La política como espectáculo en tiempos del “money talks”

La política como espectáculo en tiempos del “money talks”

Muchos de quienes ostentan hoy el poder en distintas partes del mundo son peligrosos, porque son megalómanos y narcisistas.
30/01/2025 00:04
Fuente: Prensa Libre 

En tiempos de tanta incertidumbre como los que vivimos, el dinero habla más recio que cualquier otro dios. La cultura del espectáculo se ha fortalecido y las figuras políticas que lideran los países, comunican sus decisiones a través de entretenimiento creado a la medida de masas cada vez más bombardeadas por la información, pero con menos educación o pensamiento crítico. Ver a los hombres más ricos del planeta sentados, incluso en la misma fila, durante la reciente toma de posesión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, puede leerse de muchas maneras.

Muchos de quienes ostentan hoy el poder en distintas partes del mundo son peligrosos, porque son megalómanos y narcisistas.

Desde la más obvia, que simboliza un espaldarazo de la oligarquía económica mundial al presidente de la mayor potencia del mundo con el fin de proteger sus propios intereses, hasta la confirmación de que no es lo político lo que subyuga a lo económico, sino al revés. El dinero habla y lo compra todo, incluso la vida. Y para ello se necesita que se normalice el espectáculo como forma de comunicación política y como forma de adormecimiento colectivo.

Hace dos días, la secretaria de Seguridad Nacional Kristi Noem publicó en X fotos y videos de una operación que se llevó a cabo en el Bronx. Sabemos de quién es la red social X. Según un análisis de Brian Stelter para CNN titulado Las redadas de Trump están pensadas para ser televisadas, Noem lo hizo “hablando como una presentadora de noticias”, y desde el comienzo se presentó diciendo algo muy común en los medios: “en directo esta mañana desde Nueva York”. Minutos después, “los videos de Noem fueron la noticia principal en Fox News, la principal cadena pro-Trump del país”. En el mismo artículo de Stelter, se comenta que Abby Phillip, de CNN, dijo en su programa NewsNight del lunes pasado, que “el presidente Trump es, por supuesto, un productor de televisión” y “esta es una historia que él quiere que todo el público estadounidense vea: agentes de ICE en ciudades cercanas a ti, provistos de equipo de estilo militar, deteniendo a migrantes que el Gobierno de Trump etiqueta como peligrosos”.

Más allá de demostrar que está cumpliendo una de sus promesas electorales, le está dando de comer a sus votantes y, de paso, entreteniendo. Los medios de comunicación afines a Trump están acompañando a los agentes en estas operaciones y sus funcionarios están compartiendo en sus redes sociales lo que sucede en fronteras y deportaciones. Todo es espectáculo. Y a pesar de estar “tan comunicados”, estamos cada vez más incomunicados sobre lo realmente importante: las vidas de los miles de hombres y mujeres que están viviendo nuevos desarraigos y el impacto profundo en lo social, lo económico y lo político, no solo de aquel país, sino de los nuestros en América Latina.

José Saramago decía que “El mundo se está convirtiendo en una caverna igual que la de Platón: todos mirando imágenes y creyendo que son la realidad”. Estamos más enredados, pero menos comunicados entre nosotros y las vidas centradas en la ambición y el triunfo personal están llevando la locura al poder. Muchos de quienes ostentan hoy el poder en distintas partes del mundo son peligrosos, porque son megalómanos y narcisistas de doble moral, que aman el espectáculo y odian lo humano. Las nuevas narrativas del odio tienen mucho que ver con la voracidad de poder y el despertar de los movimientos de odio en el mundo entero.

Si Hannah Arendt viviera hoy, seguramente nos recordaría que la política es un sinónimo de democracia y que, idealmente, debe basarse en el ejercicio consensuado del poder. Nos diría que la política no es una extensión de la familia [ni de la empresa], sino el territorio de una irreductible diversidad. Pero cuando la violencia entra en juego, se destruye la polis y se envenena con odio y envidia la vida de la ciudadanía. Veremos qué sigue…