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Cómo nació “Morir en la arena”: el escritor Leonardo Padura revela el hecho real que inspiró su novela
“Morir en la arena” está basada en un caso real de parricidio ocurrido en Cuba. En esta entrevista, Leonardo Padura habla sobre el origen de la historia, sus personajes y su visión del periodismo y la literatura. El escritor cubano presentará su novela en Sophos el jueves 20 de noviembre.
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Leonardo Padura (La Habana, 1955) es autor de las novelas policiacas Paisajes de otoño, Máscaras, Pasado perfecto y Vientos de Cuaresma, protagonizadas por el detective Mario Conde. Ha ganado premios internacionales de novela negra como el Café Gijón (1995) y el Dashiell Hammett (1998), así como el Roger Caillois a la literatura latinoamericana en el 2011.
Vendrá a Guatemala a presentar su más reciente novela, Morir en la arena, basada en hechos reales de un parricidio en Cuba, su tierra natal. En este libro describe contextos históricos y también actuales. Será entrevistado por Gustavo Berganza.
En esta historia, que nace de la experiencia de un vecino, se conoce la vida de Rodolfo, marcada por el trauma de la guerra de Angola y, sobre todo, por el asesinato de su padre a manos de su hermano Geni, apodado Caballo Loco.
Recién jubilado, Rodolfo recobra de forma inesperada la intimidad con su cuñada Nora, viejo amor de juventud, pero también recibe una noticia inquietante: van a excarcelar a su hermano parricida, aquejado de una enfermedad incurable, y no tiene otro destino que la casa familiar.
Morir en la arena es un libro que lleva al público a los contextos que el escritor ha vivido y que busca sorprender. Conozca más del autor en esta entrevista:
Su libro se basa en un hecho real, ¿cómo vivió este momento?
El hecho real más importante del libro es el contexto, no el parricidio puntual que ocurrió en la realidad. Ese parricidio fue una experiencia en una persona cercana a mí, alguien que conozco, y me sirvió como motor dramático para impulsar la historia que quería contar. Por eso, ese hecho está muy transformado. Los personajes tienen otros nombres y algunas características diferentes.
Hay causas y consecuencias que coinciden con la realidad, pero eso no es lo fundamental. Lo verdaderamente cercano a la realidad es el contexto en el que viven los protagonistas: Rodolfo; su cuñada y exnovia, Nora; y el propio parricida, el hermano mayor de Rodolfo. Todos viven en una Cuba muy del presente. Los acontecimientos están situados en 2023, cuando se ven las consecuencias, y a partir de ahí la novela busca las causas y hace un recorrido de casi 60 años.
Algunos personajes se conocen desde la escuela primaria. La novela atraviesa acontecimientos reales de la vida cubana: la represión cultural de los años 70; el éxodo del Mariel; la guerra de Angola, a la que va Rodolfo y de la que regresa traumatizado; la caída del Muro de Berlín. En el presente, Rodolfo se jubila y cae en lo que, en términos oficiales, se llama “vulnerable”. En realidad es pobre: recibe una pensión que no le alcanza para vivir y debe recurrir a estrategias de supervivencia. Eso ocurre hoy mucho en Cuba. Este retrato del final de mi generación es muy fiel a lo que viven muchas personas en este momento.
¿Cómo es vivir en esa situación de vulnerabilidad?
Se ha acentuado con los años y hoy es bastante dramático. Forma parte de una población que se ha empobrecido en general; sus salarios se han deteriorado al punto de no permitirles vivir. Han desaparecido pensiones y gratuidades que existieron antes; incluso el acceso a medicamentos para enfermedades crónicas a veces es muy complicado. Esta población resiente mucho la multicrisis que se vive en Cuba, especialmente en los años posteriores a la pandemia. La situación ha sido muy dramática, no solo para ellos, sino para mucha gente en el país.
Ha trabajado como periodista, ¿qué considera hoy de esta profesión?
El periodismo vive un momento en el que muchos paradigmas, técnicas y procedimientos han cambiado. La llegada del mundo digital ha modificado muchas reglas. Lo que no debió alterarse nunca es el rigor, la veracidad y la obligación ética de reflejar honestamente la realidad. Esto se ha visto afectado por la influencia de las redes sociales.
El periodismo enfrenta una avalancha de informaciones falsas y dificultades para acceder a fuentes confiables. Es un momento complicado, pero nunca debe perderse el sentido profesional ni la postura ética que exige el oficio.
¿Qué artículos o reportajes considera especialmente importantes en su vida?
Mi libro anterior, Ir a La Habana, es la historia de mi relación personal, literaria e histórica con la ciudad. Es un recorrido periodístico por mis 70 años vinculado con La Habana, donde nací, vivo y escribo. En la segunda parte recojo reportajes que publiqué en los años 80, cuando trabajé en el periódico Juventud Rebelde. Eran investigaciones culturales e históricas sobre personajes, lugares y procesos de la vida cubana, generalmente de la historia no oficial.
Reproducir estos trabajos 40 años después me satisface mucho, porque demuestran que el periodismo no tiene por qué morir con el periódico de ayer. Puede tener permanencia. Pronto quiero publicar uno con mis textos en El País de España.
¿Qué significó para usted llegar a Netflix?
No llegué a Netflix; Netflix llegó a nosotros. La serie es una producción española de Tornasol Films, distribuida por la francesa Wild Bunch. Alguien se la ofreció a Netflix y ellos la distribuyeron en América Latina. Nunca cobramos un centavo por esa exhibición —ni autores, ni directores, ni actores—, pero fue muy satisfactorio que la serie llegara a tanta gente. Estamos muy complacidos con el resultado.
La serie se llama Cuatro estaciones en La Habana y está basada en las cuatro primeras novelas de mi personaje Mario Conde. Corresponden a su etapa como policía de investigación. En la cuarta novela deja esa profesión y comienza una nueva vida.
¿Qué significa para usted el encuentro con su público durante sus viajes?
La escritura es un trabajo solitario, de concentración. Cuando un libro se publica entra en una nueva fase: es el lector quien completa la obra con su mirada, sensibilidad y experiencia. Para mí es muy importante tener relación con los lectores. Afortunadamente los libros se han distribuido bien y se han publicado en 32 idiomas. Esta novela la he presentado con mucho éxito en España, y ahora comienzo un tour latinoamericano: Panamá, Guatemala, la Feria del Libro de Chiapas, la Feria de Guadalajara, donde recibiré un doctorado honoris causa, y en enero estaré en Colombia. Más adelante saldrán las traducciones.
Sus libros más recientes no se han publicado en Cuba, pero aun así mantiene lectores.
Muchos de mis libros sí han sido publicados en Cuba. Pero las últimas cuatro novelas no han salido: La transparencia del tiempo, Como polvo en el viento, Personas decentes y ahora Morir en la arena. En Cuba me dicen que no hay papel, y es cierto, pero a veces creo que también falta voluntad de publicarlos. La gente en Cuba practica estrategias de supervivencia también en lo cultural: alguien compra el libro afuera y lo lleva; o circulan copias piratas por internet que la gente descarga. En otros casos sería una desgracia —porque son derechos de autor que no llegan al creador—, pero en mi caso me satisface, porque es la única forma que muchos de mis compatriotas tienen para acceder a mis libros. Morir en la arena está en las librerías de todos los países de lengua española, menos en Cuba.
Fecha
Jueves 20 de noviembre
Hora
19 horas
Lugar
Sophos, zona 10
Precio
Entrada gratuita
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