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Puertos y carreteras colapsados
[email protected] La infraestructura nacional está en trapos de cucaracha. Lleva así por lo menos 25 años y con cada gobierno, el deterioro es peor. Eso no es noticia para nadie y tampoco debió serlo para el presidente Arévalo y su gabinete. El colapso de Puerto Quetzal, por donde pasa el 60% del comercio nacional, […]
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La infraestructura nacional está en trapos de cucaracha. Lleva así por lo menos 25 años y con cada gobierno, el deterioro es peor. Eso no es noticia para nadie y tampoco debió serlo para el presidente Arévalo y su gabinete.
El colapso de Puerto Quetzal, por donde pasa el 60% del comercio nacional, es ya una pesadilla para cualquier usuario del mismo. Para importadores de graneles y carga general, ¡el tiempo de espera para atraque llega a los 110 días! Así es, un barco que trae granos, fertilizante, cemento o hierro para descargar en el puerto de marras, debe esperar la tercera parte de un año para que le permitan atracar. La participación del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos en el puerto no resolverá ningún problema en el corto plazo. Y lo peor es que las autoridades portuarias, el ministerio responsable del puerto y el mismo presidente Arévalo ven como algo normal este problema totalmente anómalo.
El colapso de las carreteras, por donde transitan personas y mercaderías, sin duda se ha agravado durante este gobierno. La falta de ejecución presupuestaria (por ineptitud y negligencia) ha provocado una exacerbación del deterioro de la red vial del país. Tramos carreteros intransitables causan congestiones vehiculares que toman horas. Esto ya se ha vuelto lo normal, para el ministro y viceministros responsables de la red vial, así como para el presidente Arévalo. Ellos, por supuesto se trasladan cómodamente en helicóptero al interior del país evitando cualquier congestionamiento. El buen vivir, que le dicen.
La paralización de la red vial del país también provoca que conductores irresponsables (usualmente pilotos de transporte extraurbano, transporte de carga o transporte colectivo) traten de avanzar torpemente y a toda velocidad en el carril auxiliar o, peor aún, en el carril contrario, provocando accidentes con consecuencias fatales. Gran parte de la responsabilidad de esta recae en los propietarios de dichas unidades quienes dan sus unidades a cualquier persona para que las maneje, aunque no estén calificadas para hacerlo. Por supuesto, tanto los ministerios, como las alcaldías responsables de no permitir semejantes impericias al volante, y de verificar que los pilotos tengan las cualificaciones para poder conducir transporte extraurbano y pesado, brillan notablemente por su ausencia. Son incapaces de poner orden.
En estos últimos meses se ha incrementado significativamente la cantidad de accidentes viales, mortales en muchos casos, sin que las autoridades del ramo tengan una miseria de interés, menos algún indicio de lucidez, para, como mínimo, reducirlos, no digamos prevenirlos.
Y es que es obvia la correlación entre el deterioro de las carreteras y el incremento de accidentes viales. Para todos, menos para el presidente y su equipo, que siguen enfrascados en dar anodinas conferencias de prensa todas las mañanas recitando discursos que todavía suenan a campaña electoral y no a un gobierno que está a 6 meses de llegar a la mitad de su período, sin que logre ejecutar alguna acción que impacte significativamente en la crítica situación actual.