¿Por qué algunas personas necesitan tener el control? Esto dice la psicología

¿Por qué algunas personas necesitan tener el control? Esto dice la psicología

La necesidad de control no es un simple capricho: suele tener raíces en la infancia o en entornos familiares caóticos, y puede afectar profundamente las relaciones futuras.

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24/06/2025 17:20
Fuente: Prensa Libre 

Existen personas que buscan tener el control dentro de todos sus ámbitos sociales, ya sea en el trabajo, la familia o en una relación. Este sentimiento, según psicólogos, está relacionado con las necesidades de seguridad emocional del individuo.

Gabriela Escobar, psicoterapeuta de familia, destaca que, desde una perspectiva simbólica, una persona que tiende a ejercer control excesivo lo hace, en muchos casos, como una forma de cubrir una necesidad emocional de seguridad o de regular su ansiedad.

Dentro del estudio psicológico, Escobar subraya que es frecuente observar que las personas con alta necesidad de control crecieron en entornos caóticos o en crisis constantes, por lo que aprendieron que mantener todo bajo su dominio les ayudaba a reducir el estrés y la sensación de inseguridad.

Cuando una persona busca controlar todo a su alrededor, está reflejando que, si las cosas no se hacen como espera o como lo indica, no se siente segura, agregó la experta

En muchos casos, la necesidad de tener el control puede estar vinculada a traumas de la infancia o experiencias marcadas por la traición o secretos familiares, como descubrir que un padre tenía otra familia, o promesas incumplidas por parte de los adultos.

En consecuencia, el niño genera ansiedad y, al convertirse en adulto, cree que solo controlando todas las situaciones —incluso a las personas— podrá sentirse en calma, destacó Escobar. Esta conducta puede tener un impacto tanto positivo como negativo, regulado por el manejo de las relaciones sociales.

La lectura psicológica ha identificado que la necesidad de controlar suele provocar conflictos familiares o de pareja, ya que la otra persona puede sentirse invadida, limitada o asfixiada. Cuando esto ocurre en dinámicas familiares, especialmente con hijos o parejas, tiende a manifestarse como una forma de sobreprotección.

La sobreprotección, aunque parezca un gesto de cuidado, transmite un mensaje de desconfianza, enfatiza Escobar: “Tú no puedes solo, me necesitas para estar bien”. Esto puede generar dependencia emocional, inseguridad, baja autoestima y poca autonomía en quienes están cerca de la persona controladora hasta una decepción amorosa.

¿Los humanos tienen necesidad de sentirnos en control?

Ximena Fuentes, psicóloga clínica y terapeuta de pareja, explicó que se debe entender que nunca, o casi nunca, se tiene el control de una situación. Fuentes recalca que se debe tener claro que existen muchísimos elementos que no están bajo la potestad del individuo, lo que incluye la vida, las emociones o los planes futuros.

Fuentes recalca que, cuando una persona siempre quiere tener el control, psicológicamente puede reflejar:

  • Miedo a la incertidumbre o al caos: controlar las situaciones le da una sensación de seguridad.
  • Baja tolerancia a la vulnerabilidad: no tolera sentirse expuesta, equivocada o dependiente.
  • Perfeccionismo: cree que solo si hace las cosas a su manera, estarán bien hechas.
  • Inseguridad profunda: el control compensa una sensación interna de impotencia.
  • Experiencias pasadas: personas que crecieron en ambientes caóticos o impredecibles a menudo desarrollan esta necesidad como mecanismo de protección.

¿Por qué buscan el control?

Detrás de esta conducta se esconden emociones no trabajadas que pueden venir desde la niñez, destaca Fuentes. Estas pueden estar asociadas a:

  • Necesidad de sentirse seguros: el control reduce la ansiedad ante lo desconocido.
  • Evitar dolor emocional: controlar evita sentirse herido, rechazado o expuesto.
  • Aprendizaje o crianza: si aprendieron que solo siendo “fuertes” y controladores pueden sobrevivir o ser aceptados.
  • Personalidad o estilos cognitivos: algunas personas tienen un estilo más estructurado, rígido o autoritario por temperamento o experiencias.

Dejarse controlar puede reflejar pasividad, dependencia o falta de confianza en uno mismo dice la psicología. (Foto: Prensa Libre / Shutterstock)

¿Qué significa que nos guste que otros tomen el control?

Por otra parte, existe un grupo que no busca el control, sino que prefiere ser controlado, lo que también tiene un trasfondo emocional, dice la terapeuta de parejas.

  • Miedo a equivocarse o a fallar, prefiriendo que otros decidan.
  • Necesidad de aprobación: buscan agradar, cediendo decisiones o poder.
  • Falta de autoestima o inseguridad: no confían en su propio juicio.
  • Evitación de responsabilidad: así no tienen que asumir consecuencias.
  • Estilo de apego dependiente o sumiso: tienden a ceder el poder emocional o conductual a otros.

¿Cómo afecta la interacción social de una persona que busca tener siempre el control?

Las personas que constantemente buscan el control, principalmente en una relación, pueden experimentar:

  • Relaciones tensas o conflictivas: otros pueden sentirse invalidados, manipulados o sofocados.
  • Poca colaboración: dificulta el trabajo en equipo o la toma de decisiones compartida.
  • Aislamiento: las personas controladoras pueden generar distancia emocional.
  • Dificultades de pareja: tienden a dominar o a evitar mostrar vulnerabilidad, lo que deteriora la intimidad.
  • Desgaste emocional: para el entorno y también para la propia persona, que vive en constante vigilancia y tensión.

¿Cómo se puede reparar esta conducta?

Tanto Escobar como Fuentes concluyen que el primer paso es tomar conciencia de que se tiene una conducta controladora. Luego, es necesario aprender a gestionarla, para evitar que afecte negativamente las relaciones con los demás.

Gabriela Escobar destaca que es fundamental aprender a confiar en los otros y aceptar que nadie es perfecto, que equivocarse no significa ser menos valioso, ni determina si se es merecedor de amor o aceptación.

Otro paso clave es establecer límites claros, tanto con uno mismo como con los demás. Esto ayuda a identificar quién soy, qué necesito y también a respetar los límites que los demás nos marcan.

Por último, se recomienda buscar ayuda psicológica o terapéutica para identificar el origen profundo de esta necesidad de control, y transformarla en una herramienta positiva que contribuya al crecimiento personal y a relaciones más sanas.

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