Hace unos años, se temía que la inteligencia artificial (IA) reemplazaría a los humanos en el trabajo. Hoy, la realidad es diferente: más que sustituir trabajadores, tiene el potencial de empoderarlos.

Sin embargo, aunque muchas empresas están invirtiendo en IA, solo el 1% ha logrado integrarla completamente y ver beneficios; no basta con comprar tecnología de punta, sino cómo la usamos. Aquí es donde entra en juego un concepto clave: la superagencia en el trabajo. Me refiero a la capacidad de las personas para usar la IA como una herramienta que las haga más eficientes, creativas y estratégicas en su día a día.

El talento de una empresa está listo. ¿Lo están sus líderes?

Un hallazgo de McKinsey & Company es que la fuerza laboral está lista para usar IA, pero el liderazgo no ha avanzado lo suficientemente rápido para escalar su uso, lo que representa la mayor barrera para su adopción en las empresas.

El dato es relevante en América Latina, donde muchas organizaciones aún ven la IA como un proyecto experimental o algo para el futuro (aunque el futuro ya llegó). Y la diferencia entre las empresas que se adaptan y las rezagadas, es la capacidad de los líderes para integrarla estratégicamente. Entonces, ¿cómo desbloquear el potencial de la IA?

Inversión en habilidades y cultura digital: Muchas empresas aún no ven el verdadero valor de la IA porque sus equipos no están capacitados para utilizarla correctamente., Por eso, deben invertir en software y apostar por la capacitación en todos los niveles de la organización, brindando las herramientas necesarias para trabajar de manera efectiva.

Creación de un entorno de confianza y adopción: muchas iniciativas de IA fracasan porque la tecnología se impone sin una visión clara de los beneficios; la clave está en generar confianza, involucrar a los equipos desde el principio, demostrar cómo la IA puede mejorar su trabajo y cómo se mantendrán las responsabilidades humanas en el proceso.

Compromiso con una implementación inclusiva: en América Latina, las desigualdades en el acceso a la tecnología deben abordarse para asegurar que la IA beneficie a todas las partes y no a unos pocos. Eso implica hacerla accesible para todos e integrarla en diversas áreas como marketing, finanzas, administrativo, liderazgo, operaciones, cadenas de suministro, entre otros.

Por último, si los líderes no utilizan la IA en su propio trabajo, será difícil convencer a sus equipos de hacerlo. La transformación debe empezar desde arriba, con líderes que prediquen con el ejemplo y fomenten el cambio en toda la organización.

La revolución ya empezó y América Latina no puede quedarse atrás

En América Latina, la IA generativa impactará entre el 26% y el 38% de los empleos según datos del Banco Mundial. Sin embargo, esta cifra no significa una crisis de desempleo. De hecho, todo lo contrario: entre el 8% y el 14% de los trabajos podrían volverse más productivos gracias a la IA, mientras que sólo un 2% a 5% podrían ser completamente automatizados.

El problema no es la IA, sino cómo la usamos. En América Latina, hay una gran oportunidad de aprovechar esta tecnología para aumentar la productividad, cerrar brechas de eficiencia y mejorar la calidad del empleo, pero las empresas deben ir más allá de la implementación tecnológica y centrarse en la transformación organizacional.

Además, no basta con invertir más en tecnología: se necesita una revolución en cómo las empresas y sus líderes entienden el papel de la IA en el trabajo. La pregunta no es si la IA cambiará la forma en que trabajamos, eso ya está pasando. La verdadera pregunta es ¿estamos listos para aprovechar su potencial al máximo?