La libertad de expresión requiere de sabiduría

La libertad de expresión requiere de sabiduría

El dominio propio debe estar presente para aquellos que habrán de usar la libertad de expresión.

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Resumen Automático

30/08/2025 00:04
Fuente: Prensa Libre 

“Los mayores enemigos de la libertad no son los que la oprimen sino los que la deshonran”. Vicenso Globerti

Es digno de valorar que en el comportamiento humano se tiene una capacidad con la cual se pueden pensar muchas cosas de las cuales nadie jamás habrá de enterarse, a menos que uno lo exprese, porque simplemente se tomó la opción del silencio. Esta capacidad nos describe como seres libres de expresar lo que creemos que es apropiado hacerlo; de lo contrario, tomamos la determinación de callarlo y quedará con nosotros.

El correcto uso de la libertad de expresión finalmente desarrollará un buen entendimiento.

Claramente se ha dicho que el que calla otorga porque simplemente tolera y permite, pero no por ello es perdedor, sino simplemente tolerante, y seguramente el tiempo habrá de favorecerlo en muchos de los casos. Pero a diario vivimos la realidad que muchos, por no poder mantener el silencio de lo que sienten y piensan, terminan hablando y en algún modo es simplemente un desahogo, el cual no solo los compromete, sino que no pueden regresar para enmendar lo que dijeron y por qué lo hicieron.

Si tuviéramos la claridad de que somos dueños de todo lo que no hemos dicho y esclavos de lo que dijimos, estaríamos pensando dos veces si vale la pena decirlo o es mejor callarlo. A diario, la gente clama por el derecho que se tiene porque hay una libertad de expresión y eso les permite decir lo que piensan. Posiblemente les permite, pero nunca les habrá de dar legitimidad. La dignidad y el respeto que nos ganamos es cuando evaluamos lo que habremos de decir y lo hacemos con la modalidad correcta considerando a quienes nos estamos dirigiendo.

En todo terreno, en el cual nuestras relaciones interpersonales nos encaminan, debemos estar preparados para comunicarnos en el modo correcto y apropiado. Cuando se saben usar los límites, estos habrán de dignificar al que con cuidado y respeto maneja sus relaciones interpersonales. El mayor beneficio está en el hecho de que, con el tiempo, uno es recordado y valorado porque supo decir las cosas en su tiempo y en el modo correcto, pero mucho más valioso es que supo callar y no dijo lo que pensó.

En la tarea que nosotros tenemos, en la crianza de nuestros niños y jóvenes, la cual no podemos delegarlo a otros, es de enseñarles cómo decir las cosas y cuándo saber decirla o bien callarlas. Seguramente, en el proceso de nuestra crianza, más de una vez nos vimos en problemas y fuimos corregidos por no haber callado, o probablemente el modo en el que lo dijimos no era el más correcto y por ello fuimos corregidos. En algunos de los casos, por la dimensión de lo dicho fuimos castigados, pero eso nos ha ayudado sin lugar a duda para que en la vida adulta podamos ser correctos en el modo que expresamos nuestros conceptos.

El elemento adicional de nuestra generación está en el hecho de que, en muchos de los casos, se está comunicando con mensajes en los aparatos digitales y allí mismo debemos ser más que cuidadosos en cómo nos expresamos, porque los que reciben el mensaje no simplemente se informan de lo que estamos comunicando, sino que nos evalúan y forman un criterio de nosotros y de nuestro modo de ser. Que Dios y el dominio propio sean agentes que nos estén vigilando constantemente, para que lo que digamos favorezca y fortalezca nuestras relaciones y no que las perjudique.