Sismos acarrean dolor y acicatean precariedad

Sismos acarrean dolor y acicatean precariedad

Nuestra condolencia a las familias dolientes.

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Resumen Automático

10/07/2025 00:05
Fuente: Prensa Libre 

Teodoro Chile era un guatemalteco trabajador. Un padre de familia ejemplar. Falleció junto a su hijo Federich en un infortunio: una pesada roca aplastó el picop en el que se conducían desde Palín, Escuintla, a Santa María Jesús, en camino a San Pedro Sacatepéquez. Eran vendedores de mercado. Les acompañaba su otro hijo, Axel, quien decidió quedarse en Palín la tarde del 8 de julio. Cuando comenzó la cadena de sismos, Axel intentó llamarlos, pero no hubo respuesta. Según el conmovedor relato, subió a buscarlos y se encontró con la tragedia. Pasó la noche en vela junto a ellos. “Ya no tengo lágrimas”, dijo, mientras aseguró que se quedará con su recuerdo.

Tal es el inenarrable dolor que causan los desastres naturales. Hasta anoche se reportaban cinco fallecidos por causa del episodio sísmico del martes recién pasado. Regina López, de El Tablón, Bárcenas, Villa Nueva, pereció soterrada, igual que Carlos Cuy, de 13 años, poblador de Santa María de Jesús, Sacatepéquez, el municipio más afectado por daños en viviendas. Una persona más falleció a causa de un infarto, por el susto que le provocaron los sismos. Nuestra condolencia a las familias dolientes, en una tragedia que tiene rostro, historia, memoria y tantas preguntas.

Por cierto, no todas las preguntas son existenciales. En este momento, en el casco urbano de Santa María de Jesús, en las faldas del volcán de Agua, se observan casas muy dañadas; la mayoría a causa de su antigüedad y el material de construcción, adobe. El temor prevalece entre muchos habitantes, que pernoctaron en las calles, en carpas y albergues. La precariedad se asoma porque hay fallas eléctricas, incertidumbre en la provisión de alimentos y disponibilidad de refugios para los próximos días o semanas.

Palín, Escuintla, no se queda atrás en este desasosiego, pues también hay viviendas agrietadas y otras pendientes de supervisar en cuanto a su solidez para la habitabilidad. La continuidad de la cadena sísmica —hasta anoche se contaban 260 temblores registrados— y la correspondiente crisis alejan a los turistas, que constituyen un eslabón fundamental de la economía de Santa María de Jesús, pero no solo allí. Se prohibió de manera preventiva el ascenso al volcán Acatenango, con toda la lógica precautoria del mundo. Pero esto tiene impactos colaterales en los ingresos de muchos pobladores. Así también se debe evaluar el costo económico de la posible necesidad de reparación de infraestructura dañada en el área circundante a los epicentros.

En medio de esta agitación también cabe hacer encomio de la noble labor de decenas de socorristas que desde la tarde del 8 de julio se desplazaron desde departamentos vecinos a las zonas afectadas. Tan solo en el rescate de los cuerpos de Teodoro y su hijo participaron alrededor de 60 bomberos de distintas compañías, trabajando hombro con hombro, aun arriesgando su propia integridad física, ya que las constantes réplicas causaban desprendimiento de piedras y tierra. Fue necesario contar con expertos en explosivos para partir la infausta roca.

También ya comienza a fluir ayuda voluntaria en víveres para los afectados de Santa María de Jesús; a la vez, los propios pobladores comparten los recursos disponibles para poder hacer frente a la emergencia. Las autoridades de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres tienen la misión de prestar el auxilio necesario en colaboración con las autoridades municipales. Cualquier tipo de exhibición de politiquería o demagogia que intente aprovecharse de la situación en los siguientes días sería simplemente reprobable.