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Alfabetizaciones
En la actualidad existen entre dos y 2.2 millones de guatemaltecos analfabetas.
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Alfabetizar es, básicamente, la acción de enseñar a otra persona a leer y escribir, sobre todo si es alguien adulto que no tuvo acceso a una escolaridad oportuna. En la actualidad existen entre dos y 2.2 millones de guatemaltecos analfabetas, cifra que abarca aproximadamente 15% de la población. Las razones para tal carencia van a menudo ligadas con la pobreza, el trabajo infantil, la insuficiente cobertura escolar y también las deficiencias en educación bilingüe, sobre todo en ciertas comunidades mayas.
El Comité Nacional de Alfabetización (Conalfa) está por cumplir cuatro décadas de existir. Surgió en 1986, cuando el 52% de la población no sabía leer ni escribir. Cuatro décadas después, aún persiste este lastre, que si bien afecta ya solo a 15 de cada cien guatemaltecos, debería estar a cero en plena era de las comunicaciones digitales. No es una tarea fácil, pero sí una impostergable, ponerle fecha a la finalización de esta situación que compromete la capacidad de superación personal, el acceso a la lectura y la formación de un criterio informativo propio.
Y en ese sentido, cabe también aprovechar el concepto de alfabetización como una figura para hacer notar otros tipos de brechas que dificultan la mejora económica, el desarrollo comunitario y, a veces, hasta el eficiente desempeño de las administraciones locales. Sí, existen otros tipos de analfabetismo que inciden en la calidad de vida, en las perspectivas de mejora social y hasta en la locomoción segura.
Así como la alfabetización formal comprende la enseñanza de signos y fonemas de lectoescritura, se necesita impulsar, por ejemplo, campañas de alfabetización vial para conductores de todo tipo de vehículos, acerca de los significados de los números que marcan límites de velocidad, el significado de las señales en rótulos y calles. Hay motociclistas y pilotos de taxis a los cuales se les debe enseñar la diferencia entre luz roja y verde, o conductores que aparentemente no saben leer las líneas que marcan un paso peatonal. Lamentablemente, esto va más allá de las enseñanzas previas a la emisión de una licencia de conducir, aunque en este ámbito también deberían aplicarse exigencias más altas para avalar un alfabeta vial.
Alfabetismo ético: una evidente necesidad, aunque es probable que muchos alcaldes y diputados actúen a sabiendas del carácter incorrecto de sus acciones y pretensiones. No obstante, la formación de liderazgos políticos, ediles y comunitarios debería ir acompañada del aprendizaje del significado real y unívoco de conceptos como probidad, servicio, bien común, espíritu de la ley, constitucionalidad y Estado laico. También se podría agregar al pénsum el diferenciar entre invocaciones en vano a Dios y la coherencia moral en el ejercicio de cualquier cargo.
La lectura de los factores y síntomas ambientales es otra materia en la cual muchos funcionarios públicos, sobre todo ediles, exhiben analfabetismo. El deterioro es tal que resulta altamente probable que sean incapaces de asimilar nuevos conocimientos a causa de una mente obnubilada por ambiciones caudillistas o dinerarias. Esa ya no es ignorancia, sino necedad. Sin embargo, los nuevos liderazgos pueden tomar conciencia de lo que significa clasificación de desechos sólidos o tratamiento de aguas servidas. Y de estas alfabetizaciones depende la viabilidad misma de nuestro futuro.