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En Guatemala la esperanza de vida se reduce en 2.1 años por la mala calidad del aire
Los sitios más contaminados en el departamento de Guatemala son Villa Nueva y Mixco, según informe realizado por la URL.
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La contaminación del aire en Guatemala es un problema permanente que se vuelve más evidente durante eventos como los incendios, los cuales no solo ocurren en áreas forestales, sino también en vertederos, como el ubicado en el kilómetro 22 de la ruta al Pacífico, que se incendió el pasado 4 de mayo.
Gustavo Estrada, investigador y coordinador del Departamento de Ciencias de la Salud del Instituto de Investigación en Ciencias Naturales y Tecnología (Iarna) de la Universidad Rafael Landívar, señala que solo en emergencias como los siniestros ocurridos en el vertedero a cargo de la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca y el Lago de Amatitlán (Amsa), el tema de la calidad del aire adquiere relevancia. Sin embargo, la contaminación provocada por este tipo de sucesos representa un mal invisible para la salud.
Estos incendios tienen varias causas, como reacciones químicas y térmicas en la basura, que causan fuegos espontáneos. Tampoco se descarta que algunos sean provocados. Una vez comienza el fuego, las llamas consumen todo tipo de desechos y liberan a la atmósfera una serie de contaminantes, entre ellos gases tóxicos. No obstante, la mayor preocupación, según Estrada, es el material particulado que se produce.
En marzo, el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh) reportó que el índice de calidad del aire alcanzó el nivel de “muy mala” en áreas como Villa Nueva, Amatitlán, Mixco, San Miguel Petapa y varias zonas de la capital.
El registro en ese momento fue una concentración de material particulado (PM) de 2.5 micrones de diámetro por metro cúbico de aire, cuando el límite permitido es de cinco, según el informe Cuando el humo se disipa, la atención también, elaborado por la Universidad Rafael Landívar (URL).
Estrada menciona que el material particulado está compuesto por pequeños fragmentos, más diminutos que un grano de polvo, imperceptibles al ojo humano, pero que flotan en el ambiente y están cargados de materiales contaminantes tóxicos, como benceno, xileno, dioxinas, furanos, monóxido y dióxido de carbono, óxidos de azufre y metales pesados —plomo, mercurio, arsénico, cromo y cobre—.
Al ser inhaladas, estas partículas ingresan al sistema respiratorio, y por su tamaño diminuto atraviesan la barrera pulmonar, pasan a la sangre y afectan la salud. La exposición prolongada está asociada con una mayor incidencia de enfermedades crónicas, como cáncer de pulmón, padecimientos cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares.
“Es un problema muy serio, pero invisible”, dice Estrada. En Guatemala, la contaminación del aire impacta en la esperanza de vida, pues evaluaciones internacionales citadas en el estudio de la URL indican que, bajo estas condiciones, un guatemalteco podría llegar a vivir 2.1 años menos.
Áreas de peligro
El informe hace referencia a la clasificación mundial de los lugares más contaminados presentada en el 2024 World Air Quality Report. Region & City Ranking, la cual indica que Guatemala es el país más contaminado de América Latina.
En el territorio nacional, Mixco y Villa Nueva figuran como las ciudades con el aire menos respirable.
El problema no es causado únicamente por los incendios y vertederos, sino también por la emisión de gases y partículas provenientes de motores de vehículos, así como por los contaminantes generados por la industria y la construcción.

“Las hipótesis respecto de Mixco apuntan a la confluencia de las calzadas San Juan y Roosevelt. De hecho, el punto más afectado de esta intersección es El Trébol, que es el lugar más contaminado de la ciudad de Guatemala, a lo que se suma el basurero de la zona 3”, dice Estrada.
En el caso de Villa Nueva, podría deberse al basurero de Amsa, así como al paso de vehículos por la carretera al Pacífico. Sin embargo, no existen estudios que lo comprueben, ya que en el país no se cuenta con un monitoreo sistemático de la calidad del aire. Una empresa privada tiene algunos monitores instalados en la ciudad, y la Universidad de San Carlos de Guatemala dispone de otros; a partir de estos se obtiene la información, aunque esta es insuficiente.
El problema de AMSA
A criterio de Carmen Sierra, académica investigadora del Iarna, la capacidad de carga del vertedero de Amsa está al límite. Si bien su cierre está previsto, el terreno al que se traslade debe ser un sitio donde no haya impacto sobre las fuentes de agua y “se garantice que los lixiviados —líquido que emana de los desechos— no contaminen el suelo”.
Por otro lado, los incendios en esta área seguirán ocurriendo mientras no se implemente una adecuada gestión de los desechos, según los investigadores. Se trata de un problema que debe ser atendido por políticos y alcaldes.
“Mientras ocurre el traslado del vertedero de Amsa, este sigue siendo un peligro si no se trata adecuadamente, lo que implica un sistema específico de drenaje, monitoreo constante de la calidad del aire y otros análisis que permitan saber qué tipo de contaminación se está expeliendo a la atmósfera. Pero si se va a otro lugar y se sigue con lo mismo, es solo mover el problema”, dice Estrada, y que existe la necesidad de actualizar la legislación nacional sobre el tema.
Sierra agrega que se debe trabajar en una gestión integrada de los residuos, desde el diseño de los empaques de los productos hasta la disposición final. En este proceso, la clasificación de la basura por parte de la población es esencial, al igual que el aprovechamiento de los residuos reciclables.
Hay que poner la calidad del aire en perspectiva, señalan. No solo se trata de reglamentar para reducir la contaminación, sino de impulsar esfuerzos orientados a crear sistemas de monitoreo que vayan más allá de lo que ocurre en las áreas urbanas. La estrategia debe ampliarse para identificar las fuentes de emisión de contaminantes del aire y generar soluciones sistémicas que tengan impacto en la salud de las personas.