Jesús Nazareno de La Merced, conocido como el Señor de la Reseña, no solo camina cada Martes Santo entre marchas y devotos. Aseguran que su rostro —el más parecido al verdadero Jesús— se manifiesta entre el incienso, los sueños y la bruma nocturna, visitando a las almas más puras antes de su salida procesional.
¿Mito, fe o misterio? Lo cierto es que, generación tras generación, las leyendas sobre sus apariciones persisten en los corredores del barrio mercedario y en los susurros del Centro Histórico. Algunos aseguran que aún se aparece en las calles oscuras, desvaneciéndose como un suspiro en el viento; otros afirman que su espíritu recorre la ciudad la noche previa al Martes Santo.
Las leyendas lo describen como el Santo que vino por Rafael Carrera, el presidente que falleció justo después de que la procesión pasara frente a su casa. También se dice que una monja, en fervorosa oración, suplicó ver el verdadero rostro de Cristo, y fue Jesús de la Reseña quien se le apareció en sueños, revelando su divinidad.
Pero, ¿quién es realmente este Nazareno que camina entre la fe y el misterio? ¿Cómo nace su leyenda en Guatemala? ¿Qué otras historias se ocultan tras su túnica roja y su mirada serena?
Descúbralo y adéntrese en las leyendas vivas que aún resuenan en las calles del barrio mercedario. Porque cuando el incienso se eleva… algunos aseguran que Él ya ha pasado.
Leyenda de Jesús Nazareno de la Reseña
Entre voces de fieles, relatos de abuelos y memorias de antaño, recorre la leyenda del Señor de la Reseña, Una de las versiones más recordadas que aún se escucha en el eco de las palabras de Héctor Gaitán, quien solía decir: “Como me lo contaron, te lo cuento”, al compartir la tradición oral de Guatemala.
Se cuenta que todo comenzó en 1934, cuando las casas del barrio se vestían de lila y amarillo, las flores de uña de gato adornaban los balcones y el olor a pino fresco perfumaba las aceras. En medio de ese ambiente sagrado, doña Josefina Grajera Méndez y Bustamante, fiel devota, organizaba en su residencia un coro para rendir homenaje al Nazareno en su paso solemne.
Aquel Lunes Santo llegó a su casa una joven humilde proveniente del interior del país: Anselma, una niña sencilla que venía a trabajar y a recibir educación. No sabía leer ni escribir, y mucho menos comprendía las costumbres religiosas que envolvían la ciudad. Como decían las abuelas: “La pobre estaba como gallina comprada, sin saber dónde pararse ni qué hacer”.
Doña Josefina, con firmeza pero buen corazón, la integró de inmediato en los preparativos. Al terminar la jornada, le pidió que descansara. Anselma deambuló por los antiguos corredores de la casona hasta llegar a un cuarto repleto de retratos y chunches viejos. Se sentó en silencio, con el pensamiento perdido entre los montes verdes de su tierra, los pájaros que solían cantar en su aldea y el eco de los coyotes en las noches estrelladas.
Fue entonces cuando sintió que alguien la observaba. Al levantar la mirada, vio a un hombre de estatura media, barba fina, cabello ensortijado, túnica roja y sandalias. Él se acercó despacio, le acarició la cabeza y le habló con una voz serena:
—¿Cómo te llamas?
—Anselma, señor… Soy de Tulum. Me trajeron a trabajar con doña Josefina… ¿Y usted vive aquí?
—Sí —respondió él, con una sonrisa enigmática—. Vivo aquí… y en todas partes. Pensé que me conocías.
Ella negó con la cabeza.
—Pronto me conocerás —agregó el hombre—. Y lo que necesites, pídemelo, que te lo daré.
Y desapareció lentamente por el corredor, fundiéndose en la penumbra y la neblina del primer patio.
Al amanecer, los preparativos para la procesión comenzaron. Anselma, aún sin comprender bien la tradición, recibió la instrucción de arrojar flores al Nazareno desde el balcón. El armonio fue colocado en la ventana, las sopranos afinaban sus voces y el aire se llenaba de incienso y solemnidad.
Cuando el anda llegó frente a la casa, los cantos del coro se elevaron con fuerza. En medio del fervor, Anselma se paralizó al ver la imagen del Nazareno: era el mismo hombre que la había visitado la noche anterior. La misma mirada serena. La misma túnica roja. El mismo rostro.
Doña Josefina, al ver que la niña no reaccionaba, le arrebató el ramo de flores y lo lanzó ella misma al paso del Señor.
—¿Qué te pasa, mija? ¡Te quedaste muda! —le dijo, sin comprender.
Anselma solo pudo mirar cómo la imagen se alejaba lentamente entre el incienso, los murmullos y las marchas fúnebres. Finalmente, con voz temblorosa, le confesó a doña Josefina lo ocurrido la noche anterior.
La señora, como muchos adultos frente a lo inexplicable, atribuyó el relato a la imaginación de una niña campesina. Pero Anselma ya no era la misma. Porque aquella procesión ya no era solo una tradición… era un misterio revelado.
Desde entonces, en el barrio de la Reseña se cuenta que Jesús de La Merced aún camina entre los vivos, visitando los corazones puros, apareciéndose entre la niebla y el incienso, hablando con quienes aún tienen el alma limpia para escucharle y concederles una petición.

Vecinos elaboran alfombras para adornar el recorrido procesional del Patrón Jurado durante su solemne paso este domingo. (Foto Prensa Libre: Byron Baiza)
El inicio del Nazareno de la Reseña: su primera aparición
Como toda leyenda nacida de la tradición oral, existen variantes e historias que conectan a un santo con distintas épocas, personas o formas de aparición. Walter Gutiérrez, historiador y catedrático titular de la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac), detalla que esto se debe al contexto en el que surge: se trata de la imagen más importante de la ciudad de Guatemala, en parte porque su cofradía ha estado históricamente ligada a la élite guatemalteca. Eso lo convierte en un símbolo poderoso, y alrededor de él se han tejido narraciones muy particulares.
Se dice que la primera leyenda en torno al Nazareno se remonta a 1717, cuando se consagraba la imagen de Jesús en Santiago de Guatemala —actual Antigua Guatemala— y se afirmó que era la más parecida al verdadero rostro de Cristo.
Según la tradición, a mediados del siglo XVII, una monja en Europa pidió en oración contemplar el rostro real de Jesús. En una visión onírica, se le reveló un rostro sereno y compasivo. Al despertar, escuchó una voz que le dijo: “Ese es el rostro del Jesús Nazareno de La Merced, en Guatemala”.
Se cuenta que la monja mandó a solicitar un retrato y, al verlo, quedó profundamente maravillada.

El 18 de febrero de 1721, Jesús Nazareno de La Merced fue proclamado protector y defensor de la ciudad de Guatemala, encomendándole la salvaguarda contra terremotos y otras calamidades. (Foto Prensa Libre: Byron Baiza)
Óscar Cano, periodista, director y fundador de Duende del Ático, comparte una variante de esta historia: una monja guatemalteca habría sido enviada a Europa para servir en la obra del Nazareno. Según su investigación, existen divergencias sobre el destino: algunos afirman que fue enviada a Francia, otros a Italia; sin embargo, Cano sostiene que pudo haber sido destinada a España, específicamente a Ávila, por la conexión con las carmelitas y la tradición de la Virgen del Carmen, que también guarda vínculo con Guatemala.
El relato cuenta que la religiosa oraba fervientemente para conocer la imagen más parecida al verdadero rostro de Jesucristo. En sueños, se le apareció Jesús, quien le dijo que su rostro estaba plasmado en la imagen del Nazareno de La Merced, el mismo Jesús de la Reseña.
Los abuelos relataban que a esta monja, desde el cielo, se le ordenó regresar a su patria. Así, volvió a Guatemala y se estableció en el convento de Santa Teresa, ubicado en la novena calle, donde hoy se encuentra la sede de la Cruz Roja Guatemalteca, en la zona 1.
Fue un Viernes Santo cuando, al ver pasar la procesión de Jesús de La Merced, la monja se desmayó al reconocer en la imagen el rostro que le había sido revelado en sueños, quién llevaba.dos lágrimas en su rostro.
Desde entonces, comenzaron a atribuirse milagros al Jesús de La Merced, y con ellos, nació la leyenda del Señor de la Reseña.

La escultura de Jesús Nazareno de La Merced, tallada por Mateo de Zúñiga y encarnada por José de la Cerda en 1654 y 1655. (Foto Prensa Libre: Byron Baiza)
La túnica del presidente Carrera
Otra leyenda tiene un tinte político y espiritual. Según la tradición oral, el presidente Rafael Carrera, fervoroso devoto, habría regalado una túnica especial a Jesús de la Merced, en agradecimiento por su protección.
Gutiérrez relata que esta es otra leyenda muy conocida. Se dice que durante la guerra contra los filibusteros, el presidente Rafael Carrera nombró a Jesús de la Merced “coronel del ejército”, y que incluso se le otorgó un espadín ceremonial.
El historiador detmma que de voz a voz entre los devotos y ciudadanos contaban que el presidente Carrera le habría obsequiado una túnica color rojo que fue utilizada en 2022, cuando se reiniciaron las procesiones después de la pandemia.
La crónica popular detalla que gracias a este amor y devoción, un Viernes Santo se 1865 Jesús de la Merced paso junto a su procesión a recoger al presidente, quién falleció ese día luego de la procesión
“Lo más curioso es que, el día de la muerte de Carrera —un Viernes Santo de 1865—, la procesión pasó frente a su casa. Las crónicas populares aseguran que, al llegar el anda a la residencia del Presidente, la marcha fúnebre se detuvo, como si Jesús hubiera ido a recoger su alma. Pocos minutos después, Carrera falleció.” Detalló Cano.

Jesús Nazareno de La Merced recorre en procesión la capital portando su túnica roja. (Foto Prensa Libre: Edwin Castro)
Leyenda de la creación de la imagen
La hechura de su rostro, los detalles de su mirada compasiva, se contaba por los barrios del viejo Valle de Panchoy que fue creada entre 1654 por el escultor Mateo Zúñiga y su aprendiz, quién tenía un trastorno del habla a quien le fue revelado el rostro de Jesús.
Se contaba que fue una noche de intensa obscuridad que Zúñiga exhausto se retiró a descansar, y al despertar, el aprendiz había terminado la escultura, realizando el rostro realista que hoy se conoce del santo.
Por eso, se dice que la imagen es tan hermosa, porque fue creada por un alma inocente y pura detallo Gutiérrez..
Cano destaca que la procesión comenzó a salir a las calles en 1702 en lo que hoy se conoce como Antigua Guatemala.
La procesión inició cuando la ciudad aún estaba en el Valle de Panchoy, en la muy noble y muy leal ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, hoy Antigua Guatemala. De ahí nace el vínculo histórico y devocional con la reseña destaca Cano.

Entre nubes de incienso y acompañado de fieles, Jesús Nazareno de La Merced recorre el centro histórico cada año. (Foto Prensa Libre: Edwin Castro)
Jesús de la Merced movió a toda una ciudad
Oscar Cano detallo que más que las leyendas, Jesús de la Merced tiene una importancia en la historia de Guatemala, pues se cuenta que luego de los terremotos de Santa Marta en 1773, cuando se decide trasladar la ciudad al Valle de la Ermita, el entonces capitán general Martín de Mayorga no encontraba la forma de convencer a quienes deseaban quedarse en la Antigua Guatemala.
Mayorga tuvo la idea de trasladar la imagen de mayor devoción: Jesús Nazareno de la Merced. La estrategia fue efectiva: al mover la imagen, el pueblo se movilizó con ella. Se dice que en 1778 se realiza el traslado, haciendo paradas en San Lucas y en la Villa de Mixco..
Así, la imagen no solo acompañó el cambio geográfico, sino que quedó ligada profundamente a la historia del país concluyó Cano.