Símbolos vivientes

Símbolos vivientes

A menudo, la politiquería marrullera y grupos extremistas intolerantes intentan usar los solemnes colores nacionales para tratar de validar sus contradicciones.

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17/08/2025 00:05
Fuente: Prensa Libre 

El azul y blanco forma parte de la bandera patria desde hace más de dos siglos. Desde los tiempos mismos de la Federación Centroamericana, de la cual Guatemala era Estado y capital, estos dos matices se combinaron, aunque en una colocación horizontal. Sin embargo, hace 154 años, específicamente el 17 de agosto de 1871, se publicó el decreto mediante el cual se hizo oficial el diseño de tres franjas verticales, la blanca al centro, que identifica a Guatemala ante el mundo, y por ello hoy se conmemora el Día de la Bandera.


El cultivo del colorante natural añil, predominante a inicios del siglo XIX, fue un factor clave para el azul fuerte inicial en la bandera. Después hubo múltiples tonalidades que variaban según el tipo de tela, la cantidad de tinte e incluso el efecto de decoloración por el tiempo. No fue sino hasta 1968 que se reglamentó que el color oficial de Guatemala es el azul cielo, con un código internacional específico. Sin embargo, en fiestas patrias y otros eventos aún es posible ver banderas con el azul decimonónico intercaladas entre las del color correcto.


En todo caso, la combinación de cielo continúa aludiendo a ideales de paz y justicia, de transparencia y Estado de derecho, de libertad y respeto al ordenamiento jurídico que refleja un entramado de valores éticos fundacionales. A menudo, la politiquería marrullera y grupos extremistas intolerantes intentan usar los solemnes colores nacionales para tratar de validar sus contradicciones. Una y otra vez quedan en evidencia. Es el mismo caso de los fariseísmos que invocan el santo nombre de Dios en vano para disfrazar sus previos y actuales desmanes con falsas declaratorias.


La azul y blanco sigue ondeando días verdaderamente jubilosos para los guatemaltecos: desde lo deportivo hasta lo cívico, ha sido, es y seguirá siendo símbolo de unidad patria. Es un emblema que trasciende generaciones y marca hitos: la consecución de medallas olímpicas regionales, continentales y mundiales; en actos escolares, graduaciones, desfiles, festejos patronales; en altares de iglesias de todas las denominaciones, en oficinas de empresas y dependencias del Estado, debe ser siempre recordatorio de vocación a la excelencia y la integridad.


Ese mismo distintivo azul y blanco figuró, recientemente, en el logotipo del proyecto Seeds for Space, cuya más reciente misión llevó granos de dos variedades de maíz guatemalteco junto con semillas provenientes de más de 25 países hasta la Estación Espacial Internacional, para efectuar pruebas de efectos gravitacionales, de cara a futuros proyectos alimentarios. Fuentes antropológicas y arqueológicas sitúan el origen del maíz en un lugar llamado Paxil, el cual se encuentra en Huehuetenango. Fue allí donde se empezó, hace miles de años, la domesticación de este grano, que se volvió base alimentaria de la civilización maya.


La inclusión del grano que sigue siendo la base de la alimentación en el país fue impulsada por el ingeniero espacial guatemalteco Luis Zea, quien sigue marcando vanguardia en la investigación científica mundial, sin perder de vista su amor por el azul y blanco. Sirva este emblemático ejemplo de cómo la decisión personal de buscar altas metas puede trascender e inspirar a toda una nación. A la luz de este logro, cabe invitar a preguntarse: ¿Cuál es el gran ideal que estoy enarbolando para el bien común de Guatemala?