En la búsqueda de remesas menos impredecibles

En la búsqueda de remesas menos impredecibles

Hasta cuándo tomaremos este asunto como el tema de interés nacional que realmente es.

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Resumen Automático

31/08/2025 00:02
Fuente: Prensa Libre 

Las remesas tienen al país quebrándose el coco. Los primeros siete meses del año, su comportamiento fue tan inesperadamente elevado que no hubo un solo pronosticador —ni público, ni privado; ni atrevido, ni conservador— que haya anticipado lo que sucedió. Lo que está sucediendo. En diciembre pasado, el equipo que se alistaba para tomar la Casa Blanca en enero ya echaba leños por montón a una caldera endiablada, en su locomotora de deportaciones masivas, que ha resultado ser una promesa cumplida. Pero aquí tenemos un ejemplo de nuestras limitaciones de análisis. El Banco de Guatemala, en sus perspectivas económicas para 2025, en ese mismo diciembre, pronosticó solo “un aumento de 8.0%” de remesas familiares. Esa cifra significaba un crecimiento incluso menor (por un 0.6%) al que terminó teniendo el 2024. Cuando se pensó en desaceleración, el crecimiento interanual este año va por 19.5%.


No se trata aquí de echar sal sobre heridas que se pueden comprender en la complicada tarea de hacer pronósticos económicos. Nadie visualizó tanto los factores que hay detrás de esta anomalía. Porque cierto es que se anticipaba que ICE arremetería contra los hispanos; pero seguramente no tanto como lo hace. Que el pánico invadiría las comunidades indocumentadas. Pero tal vez algo comparable con 2017, cuando el miedo se esfumó después del primer trimestre. Que se regularizó cuando se midió al Trump de aquel entonces, que fue más jerga antimigratoria, blablablá, que efectividad en las calles. Sí. Se habló de la posibilidad de una migración de dinero en reversa. Pero no a este nivel, ni por tanto tiempo. Los US$14.5 millardos reportados a julio son más que el total anual promedio de los explosivos años de pandemia; esos que estiraron aún más alto la tendencia sostenida de crecimiento de este rubro generoso.

Me pregunto qué tan integrales son los equipos que diagnostican.


El banco central ya reaccionó. Su presidente anunció que en agosto van a publicar una nueva proyección para 2025. Un artículo de Prensa Libre, el 7 de agosto, lo citó, pronosticando preliminarmente un crecimiento del 12%, para cerrar el año en US$24 millardos. Pero eso significaría —inevitablemente— la estabilización del flujo de remesas. Una reducción del 19.5% que lleva este año. Y se da en el contexto de los últimos dos meses, junio y julio, cuando las remesas se dispararon al 26% y 30%. Esto sugiere varias cosas. Que el Banco anticipa que el miedo se reducirá. Esto, sin embargo, no se mira apegado a una dura realidad en el norte. O que los excedentes de capital guardado por migrantes en EE. UU. se empiecen a terminar. O, simplemente, sea solo reserva técnica de un ente conservador a la hora de hacer proyecciones. Sea cual sea la realidad, en el país la tendencia exagerada empieza a provocar tensiones.


El exceso exagerado de dólares en el país trae problemas. Pero quizás más los traiga la incapacidad que hemos generado de aprender, conocer y entender este rubro fundamental en la economía. Desde su génesis, hace más de 20 años, muchos análisis se hacen con informalidad. Sobre la base de creencias establecidas, muchas de ellas frágiles como lo es un mito urbano. No hay datos disponibles. Son centralizados, no se extienden brazos al lugar de las acciones. Abundan las suposiciones. Una que me inquieta es que se asume que el exceso se traduce exclusivamente al retorno de ahorros. Y ¿qué tal si lo que vemos son nuevos patrones de comportamiento, que no terminan pronto? ¿Es posible que la merma anticipada no se dé, que vivamos una nueva normalidad? Me pregunto qué tan integrales son los equipos que diagnostican. Y hasta cuándo tomaremos este asunto como el tema de interés nacional que realmente es.